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El Patio Teatro muestra las Entrañas de nuestra esencia

“Es una obra sobre la existencia, sobre la vida”

Izaskun Fernández y Julián Sáenz López forman esta compañía que llevará a Espacio Abierto, dentro del Festival de Otoño, su nueva creación, Entrañas, una íntima y delicada lección de anatomía a través del teatro de objetos. Estará los días 25 y 26 de noviembre.

 

 

Primera vez en el Festival de Otoño, aunque lo hacéis en un espacio que no os es ajeno.

Julián Sáenz López: En Espacio Abierto hemos estado con todas nuestras obras, es como nuestra casa. Beatriz, su directora, suele venir a los estrenos directamente con el metro para confirmar que encaja en su escenario (risas).

 

Parece que las citas importantes de las Artes Escénicas ya están mirando al teatro familiar de otra forma. 

Julián Sáenz López: Hay una generación de artistas que está haciendo cosas muy interesantes y potentes y, sin duda, ha habido un cambio general a la hora de valorar este tipo de producciones porque también el público lo demanda más.

Izaskun Fernández: Para nosotros es fantástico que se estén dando cabida a otras formas de hacer porque cuando te mueves un poco y ves piezas de pequeño formato, teatro de objetos… descubres verdaderas joyas. Si esto te permite compartir cartel con gente que nos parece una pasada, supone un empujón muy grande.

 

¿Es importante ver lo que hacen otros, también fuera de España, para enriquecer vuestras propuestas?

Julián Sáenz López: Nuestra primera pieza, que es con la que más giramos, estuvo casi 5 años con funciones aquí y en el extranjero, y nos permitió ver gran cantidad de cosas de lo que se hace fuera. Nos alimentó muchísimo y nos moríamos de ganas de ponernos a crear de nuevo. Fue como ir a una universidad de teatro. Eso, cuando te pones a trabajar, te invita a explorar más, a abrirte a otros lenguajes, aunque siempre seas fiel a tus formas o a lo que te gusta.

 

En los últimos años, por suerte, ¿los límites están desapareciendo cada vez más entre el teatro para adultos y el familiar?

Izaskun Fernández: A nosotros nos funciona no hacer diferencias, no ponernos trabas. Entiendo que haya compañías haciendo montajes específicamente infantiles porque el circuito infantil puede darte de comer, pero no es nuestro punto de partida. Es más, muchas veces nos sorprendemos de que algunos programadores quieran algunas de nuestras obras para su programación infantil.

 

El Patio Teatro muestra las <i>Entrañas</i> de nuestra esencia en Madrid

 

Con cuatro espectáculos en vuestro haber, habéis asentado un universo creativo muy particular. En cada nuevo espectáculo, ¿hay una pretensión de seguir ampliándolo?

Julián Sáenz López: Claro, cada proyecto es nuevo, aunque intentamos ser fieles a nuestra manera de hacer y de ser porque es donde nos encontramos cómodos. En cada obra partes de querer encontrar la mejor forma de contarla partiendo de nuestro lenguaje.

Izaskun Fernández: No tenemos un método de abordar las historias que es común en todos los casos. Cuando hablamos de lenguaje propio, más que nada quiere decir que somos nosotros los que creamos todo según lo que nos va convenciendo.

 

En este último espectáculo, vuestra es la dirección, la dramaturgia, la interpretación, la iluminación, el diseño y construcción de escenografía… tengo la impresión de que disfrutáis como niños jugando con todo lo que se os ponga por delante.

Izaskun Fernández: ¡Mucho! Lo que más nos gusta en la vida es ensayar, estar en el proceso creativo. Por eso estamos detrás de casi todo, no tiene que ver con falta de medios ni nada de eso, es que lo disfrutamos muchísimo. La música es lo que no tocamos porque estamos un poco sordos (risas), de eso se encarga Nacho Ugarte.

 

Y no es un aspecto menor, lo que se cuenta en vuestros montajes se apoya mucho en la música.

Izaskun Fernández: Es muy importante, es una herramienta de manipulación maravillosa. No es lo mismo ver una escena con una música u otra, o sin ella. Es fundamental para nuestro trabajo, para llevar al espectador a un estado emocional determinado.

