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Ellas Crean: Ana Mayo, su abuela y la generación de la Memoria Histórica

“Siento que hay mucho eco de nuestras abuelas en este momento”

 

La actriz Ana Mayo presenta su primer texto, Mi abuela no se llama Carmen, dentro del marco del festival Ellas Crean que podremos ver en el Fernán Gómez CCV del 1 al 17 de marzo . Un homenaje al legado que nos dejó toda una generación de mujeres, a través de la figura de su abuela.

 

Ana, de ti conocemos sobre todo tu faceta como actriz, pero ahora en Mi abuela no se llama Carmen también te pones al frente de la dirección de la que es tu primera dramaturgia, ¿qué te ha llevado a embarcarte en semejante empresa?

Este texto nació de la necesidad de dar una despedida a mi abuela, de escribir sobre lo que me atravesaba al enfrentarme a la muerte de un ser tan querido. Al principio no fue un texto teatral, era el relato que quería compartir con los míos, pero sin darme cuenta se impuso una narrativa dramática que hizo que empezara a pensarlo en forma de pieza teatral. La verdad es que ha sucedido casi de una manera natural. Le hablé a Carlos Tuñón del proceso que estaba viviendo y él me empujó a darle forma. Empezar a hablar de algo es empezar a hacerlo realidad.

 

¿De dónde surge la necesidad de contar esta historia?

Poco después de celebrar el 90 aniversario de mi abuela y consciente de que empezaba la cuenta atrás tuve un momento de escritura casi automática que dio como resultado no más de 10 folios que quedaron ahí. Dos años más tarde falleció mi abuela y unos meses después, en pleno confinamiento, el texto apareció fácilmente. En un momento en el que murieron tantas abuelas y abuelos yo me sentía muy afortunada por haberme podido despedir de la mía. Había cierta necesidad de reivindicar eso y la lucha interior que me genera la muerte en sí misma.

 

Ellas Crean: Ana Mayo, su abuela y la generación de la Memoria Histórica en Madrid
Ana Mayo. Foto de Geraldine Leloutre.

La autoficción es un género al que los creadores recurrís constantemente como fuente de inspiración, ¿cómo ha sido el trabajo para ficcionar esta historia tan enraizada en ti?

En mi caso, ficcionar esta historia, que tiene mucho de real, ha sido lo más sencillo. Teatralmente hueles con cierta facilidad lo que la historia necesita, donde tensionarla o relajarla. Al final las ficciones creo que son posibilidades de situaciones muy plausibles, que se hubieran podido dar, al menos en esta historia.

 

Tú interpretas a todos los personajes de la función, ¿de qué manera has enfrentado la complejidad de este trabajo interpretativo?

Con ayuda, desde luego. La mirada de Fernanda Orazi ha sido fundamental en este sentido. Yo tenía muy claro que iba a ser básicamente un trabajo vocal pero además encontramos una fisicidad en la abuela preciosa. Traer a la abuela a escena fue todo un descubrimiento, complejo como actriz, pero muy hermoso. Creo que hay propuestas en la función radicalmente teatrales y me gusta que hayamos encontrado ese camino porque la esencia única del teatro cobra relevancia y eso es bonito, hacer en el teatro lo que únicamente se puede hacer en teatro.

 

¿Cómo se lucha ante el pudor de “contarse” frente al público?

Eso mismo me he estado preguntando yo… no es fácil, es un nivel de exposición muy alto. Así que he tenido que reformular ese “contarme” porque en realidad estoy contando mi historia para contar algo más grande que nos atraviesa a la mayoría “¿cómo te enfrentas a la muerte?” “¿cómo te despides de alguien tan querido?” “¿dónde irá, dónde iremos?” “¿cómo habitan en mí esas preguntas?”. Cómo ves, son cuestiones enormes que trascienden absolutamente lo concreto de mi historia. Trato de agarrarme a esto par ponerme a su servicio.

 

Dirigiéndose a uno mismo, se puede perder la perspectiva de la historia, que al fin y al cabo hay que hacérsela llegar al público, ¿de qué manera lo has trabajado tú?

