«Somos el I+D+I de las Artes Escénicas y cumplimos una función pública que el sector público no cumple»
La Coordinadora Madrileña de Salas Alternativas (Macomad) nace en la década de los 90 para agrupar y dar un sentido a un movimiento de investigación sobre la creación escénica, único en el mundo, que surgió alrededor de las llamadas Salas Alternativas.
Macomad se ha configurado como nexo de unión entre los distintos espacios alternativos madrileños existentes en la actualidad y trabaja mano a mano con ellos convirtiéndose en un apoyo fundamental para el sostenimiento del teatro alternativo contemporáneo.
Hoy hablamos con Álvaro Caboalles, gerente de Macomad y cuatro de las salas socias de la asociación (El Umbral de Primavera, Bululú 2120, La Usina, y Nave 73). Todas ellas nos acompañarán para hacer un recorrido de la creación de Macomad, la situación actual del espacio alternativo en España y dos de los eventos más conocidos en los que participa Macomad: Festival Visibles y los Encuentros Iberoamericanos Macomad.
¿Qué es Macomad?
Por Marta Santiago (@MartaSR25)
Foto de portada: II Encuentros Iberoamericanos Macomad 2021
Durante los años 80, en España tuvo lugar un auge absoluto de lo que comúnmente ha sido llamado teatro alternativo o teatro off. Resulta difícil definir las características y los límites de un teatro como este porque ha terminado siendo una amalgama de todo aquello que no se considera comercial. En múltiples ocasiones se ha intentado considerarlo como la alternativa al teatro tradicional o clásico, tomando un camino hacia la vanguardia y, actualmente, hacia la hibridación. En su seno acoge todas aquellas herramientas o características que no sería posible enmarcar en el teatro canónico por haber sido concebidas de una manera diferente. Con el cambio de gobierno sucedido en el 1982, comenzó a nacer una necesidad de hacer llegar a la ciudadanía la cultura con el fin de promover la identidad y diversidad culturales, la creatividad y la participación. Se propuso descentralizar la oferta teatral apostando por la renovación y la innovación y se aumentó considerablemente la inversión en la infraestructura, la calidad artística y el acceso de los nuevos creadores. En este mismo periodo se funda el INAEM (Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música), cuya fundación provocó el aumento de los presupuestos otorgados a la actividad teatral y la oportunidad de cada comunidad autónoma de gestionar y abrir centros de creación propios. Añadido a esto, los 80 fueron unos años de movilizaciones grupales de teatro, música y danza, que dejaron al panorama madrileño marcado por la necesidad de abrir nuevas puertas, explorar nuevos caminos y alejarse un poco de lo normativo. A raíz de esto, tienen lugar la aparición de cada vez más salas alternativas en Madrid que pudieran acoger a estos grupos de jóvenes creadores para facilitarles el mostrar su trabajo e investigación sobre el escenario. Podríamos afirmar con rotundidad que lo que ocurrió en Madrid en aquellos años fue un fenómeno único, puesto que, actualmente, no existe ninguna ciudad en España que tenga en su tejido cultural tal cantidad de espacios alternativos como la capital.