 

Aunque decís que todo os gusta, debe haber algún proceso que disfrutáis más que otro.

Julián Sáenz López: Es que son todos, pero es verdad que se disfrutan más siempre los inicios de cada creación. Cuando estás más perdido, pruebas de todo y van saliendo hallazgos… cuando todo es posible. Y pasa con todo al mismo tiempo porque según va naciendo la historia, probamos un objeto, vamos construyendo o probando una iluminación.

Izaskun Fernández: Para mí también. Es que nos encanta cacharrear. Quizás, en mi caso, lo que más me cuesta es la parte de escribir, me parece muy complicado, admiro profundamente el trabajo de dramaturgia. Pero bueno, cuando te atascas ahí, nos ponemos a barnizar o a fabricar algo, intentamos ir compaginando la parte más sesuda con el trabajo más manual.

 

El Patio Teatro muestra las <i>Entrañas</i> de nuestra esencia en Madrid

 

¿Cómo erais de pequeños? ¿Se aplica el refrán “De aquellos polvos estos lodos”?

Julián Sáenz López: En mi caso, me acostumbré desde siempre a jugar solo y a inventarme historias. Mi padre era carpintero y me acuerdo ir a su taller y con maderas y cola hacerme mis castillos y escenografías, realmente los juguetes eran lo de menos, lo importante era la trama. De alguna manera ese niño sigue haciendo lo mismo, pero ahora para más gente.

Izaskun Fernández: Yo me crié en una familia de panaderos, jugaba también sola con la harina y modelar con las masas de pan era habitual. Además, íbamos mucho al pueblo, así que siempre he estado muy ligada a la tierra y a la huerta, a los elementos naturales. Eso enlaza con la presencia de lo orgánico en las producciones de El Patio; la tierra, las piedras, el polvo, la arena… son recursos que utilizamos mucho.

 

Os escucho contar esto y es increíble como la fusión de vuestros dos mundos se ve refleja nítidamente en vuestras creaciones.

Izaskun Fernández: Sí, nosotros también lo hemos hablado alguna vez. El otro día escuché la frase: “La infancia es todo y lo demás es memoria”, y es verdad.

 

Cuando uno está acostumbrado a jugar solo, ¿cómo se consigue compartir tu mundo?

Julián Sáenz López: Nos conocimos en una escuela de teatro y el primer trabajo que nos mandaron nos tocó hacerlo juntos. En ese momento hubo flechazo, nos entendíamos muy bien y nuestros mundos estaban muy relacionados. Vimos enseguida un aliado en el otro para trabajar.

 

El Patio Teatro muestra las <i>Entrañas</i> de nuestra esencia en Madrid

 

Vuestras obras suelen estar recomendadas para mayores de 8 años. ¿El aspecto de la edad del público es un condicionante?

Izaskun Fernández: No, cuando creamos no tenemos en cuenta para nada las edades. Pensamos en qué queremos contar y cuál es la mejor manera de hacerlo. En el local siempre utilizamos la frase: “¿Mi abuela qué pensaría de esto?”. Es tener un referente para saber si lo que estamos haciendo se entiende o los sentimientos que puede provocar. También nos lleva a la idea de hacerlo sencillo, bueno, no sencillo, sino más bien al tema de simplificar las cosas. Nos gusta mucho decir que tenemos que ‘esencializar’.

 

En los últimos años, por suerte, ¿los límites están desapareciendo cada vez más entre el teatro para adultos y el familiar?

Izaskun Fernández: A nosotros nos funciona no hacer diferencias, no ponernos trabas. Entiendo que haya compañías haciendo montajes específicamente infantiles porque el circuito infantil puede darte de comer, pero no es nuestro punto de partida. Es más, muchas veces nos sorprendemos de que algunos programadores quieran algunas de nuestras obras para su programación infantil.

 

¿Cómo uno puede conseguir tener una mirada como la vuestra, capaz de sacar la belleza de lo pequeño, de lo cotidiano, tanto de una manera poética como plástica?

Julián Sáenz López: Hay mucho de prueba y error, y luego confiamos mucho en nuestra imaginación. A veces hacemos ejercicios de pensar un tema y ponernos a soñar, para luego intentar plasmar esas imágenes que nos han venido en escena. A veces eso funciona y se puede hacer y otras no.

