¿Quiénes formáis el equipo de El Pasillo Verde Teatro? ¿Cómo os conocéis y cuál ha sido vuestra trayectoria hasta llegar hasta aquí?
Somos 4 socios y sobre todo amigos, nos conocemos ya hace bastantes años, y todo a raíz del teatro. Somos Ángel Ferrero, actor y director; Keka Monreal, actriz y vestuarista; Elisa Niño, actriz directora y profesora y Marcelo Costas, experto en comunicación y nuevas tecnologías.
De una manera indirecta y por distintas vías, el teatro nos reunió y forjó esta amistad que nos ha permitido llevar a cabo diferentes proyectos dentro y fuera del ámbito teatral y artístico y que ahora nos ha llevado a crear nuestro propio espacio. Ángel y Elisa se conocieron en el montaje de una obra de teatro, en la cual además Marcelo colaboró con la comunicación y la cartelería, poco después vinieron nuevos proyectos en los cuales se incorporó Keka como vestuarista. Siempre estuvo rondando en nuestras cabezas la idea de tener un propio espacio, pero no fue hasta la pandemia que decidimos lanzarnos a la piscina y apostar finalmente por este sueño.
¿Y por qué ahora?
Estamos en un punto de nuestras vidas en el que nos hemos sentido preparados para afrontar este reto, sin miedos, sin temor, con mayor experiencia. Después de todo lo vivido en los últimos años, nos vimos capaces de llevarlo a cabo, tenemos la estabilidad mental, física y económica para buscar un espacio para ser feliz. Sin miedo al fracaso, al ridículo, a las circunstancias mundiales, y con el pensamiento de o lo hacemos ahora o seguramente ya no lo haremos. Explotar esta parte artística que tenemos, y contar con un espacio propio donde poder realizar todos esos proyectos y donde volcar nuestras ilusiones y experiencias. Nuestro futuro está aquí, en El Pasillo Verde Teatro.
¿En esta era hipertecnológica y de comunicación a distancia, apostáis por los encuentros presenciales como motor del rito teatral?
Sin ninguna duda, el teatro es mágico porque es presencial, incluso con las nuevas generaciones, que descubren las sensaciones que el teatro en directo genera en el espectador. Al contrario que con otras artes, el teatro no se ha visto tan afectado por cambios tecnológicos, ha sabido perdurar a lo largo de la historia y es algo que consideramos totalmente necesario para la sociedad. Las nuevas tecnologías, las redes sociales, ayudan y forman parte, ahora, del teatro, como plataforma para dar a conocer proyectos, artistas y acercar el arte. Pero la magia del teatro radica en la presencialidad.
¿Cómo definiríais El Pasillo Verde Teatro?
Una sala montada con muchísima ilusión, pensado siempre en los actores y en el público, además de cumplir con todos los requerimientos técnicos, y normativas. Nos hemos puesto en la piel del público y del artista, para brindar a todos una experiencia completa, abierta, cómoda y moderna. Desde el inicio supimos que teníamos que apostar además por la accesibilidad, hacer de nuestro espacio un lugar donde todos tengan cabida, acorde a las necesidades específicas de cada uno.
¿Qué tipo de disciplinas artísticas vamos a ver en vuestro espacio? ¿Por qué lenguajes vais a apostar?
Todas las que quepan en nuestro espacio, principalmente teatro contemporáneo. Un teatro joven, moderno en línea con lo social, la crítica y reflejo de la sociedad. Con el tiempo nos gustaría ser un referente en Madrid, por el tipo y la calidad de nuestra programación.
¿Cómo se articula la programación? ¿Va a ser una mezcla entre producciones propias y una selección de lo que os va llegando?
Somos conscientes de nuestra limitación como sala pequeña. Queremos dar espacio a nuevos creadores, a nuevos proyectos y dar cabida a nuevos talentos. De momento estamos haciendo una selección cuidadosa de todo lo que nos está llegando y aprovechando para lanzar nuestros estrenos como Todas las historias acaban hablando de amor, de Ángel Ferrero, y también para recuperar proyectos propios como El Último Ensayo, de Elisa Niño o Pilla Pilla, dirigida por Ángel Ferrero, ambas estrenadas el año pasado. Desde el inicio estrenar nuestras propias obras fue parte del proyecto. Al pensar en esta sala, la vimos como ese espacio que nos hacía falta para dar rienda suelta a nuestra creatividad, a generar más y mejores proyectos. Somos más creadores que empresarios por así decirlo.
¿Apostáis por la multiprogramación por necesidad o convencimiento?
Por convencimiento, este tipo de espacios trabajan así. Y la verdad es que nos encanta, son diferentes ofertas para brindar diversas oportunidades.
Y dentro de esto ¿buscáis el recorrido a medio-largo plazo de las obras? ¿Esa es la idea inicial con la que programáis, que una obra sea reconocible por la permanencia en vuestra sala?
