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El poder creador de las palabras

Mar Ulldemolins: “Trabajar desde la inconsciencia del personaje es bonito”

Hablamos con Mar Ulldemolins, una actriz que, del 24 de noviembre al 17 de diciembre, estará en el Teatro de La Abadía con El lector por horas, un texto de José Sanchis Sinisterra, dirigido por Carles Alfaro e interpretado por ella misma, Pere Ponce y Pep Cruz.

Se trata de una obra sobre los libros, la lectura y el poder creador de las palabras.

 

Lorena ha perdido la totalidad de la visión de sus ojos. Su padre, Celso, contrata a Ismael para que le lea novelas en voz alta. El papel de esa mujer ciega lo encarna la actriz Mar Ulldemolins, protagonista de El lector por horas. Bajo la dirección de Carles Alfaro, esta obra del dramaturgo José Sanchis Sinisterra, se estrena el 24 de noviembre en el Teatro de la Abadía y permanecerá en cartel hasta el 17 de diciembre. A ese lector asalariado da vida Pere Ponce, mientras que Pep Cruz interpreta al padre controlador y dependiente.

Antes de su inminente llegada a Madrid en el marco del Festival de Otoño —funciones del 24 al 26 de noviembre—, y tras su paso por la Comunidad Valenciana, la pieza se estrenó en la sala Beckett de Barcelona. Desde la ciudad condal nos atendió Mar Ulldemolins, inmersa en plenas funciones. Precisamente la sala Beckett fue inaugurada en 1989 por Sanchis Sinisterra como sede de la compañía El Teatro Fronterizo. “Impone”, confirma Ulldemolins cuando se le pregunta por esta coincidencia, “Sinisterra ha marcado a todos los dramaturgos, es el profesor de muchos profesores y de gente a la que le ha calado esa libertad para experimentar, para investigar de forma continuada; le tienen todos ahí arriba. Y la Beckett es el sitio donde los dramaturgos pueden experimentar también”.

Quizás para el público teatral madrileño Mar Ulldemolins no es excesivamente conocida, pero, a sus 43 años, la actriz cuenta en su haber con cerca de una cuarentena de montajes, con directores como Mario Gas, Sergi Belbel, Carme Portaceli, Àlex Rigola, Lluís Homar o Pau Miró. Cierto es que la gran mayoría de estas piezas se han representado en Cataluña. Precisamente fue en esa misma sala Beckett donde se inició en 2003 con la obra Refugi, de Jessi Goldberg, dirigida por Oriol Broggi.

A pesar de su dilatada carrera, todavía se sorprende de lo que le devuelve el patio de butacas en cada función de El lector por horas. “Llevo ya unos cuantos años haciendo teatro y nunca había percibido tanto silencio en la platea. Es una pasada. Raras veces suena un móvil o el típico caramelito. Es esa sensación de que están como muy atrapados y pensando mucho, algo que Sanchis quiere que pase en sus obras. Y, de vez en cuando, ‘ja, ja, ja’, oyes risas y dices: ‘¡Ah, están ahí!’. Como actriz, es la cosa más gratificante que te puede pasar”.

 

 

AUSENCIAS DE MIRADAS EN ESCENA

Ese silencio o esas risas quizás resuenan con mayor intensidad en contraposición a la ceguera de Lorena, que en un momento de la obra dice haber desarrollado una “clariaudiencia”, que no “clarividencia”, lo que le permite intuir o adivinar cosas no manifiestas. “Tendemos a pensar que cuando te quedas ciego desarrollas mucho el oído, pero en la ONCE me explicaron que, como no tienes nada más, te centras tanto en el oído, que vas oyendo cosas a las que otra gente no presta atención”.

Reconoce Mar que en un principio le resultó “muy difícil” trabajar sin hacer uso de las miradas con sus compañeros de reparto “porque mis reacciones son distintas a lo que serían si yo viera su reacción”. De hecho, comenzaron los ensayos mirándose porque “todavía no dominábamos la partitura al cien por cien y Carles [Alfaro] insistía mucho en el texto por su gran respecto por la obra y por Sanchis Sinisterra”.

También contribuyó a ir encontrando soltura en el escenario el asesoramiento de la ONCE. “Fui para que me ayudaran a ver qué cosas podría jugar en teatro. La teatralidad a veces te da sorpresas que no puedes explicar, como en la vida real. Por ejemplo, me ha funcionado saber cómo andar con la mano por delante, cómo poner las manos, cómo tocar los objetos, cómo poner los brazos cuando hay una puerta, cómo coger un vaso… Todas estas cosas”.

Y para rizar el rizo, el director “no lo ha puesto fácil”. Carles Alfaro sabía que Ulldemolins toca el piano y le lanzó el reto. La actriz estuvo “ensayando todo el verano una pieza de Bach con los ojos cerrados” para incorporarla al montaje.