Izaskun Fernández: También hay que confiar en la propia poética de las cosas por las cosas. Los objetos, los colores, el mundo… a veces ya son poéticos, hablan por sí mismos y hay que apartarse más que añadir cosas.

 

A veces, ¿es suficiente con crear el ambiente idóneo para que nos paremos a mirar?

Izaskun Fernández: Sí, aunque no es fácil, nosotros mismos a veces nos empeñamos en ir incorporando cosas, en sumar; y lo único que necesita ese objeto es crear el clima de atención y mirada.

 

En la conexión con el público, ¿qué otros factores son importantes?

Izaskun Fernández: Creemos que hay que trabajar siempre con honestidad para crear un vínculo con el espectador para que luego el compre que le estás enseñando un corazón y eso cuenta cosas. En nuestras obras somos nosotros mismos puestos en juego, no interpretamos ningún papel, somos Julián e Izaskun contando cosas que también nos maravillan a nosotros. Quizás, en Conservando memoria es donde ese código de buscar ser verdad era más transparente, era yo contando la vida de mis abuelos. Estaba desnudándome de alguna manera, mostrando mi amor y respeto por ellos. Realmente me costó llegar a ese punto, sentía mucho pudor al principio y Julián trabajó mucho conmigo ese aspecto.

 

En A mano hablabais del mundo de la artesanía y una forma de entender un mundo que agoniza, en Conservando memoria sobre los recuerdos y lo que hace a una vida extraordinaria, en Hubo sobre el mundo rural y las personas que lo habitan. El amor atravesaba todas ellas de múltiples formas. ¿Qué temas esconde Entrañas?

Julián Sáenz López: El amor está, por supuesto, eso está siempre, y la muerte también. Son temas esenciales de lo que es la vida. Entrañas surgió realmente como un proyecto solo sobre el amor y cuando nos metimos en el proceso de creación empezamos a descubrir cosas sobre el cuerpo humano y pensábamos que tenían que estar presentes. Lo que acaba siendo es una obra sobre la existencia, sobre la vida, en el que se combinan aspectos que nos asombran del cuerpo física y orgánicamente con cosas que tienen que ver con lo emocional, con lo que es importante en nuestras vidas.

 

“¿Os habéis preguntado alguna vez qué llevamos dentro?”, dice la presentación de la obra. En este proceso, ¿cada uno tiene una opinión sobre esto?

Izaskun Fernández: Es que es una pregunta sensacionalmente tramposa (risas). Habría dos vías de respuesta, que creo que además resumen Entrañas. A esa pregunta, un lunes por la mañana te puedo responder: “Pues un páncreas, unos pulmones, un hígado…”; y un miércoles al mediodía te puedo contestar: “Un dolor profundo, una pérdida, una despedida, una angustia…”. Son las dos dimensiones de la obra.

 

¿El cuerpo es más que una mera carcasa de una máquina bien engrasada?

Izaskun Fernández:  Nos lo preguntamos en la obra. Creemos que sí, la fisicalidad, por ejemplo, puede marcar la vida de alguien hasta límites insospechados.

Julián Sáenz López: Exploramos también que pasa cuando el cuerpo ya no está, sigue ocupando un lugar aunque desaparezca, una silla vacía en las celebraciones, una fecha en el calendario…

 

¿Cómo todo este planteamiento se traduce encima del escenario?

Julián Sáenz López: Hacemos mucho trabajo de objetos, narración oral, creamos imágenes muy visuales, jugamos con las músicas, aparece algún títere, en la línea de todo lo que hemos venido haciendo. Hemos utilizado diferentes modelos de huesos, órganos y partes del cuerpo humano que, de diversas formas, hemos poetizado.

 

¿Qué es lo que más sorprende a lxs más jóvenes y qué a lxs mayores de Entrañas?

Izaskun Fernández: Todavía no se ha visto mucho, pero habiendo de todo diría que es uno de nuestros espectáculos con menos carga emocional. Esto es muy gracioso porque casi rompes las expectativas, hay gente que ya viene con su paquete pañuelos preparado y parece que defraudas (risas). La obra es como una clase de anatomía de El Patio y ves como los adultos atienden más a la parte emocional y reflexiva y los más jóvenes a la parte plástica.

 

 

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