Sin duda, nos encantaría ser trampolín de nuevas compañías de teatro, buscamos el éxito no solo de la sala sino de cada proyecto que se presenta en nuestro espacio. Cuando programamos no pensamos única y exclusivamente en el éxito de la sala, queremos que las obras que programamos, sus creadores e intérpretes crezcan con nosotros, y que juntos lleguemos al éxito.
¿Qué ofrece El Pasillo Verde a las compañías? ¿Cómo queréis que sea vuestra relación con ellas?
Queremos que sea una relación familiar y muy estrecha, totalmente abierta y sincera. Como hemos estado en su lugar, queremos que sea todo muy cercano, cómodo y sencillo para facilitar su trabajo y su creación. Queremos que se sientan parte de nuestra ilusión por el teatro.
Puestos a imaginar un ideal, ¿Qué tipo de creadoras y creadores os gustaría tener?
Creadores novedosos, jóvenes talentos, la verdad no nos hemos planteado un ideal, simplemente buscamos esa conexión personal entre el creador y nosotros, ese ‘feeling’ mutuo, tanto con las compañías como con el proyecto en sí. Tenemos diferentes gustos en cuanto al teatro, y eso está enriqueciendo muchísimo nuestra programación. Entonces contamos con una variedad de creadores.
¿Qué vamos a poder ver de aquí al final de temporada en vuestra sala?
Apostamos por dar continuidad a las obras que han tenido buena acogida, no sólo de público, sino también de crítica, como A Terra o la ya mencionada Todas las historias acaban hablando de amor, sin olvidarnos de nuevas e interesantes propuestas como El club de los cursis, estreno de la versión española de un gran éxito teatral uruguayo; Guerra Poética, una hermosa pieza sobre la inmigración. También queremos apostar por brindar una oferta cultural para el orgullo gay y aportar una programación de temática lgtbi+, como Dolor y sufrimiento que habla del complicado despertar sexual de un joven gay; y Pilla Pilla que trata sobre la triste realidad del acoso y persecución en las redes. Queremos fomentar nuestra oferta infantil y juvenil, con En busca del hielo o #DonQuijote, porque es nuestro deseo que las nuevas generaciones descubran el teatro en un lugar como El Pasillo Verde.
Siendo Elisa docente con su propia escuela, ¿vais a apostar también por la formación en vuestro espacio?
Sí, la formación de Teatro y Artes Escénicas para gente aficionada y que quiere acercarse a la interpretación la llevamos desde estudios de teatro. Pero queremos ofrecer monográficos interesantes con maestros y maestras de este oficio así como otros talleres de teatro específicos. La filosofía de estas iniciativas es conseguir una formación de calidad y amor por las Artes Escénicas donde la investigación, la creación y la búsqueda sean el motor para los alumnos.
¿Aspiráis a tener una compañía estable de trabajo asociada a vuestro espacio?
Estamos abierto a ello, desde luego. Tener una creación y presencia constante sería muy gratificante para nosotros, sin olvidarnos de lo que somos, una sala pequeña de multiprogramación, pero poder ser parte de un proceso continúo de creación, es lo que buscamos también, ya no como Teatro, sino a nivel personal de los cuatro.
¿Cómo veis la escena teatral madrileña en la actualidad?
Muy interesante y estamos siendo un referente a nivel nacional, especialmente en este tipo de espacios, salas y proyectos más independientes con creaciones innovadoras, frescas pero también recuperando los grandes clásicos pero desde una perspectiva más cercana al espectador. Madrid sigue siendo una ciudad referente en cultura, y especialmente en el teatro, y el público madrileño siempre responde.
Dentro de esta llamada escena independiente, ¿tenéis algún modelo a seguir como espacio o trabajáis siguiendo vuestra propia hoja de ruta?
Somos un reflejo de nuestras personalidades con cuatro gustos por el teatro diferentes pero que nos enriquecen a la hora de plantearnos nuestro espacio y lo que queremos que el público vea en ella. Estamos siguiendo nuestro instinto y experiencia, cogemos lo mejor de cada casa y estamos experimentando con otras formas de programar que puedan llamar más la atención del público.
¿De qué forma entendéis el teatro o qué función creéis que debe tener para la sociedad?
El teatro debe y es un reflejo de la sociedad, la voz crítica, enfrentar al espectador a la realidad o a otros puntos de vista. El teatro humaniza, es este mundo de la inmediatez que vivimos, te obliga a reflexionar sobre lo que has visto y vivido durante un tiempo prolongado. La empatía que genera el teatro es intrínseca a su naturaleza. Debe remover conciencias, generar debate, a la par que entretener.
¿Cómo queréis que la gente identifique a El Pasillo Verde Teatro? ¿Qué huella queréis ir dejando?
La satisfacción del espectador no sólo por haber disfrutado o no de una obra, sino por toda la experiencia que supone ir al teatro, desde la entrada, el recibimiento, la comodidad, pero no sólo el público sino también las compañías, que se encuentren con un espacio abierto, agradable; donde puedan dar rienda suelta a su creatividad. Que todos los que pasen por El Pasillo Verde salgan con una sonrisa y que quieran volver.