Macomad: el motor organizativo de las salas alternativas
Ya en el año 1993, con una gran cantidad de salas alternativas en la capital, tiene lugar la fundación de Macomad (Coordinadora Madrileña de Salas Alternativas) como ente organizador madrileño de tales espacios. Álvaro Caboalles, actual gerente de Macomad, se refiere a la agrupación como un nexo de unión de todas las salas alternativas que surge “con el objetivo de remar todas a una como herramienta sectorial dentro del sector de las artes escénicas. Representado y dando voz a toda esa serie de creadores y creadoras de salas que no se circunscriben a un circuito oficial y abrazan el concepto de lo alternativo”. Toda la plantilla de Macomad se articula en él, cuyo rol se inscribe dentro del ámbito de la gestión, administración, solicitud de ayudas, asesoramiento, acompañamiento y diferentes líneas de apoyo a las salas alternativas. “La estructura se compone de una junta directiva que no tiene ningún tipo de retribución por el cargo que desempeña. Cada dos años se convocan elecciones en las que cada sala socia propone y postula a diferentes integrantes de la asociación para formar parte de la junta”, explica Caboalles. Para poder llevar a cabo el apoyo y acompañamiento en que se basa su trabajo, Macomad cuenta con una red de salas asociadas que le permiten continuar ejerciendo su objetivo: “Macomad se financia, principalmente, a través de las cuotas de las diferentes salas socias y, también, en función a los diferentes proyectos que desarrolla gracias a diferentes líneas de ayuda como pueden ser las ayudas a entidades sin ánimo de lucro de la Comunidad de Madrid para el desarrollo de actividades culturales; o las ayudas para el desarrollo de festivales o de creación contemporánea del ayuntamiento de Madrid”, aclara Álvaro Caboalles.
Actualmente, Macomad cuenta con catorce salas asociadas: Azarte, Bululú 2120, Cuarta Pared, DT Espacio Escénico, El Umbral de Primavera, La Encina Teatro, Nave 73, Nueve Norte, Tarambana, Teatro del Barrio, Teatro La Usina, Teatro Lagrada, Teatro Pradillo, Teatro Tyl Tyl. “El número de salas ha ido variando debido al cierre de algunas sociedades históricas como la Puerta Estrecha o El Montacargas en los últimos años y la incorporación de otras nuevas cada año”, comenta Álvaro Caboalles. Cada diciembre abre el proceso de admisión de salas de Macomad y principalmente se han de cumplir tres requisitos: que la sala tenga al menos dos años de actividad, con la idea de que se pueda dibujar un proyecto artístico; que no incida en la multiprogramación en los espacios, es decir, que la sala no forme parte de un espacio principal o de un teatro comercial; y que dé cabida a proyectos más holísticos que incluyan cuestiones formativas o el trabajo con los públicos dentro sus líneas de acción.
El nexo de unión alternativo
Cuatro de las actuales socias han querido participar en el presente reportaje con el objetivo de acercarnos un poco más a Macomad y a la necesaria labor que realiza. “Cuando nosotros montamos la sala, nos encontramos con un montón de necesidades y nadie sabía nada ni nos informaba de ciertas cosas que necesitábamos saber. En ese momento, entramos en MACOMAD, nuestro nexo de unión y ayuda”, explica Emi Caínzos, profesora y socia mercantil de Bululú 2120. Todas ellas recurrieron a Macomad con el fin de encontrar un apoyo transversal entre la administración y la creación, que es el principal problema al que se enfrentan las salas y creadores del panorama español. “Yo creo que por parte de la administración sí existe una voluntad de apoyo a las salas alternativas, pero se nos exigen cosas que la administración nunca va a cumplir. El problema es el deber político y público, que es el que se tiene que cumplir y siempre sale mal. La existencia de Macomad permite que las bases del desarrollo se mantengan y exista un diálogo entre nosotros y ellos”, comenta Álvaro Moreno, programador de la sala Nave 73. El apoyo y acompañamiento de Macomad a las salas alternativas se desarrolla siguiendo distintas líneas, como nos explica Álvaro Caboalles: “Les damos un espacio en el magazine de Madrid donde tenemos un apartado de Los destacados Macomad en donde semanalmente cada sala puede destacar uno de los trabajos o propuestas que acogen. Además, tenemos servicio de asesoramiento en las líneas de ayuda y apoyo de solicitudes, pero también en las necesidades del día a día que puedan surgir. Finalmente, coordinamos proyectos que incluyan a todas las salas desde sus peculiaridades o sus singularidades”.