Desde luego que se puede perder la perspectiva, por eso mismo me he rodeado de compañeras. La dirección de esta función está muy determinada desde la propia dramaturgia, pero la mirada externa de mi interpretación ha sido determinante. Marlene Michaelis ha sido esa mirada cómplice todos los días de ensayo entendiendo muy bien el viaje que íbamos a contar. Fernanda Orazi ha dado con la tecla a tocar para poner en escena con la sencillez y teatralidad que necesitaba estaba esta historia.

Y después están las sensaciones que como actriz ya he aprendido a escuchar. Cuando sientes que a algo le falta ritmo o que le sobra, que el texto así no llega y hay que reformularlo… La verdad que ha sido un trabajo de creación muy bonito, poder intervenir el texto constantemente entre las tres, probar maneras, hacer y deshacer…

 

La memoria, el paso del tiempo, los cuidados, la familia y la amistad, son algunos de los temas que orbitan alrededor de la función, ¿dónde has querido poner el foco?

La función pone el foco en todos ellos porque todos están entrelazados en la historia. La generación de mi abuela es la generación con la que empezamos a acuñar términos como “memoria histórica” y cómo no hacerlo. Lo que nuestras abuelas vivieron estará en ellas para siempre y también en nosotras a modo de herencias invisibles, pero no sólo eso, también como se reinventaron, ése ha sido su legado. Hay mucho amor en una despedida, más allá de lo dolorosa que pueda ser. La memoria o el hecho de recordar (del latín) es “volver a pasar por el corazón”, los cuidados son la manera primigenia que tenemos los humanos de querer y la familia y la amistad son formas de amor, para mí, muy parecidas.

 

En la función se pone de manifiesto el peso del matriarcado dentro de tu familia, ¿de qué manera eso ha influido en ti y en tu manera de entender tu entorno?

Efectivamente, como muchas familias en las que las mujeres quedaban viudas muy pronto, las mujeres han sido las cabeza de familia. Ciertamente yo vengo de una familia de mujeres fuertes, con carácter y determinación, y a la vez muy amorosas y esto seguro ha tenido un fuerte calado en mi. Pero creo que hay muchos matriarcados en nuestro país, siento que hay mucho eco de nuestras abuelas en este momento. Me pregunto cuanto de esto está impulsando los cambios sociales que estamos viviendo últimamente. ¿Cuánto feminismo hemos heredado de nuestras abuelas?, más del que somos conscientes.

 

En la función no solo es importante el texto, el poder de las canciones también tiene un gran peso, ¿por qué esta selección de temas?

Es verdad que en un primer momento las canciones tenían más presencia en la función de la que finalmente tienen. Sin embargo, he querido mantener varios temas de la época de mi abuela porque eran parte de su universo y porque desde esas narrativas musicales también construyeron su presente.

 

 

La obra posee no sólo tu voz y tu mirada, sino la de un equipo compuesto íntegramente por mujeres. Me gustaría que me hablaras sobre este aspecto que, aunque a estas alturas ya no debería resultar llamativo, aún no es algo tan habitual como para pasarlo por alto.

Sí además de Marlene Michaelis y Fernanda Orazi a quienes ya he nombrado, el resto del equipo lo conforman Berta Navas en la escenografía, Beatriz Toledano en la iluminación, Sofía Nieto de Carmen en el vestuario, Ana del Arco como asesora de movimiento, María Díaz como jefa de prensa, Belén Pichel jefa de producción y Geraldine Leloutre con esas maravillosas fotografías.

He querido trabajar con un equipo enteramente femenino porque quería que cada una de nosotras, desde su particularidad, aportara su creatividad y sensibilidad a una historia con un universo femenino tan grande. Quería también trabajar solamente con mujeres para demostrarnos que juntas sumamos, que se acabaron ya los rollos de “luchas entre mujeres” que tanto ha extendido esa narrativa caduca.

 

Mi abuela no se llama Carmen se presenta dentro del marco del Festival Ellas Crean. ¿Cuál crees que es la responsabilidad de la Cultura para con el feminismo?

La cultura no deja de ser un altavoz del sentir actual de una sociedad. Entonces, claramente la cultura está siendo feminista. Si me preguntas sobre la Cultura con mayúscula y como institución, te respondo que la responsabilidad debe ser total, porque responde a un clamor popular. La cultura está en el pueblo, no la podemos pensar exclusivamente en manos de una élite.

 

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