Le pedimos a Javier de Pascual, responsable del montaje ‘Bella y Bestia. El musical’ que puede verse actualmente en el Teatro Maravillas, una reflexión sobre el teatro familiar que tanto florece en estas fechas. [entradilla]
Por Javier de Pascual / @JavierdePascual
Lo cierto es que, para la mayoría de nosotros, el teatro cumple una función que va más allá de las estaciones. Pero para el público que consume teatro familiar o teatro para todos los públicos (es decir, la mayoría), diciembre es EL mes. Pensaba en decir ‘Invierno’, pero el concepto de ‘Invierno’ cada vez resulta más escurridizo. Porque claro, producciones como nuestra Bella y Bestia: El Musical pueden tener la suerte (toco madera) de vender entradas, bien por tendencia nostálgica o bien porque caiga en gracia, pero el espectáculo familiar medio nace en octubre y suele morir alrededor de febrero/marzo. O, con suerte, en Semana Santa. ¿Se debe esto al sentimiento de comunión familiar que impregna estas fechas? ¿Es porque coincide con las vacaciones escolares? No. Es porque hace frío.
La prueba la hemos vivido estos últimos años de tanto vaivén climatológico, hasta el punto de que la predicción del tiempo se convertía en un oráculo que decía, con terrorífica precisión, cuántas entradas más o menos iban a venderse en semanas en las que tradicionalmente hemos asegurado llenos. El razonamiento de esta teoría es tan sencillo (y lo he escuchado las suficientes veces) como que “con la pasta que cuesta gastarse X en entradas para toda la familia, si pueden ir al parque y comerse un bocata lo van a hacer”. Esto quiere decir que, para muchas familias, el teatro cumple la misma función que una estufa.
Pensemos en esto (y no caigamos en la falacia de pensar que ocurre lo mismo con el cine o con la música cuando todos sabemos que verano es una buena época de ‘box office’ familiar y festivales). Llega marzo y el 90% de nosotros tenemos que buscar otras vías de negocio, llámese funciones escolares o centros comerciales, llámese, para muchos actores, trabajar en un parque de atracciones, comuniones, cumpleaños, eventos de empresa… nos sumergimos en las profundidades de la guerrilla teatral para luego re-emerger casi a la vez que El Corte Inglés cuelga sus primeras borlas.
Y la razón es tan sencilla como que no estamos resultando lo suficientemente convincentes. Las grandes propiedades intelectuales, los videojuegos o el mundo influencer (recordemos, tipos que con una cámara y conexión a internet amasan CIENTOS DE MILES de compradores potenciales) están consiguiendo algo que el teatro familiar no consigue. O el teatro, a secas. Porque estamos perdiendo a ese mismo público al que le relegamos una mínima dotación técnica, recursos de producción y, sinceramente, cariño artístico. Perdemos público por abajo.
Idealmente me encantaría que, en lugar de una estufa, las familias tuviesen la imagen de una hoguera cuando van al teatro. Parece que cumplen la misma función, pero no existe nada más opuesto: la hoguera es un lugar de reunión y diálogo, de expresión personal e intercambio. Un lugar donde se generan recuerdos y que invita a volver, y no aquello de lo que nos olvidamos cuando llega el buen tiempo. Nosotros, como creadores de imágenes, deberíamos poder proporcionársela. ¿Por qué no lo hacemos?
BELLA Y BESTIA
De la compañía MundiArtistas que te trajo El Mago de Oz: El Musical y Alicia en el País de las Maravillas llega una nueva historia de siempre contada como nunca, Bella y Bestia: El Musical. Todos conocemos la historia de Bella y cómo llegó al castillo de Bestia y consiguió ablandar su corazón. El espectáculo nos propone una versión libre del cuento original de Jeanne-Marie Leprince de Beaumont que recoge elementos de las adaptaciones cinematográficas más famosas para crear una historia tan emocionante como divertida para todos los públicos. Una carta de amor al poder transformador de los cuentos con 7 canciones originales, humor para toda la familia, proyecciones audiovisuales y una cuidada puesta en escena con una caracterización y vestuario que sorprenderán a aquellos que estén preparados para recibir otra visión del clásico.
Teatro Maravillas. Hasta el 18 de febrero