Si de por sí la creación teatral se ve necesitada de todo tipo de ayudas y apoyo en España, cuando comenzamos a hablar del panorama alternativo encontramos aún muchísimas más necesidades. Parece que el último escalón a alcanzar son los teatros comerciales, pero llegar allí supone recorrer un camino pantanoso que nunca asegurará el éxito: “Las salas alternativas tienen como objetivo albergar, promover y difundir proyectos innovadores que tengan por detrás una línea de investigación y que no tendrían cabida alguna en otros espacios. Este tipo de espectáculos muchas veces tienen base en compañías emergentes que requieren un recorrido, las salas alternativas les dan facilidades y le dan espacio. Yo creo que el teatro ‘pequeño’ es el que conecta con esos jóvenes espectadores”, reflexiona Gabriel Molina, impulsor de la Sala Usina. Según esto está ocurriendo en el panorama teatral contemporáneo alternativo, los grandes teatros no se están quedando atrás, y con el auge de este tipo de creaciones y agrupaciones como Macomad y la Red Nacional de Teatros Alternativos (ambas en constante y continuo diálogo para desarrollar propuestas en favor del teatro no comercial), están creando salas pequeñas que dependen de ellos, tal y como nos explica Viviana López, fundadora de sala El Umbral de Primavera: “A mí me chirría un poco esto que está ocurriendo. Cuando los teatros nacionales abren salas de teatro pequeñas, trasladan la idea de lo alternativo a lo institucional. De alguna forma, me parece que a nosotros nos siguen llegando migajas mientras ellos se nutran de nosotros. Es interesante, pero si lo hace, que nos acojan. Parece que nos relegan al margen, pero la realidad es que nosotros somos el motor, lo que fomenta, lo que hace que el teatro esté siempre vivo”. Aquello que en término anglosajón sería ‘independiente’, en España podría ser usado como definición, pero tiene un sentido político de lo ‘privado’ para nuestro entendimiento, que quizá no sería una definición clara. La otra palabra, que está relacionada directamente con esa sensación de ‘estar al margen’, es el término off, que coloca al teatro que juega con la innovación en un oscuro agujero que, como el mismo término indica, está ‘fuera’. Teniendo en cuenta dichos apuntes, quizá es mejor referirnos a lo ‘alternativo’ como una grieta de lo estandarizado, que lucha por mantenerse aun cuando otros espacios, en un sentido muy capitalista, decidan participar beber de ella por una razón importante: “Somos el I+D+I de las artes escénicas y cumplimos una función pública que el sector público no cumple”, afirma rotundamente Álvaro Moreno (Nave 73).
El I+D+I de las artes escénicas
Pero, ¿cuál es esa labor pública que las salas independientes mantienen apoyándose en Macomad? La respuesta es la misma para todas ellas: impulsar la creación joven e innovadora y apostar por nuevos lenguajes y nuevas formas de hacer teatro. Bululú, La Usina y Nave 73 (entre otras asociadas de Macomad) da un lugar de exhibición a sus alumnos, pero también otros creadores todavía aún por conocer: “Muchas salas alternativas forman grupos de creadores para que puedan crear proyectos por sí mismos. Buscamos la innovación en el lenguaje, la puesta en escena, el texto…”, comenta Gabriel Molina (La Usina). Pero no solamente se busca la renovación del lenguaje teatral, nos cuenta Emi Caínzos (Bululú 2120): “Damos cabina a compañía que no tienen apoyo de las instituciones. Les ayudamos en cosas a nivel técnico y a nivel legal. Buscamos propuestas interesantes, mujeres creadoras, gente con diversidad funcional…”. Algo que tenemos claro cuando hablamos del ámbito cultural, es que nadie se dedica a ello para ganar dinero (sería una equivocación pensar que en España, el arte puede hacerte pudiente económicamente), pero también es una evidencia que no el teatro comercial tiene considerablemente más ganancias que el teatro alternativo, como nos explica Álvaro Moreno (Nave 73): “La programación de las salas depende de sus objetivos, en las salas comerciales no existe un objetivo comercialista, pero sí tienen una multiprogramación que hace el espacio mucho más solvente. Desde nuestra perspectiva, será retorcer nuestro punto de vista porque necesitamos el dinero público para sobrevivir y debe ser así porque cumplimos una función pública”. Por otra parte, las líneas seleccionadas por el teatro comercial son muy diferentes al teatro alternativo, nos explica Viviana López (El Umbral de Primavera): “Nosotros queremos que los proyectos vengan tomados porque el autor es alguien al cual nos interesa impulsar; o porque la idea de puesta m distinta que permite modificar el espacio escénico, romper las barreras, hacer teatro inmersivo… Y también cuando se suman las nuevas tecnologías”.