 

LA LITERATURA COMO REVULSIVO

El encargo para el lector que interpreta Pere Ponce requiere la máxima neutralidad enunciativa, pero la fuerza poética de los textos escogidos lleva a los tres personajes a un laberinto emocional incontrolable.

“Mi personaje hace mucho que no siente cosas. Desde que se ha quedado ciega, tiene una gran dependencia con el padre y el padre con ella, y está ahí atrapada. Con el lector mantiene una distancia de inicio, pero las lecturas le van calando. Y ella, yo lo juego así, va descubriendo cosas a través de la literatura y le van saliendo los traumas”, analiza la actriz catalana. Con la obra ya avanzada, Lorena reconoce volver a sentir miedo, dolor, rabia, incluso asco. “Eso es algo bueno porque es una manera de estar viva”, reconoce Mar.

Se nos ocurre que quizás ese planteamiento intelectual de la obra, que busca un lector que no se interponga entre el texto y su receptor, se podría trasladar a la sociedad actual. “En ese sentido lo podrías atribuir a ‘no lo des todo masticado’, que es una cosa que le gusta mucho a Sanchis Sinisterra: ‘haz que la persona tenga que pensar por sí misma y que saque sus conclusiones. En la sociedad claramente lo podríamos trasladar a lo que quieren que pensemos, que al final acaba siendo una sociedad un poco borrega. Si nos dan la información de otra manera, sin tanta opinión, a lo mejor vamos contrastando opiniones y sacamos la nuestra propia, que siempre está bien”.

 

El poder creador de las palabras en Madrid
Pere Ponce y Mar Ulldemolins

 

RESPETO POR LA PARTITURA

A lo largo de la conversación, Mar insiste varias veces en el “gran respeto” que Carles Alfaro siente por el texto. “Una de las cosas que más me gustan de él porque parece una cosa sencilla y a la vez es complicada, es que sabe qué quiere contar la obra”.

Tras un mes y medio de mesa, sentados leyendo, Mar se impacientaba: “Carles, que yo tengo que hacer de ciega”. Sabiendo que para Sanchis Sinisterra son muy importantes, el director se detenía en “todos los puntos, las comas, las pausas, en cómo llenar los silencios”. Ya después, cuando el texto comenzó a tomar cuerpo, “no nos decía mucho sobre el movimiento ni cómo lo teníamos que transitar emocionalmente porque consideraba que nos iba a limitar”.

Trabajando con Carles Alfaro, dice Mar, “tienes la sensación de que está todo muy pensado”. La intérprete hace hincapié en la relevancia que cobran todas las piezas “en su justa medida”: la escenografía junto con Luis Crespo, la composición musical de Joan Cerveró, las proyecciones de Francesc Isern, la iluminación.

“Lo que más cuesta en teatro es repetir la función cada día, hacerla espontánea, que esté viva, que el partenaire te modifique, tener el oído bien desarrollado en ese sentido. Y si un día sale de otra forma, pero está dentro del marco que el director quería contar, no pasa nada”, concluye.

 

TRABAJAR CON LIBERTAD

El papel de Lorena ya lo encarnó Clara Sanchis en el estreno de la obra en 1999. Mar Ulldemolins reconoce que no ha querido verlo. “¿Sabes qué me pasa? Su padre escribió el personaje para ella. A lo mejor hablaba con su padre. No quiero entrar en eso porque hemos hecho otro trabajo. He conocido a Clara porque estaba en el mismo teatro haciendo también unos fragmentos de un espectáculo de Sanchis; hemos estado hablando, es encantadora, me ha gustado mucho conocerla. Pero no quiero condicionarme viendo lo que han hecho antes con los papeles que yo hago. Cada una tiene su propia personalidad y su manera de enfocar las cosas; no quiero cortarme de libertad para crear”.

Piensa durante unos segundos cuando se le pregunta qué ha aprendido de sí misma a partir de su trabajo en El lector por horas: “He aprendido que trabajando mucho, mucho, mucho el texto acabas empapándote; al final hay una libertad que parece que no pudiera ser que tengas. Y luego, como es un personaje que tiene muchos cambios, trabajar desde la inconsciencia del personaje es bonito porque es muy difícil hacer ver lo que tú no sabes, lo que haces de forma impulsiva, y eso te hace estar muy presente todo el rato”.

Y ahora que ya conoces sus posibilidades, ¿contratarías a un lector por horas o prefieres seguir leyendo sola? Ríe a carcajadas. “No me lo planteo. Lo primero que he pensado cuando me lo has preguntado es que tu imaginación siempre es mucho más potente a la hora de leer, te vas a unos mundos tan lejanos, a unas imágenes… Siempre me ha sorprendido. Pero claro, no he probado nunca tener un lector. A lo mejor está bien no estar cerrada tampoco. Lo que sí me gustaría tener es una asesora literaria, alguien que me dijera: ‘lee esto’”.

 

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