El encuentro y la visibilización
Macomad no se queda al margen de todas estas aportaciones que las salas alternativas hacen al panorama teatral contemporáneo español. MACOMAD apoya y participa cada año en Surge Madrid, el certamen que apuesta por la escena alternativa de Madrid.
Por otra parte, apoyan a través de la comunicación y la difusión el Festival Visibles, organizado por la Sala Tarambana (socia de Macomad) y que ha celebrado recientemente su séptima edición. El Festival Visibles nace de la urgencia de dar a conocer y enmarcar el teatro inclusivo en Madrid, poniendo en el centro a las personas con y sin discapacidad; enfermedades mentales; personas que sufran maltrato, personas LGTBIQ+; y cualquier persona que se sienta excluida por la sociedad y tenga algo que contar. Se apuesta, una vez más, por el teatro, la danza y la música como entre unificador, equilibrado y nexo de unión en una sociedad que mira para un lado.
“Macomad es una red que nos acoge y nos ponga en contacto unas contras. Así o solo podemos tener una sinergia de los conflictos que pueden surgir, sino que, además, realiza un intercambio de ideas y proyectos entre nosotras. Como ocurre con los Encuentros Iberoamericanos”, afirma Viviana López (Umbral de Primavera). Este año se celebra la tercera edición de esta cita clave para plantear los retos del ámbito de las Artes Escénicas Contemporáneas. “Asumimos el desafío de desarrollar una mirada plural sobre el hecho histórico con dos semanas de actividades con la intención de generar un espacio de reflexión, diálogo y conocimientos situado”, explica Ávaro Caboalles, En esta edición, el programa será mucho más amplio y vehiculará en dos líneas principales: La primera, Mentoring y acompañamiento a la creación emergente; y la segunda, Nuevos públicos, modelos y necesidades. Además, podremos disfrutar de siete trabajos del Circuito de la Red de Teatros Alternativos en Madrid que tendrán lugar en distintas salas de Macomad. Todo ello cuenta con el apoyo del ayuntamiento de Madrid y la Comunidad de Madrid. Este evento estará llevándose a cabo entre el 21 y el 4 de diciembre. “La primera semana responde a un trabajo directo con diferentes compañías y/o colectivos emergentes de la Comunidad de Madrid. Se ofrecerán una serie de recursos en producción, gestión cultural, comunicación y distribución. En la segunda semana habrá tres días de mesas redondas, conferencias y conservatorios que generen una cartografía del estado actual de la gestión artística y sus posibles nuevos caminos”, comenta el gerente de Macomad.
El presente del teatro alternativo
La realidad del teatro alternativo es bastante curiosa, porque tal y como nos comenta Viviana López (El Umbral de Primavera), “existen las ganas, vive un buen momento a nivel artístico y cuenta con más importancia de la que pensamos; sin embargo, el reclamo principal es el de conseguir el lugar que realmente le corresponde”. Como hemos venido demostrando desde el principio: aún es una grieta en el teatro canónico, el objetivo es conseguir hacerse más grande y que la convivencia con el teatro comercial alcance un equilibrio. A pesar de que es innegable que la escena madrileña es explosiva, la escena alternativa sigue necesitando de todo tipo de apoyos. Macomad hace una labor fundamental en el respaldo de todos aquellos espacios que, a pesar del riesgo que asumen, quieren fomentar la creación de diferente y rupturista.