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El Mar llega hasta la Quinta de los Molinos

“Los niños necesitan el vínculo cercano del maestro”

Espacio Abierto Quinta de los Molinos nos da una nueva oportunidad de poder descubrir El mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca, de Alberto Conejero, esta vez con el añadido de la proximidad que ofrece esta entrañable espacio escénico.

Conversamos con Xavier Bobés sobre la creación del espectáculo, cómo lo está viviendo el público dentro y fuera de nuestro país y el homenaje que rinde a la figura del maestro.

 

Foto de portada: David Ruano.

Ya son varios los países que habéis visitado contando la historia de El mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca, además de la extensa gira nacional que lleváis realizada desde el estreno. ¿Cómo recibe el público la historia de Antoni Benaiges y los niños de Bañuelos de Bureba?

La verdad es que la respuesta es increíble. Es muy emocionante sentir cómo respira la gente este tipo de propuestas sobre objetos y memoria histórica. Suelen tener la curiosidad de ver otra manera de contar historias que no es solamente a través de la dramaturgia textual. Es como recuperar la sensación del inicio de gira, de cuando la gente descubre la historia por primera vez. Creo que la historia atrapa por lo que cuenta en relación a la memoria; y por otro por la forma cómo se cuenta. Es bonito ver de qué manera la forma de contar la historia atrapa y puede conectar con diferentes países. En Chile tuvimos la sensación de que mucha gente salió realmente muy emocionada, porque creo que la presencia de la memoria histórica es todavía más presente con Pinochet y todo lo que ha ocurrido mucho más recientemente. Y en Ecuador el vínculo era otro, había bastante gente joven en el teatro. Fue muy bonito ver también cómo la historia puede llegar a diferentes lugares, más allá del contexto de España, y de la República.

 

¿Desde dónde crees que nos engancha la historias?

Sobre todo, el tema de la pedagogía, yo creo que fue lo que más puede llegar a comunicar, porque todos hemos sido niños, todos hemos sentido el vínculo con alguien que nos ha cambiado la vida, un maestro.

 

Vamos a hacer un poco de memoria sobre el espectáculo. ¿Cuál es el origen de El Mar? ¿De qué manera llegasteis a conjugar el teatro textual con la manipulación de objetos?

Alberto Conejero compró el libro Desenterrando el silencio de Francesc Escribano y Sergi Bernal, un libro documento que cuenta la historia del maestro a través de fotografías. Me lo regaló hace un montón de años y me dijo: “Me gustaría hacer algo con esto contigo algún día”, porque tenía que ver con el trabajo de los dos, porque los dos trabajamos la Memoria Histórica y quería poder vincular la poesía visual con la poesía textual y el documento de todo lo que cuenta la historia. Contactó con Sergi Bernal, empezaron a hablar y ahí es cuando empezó un poco el germen de la propuesta de imaginar que podríamos hacerla juntos. Y se propuso para poderlo hacer en el TNC.

 

 

¿Cómo fue el proceso de creación?

La historia no se contó hasta 80 años después, porque encontraron la fosa y alguien dijo: “aquí debe estar el maestro catalán”. De casualidad alguien escuchó eso y se lo comentaron a Sergi, pero si no, nunca nadie hubiera dicho nada. Y los cuadernos empezaron a emerger. La familia Benaiges tenía una cajita con los cuadernos, había algún otro alumno que todavía tenía un cuaderno, pero la mayoría fueron quemados, escondidos, por miedo a las represalias. En 2021 empezamos a trabajar en ello, estuvimos haciendo un trabajo de búsqueda de materiales y de dramaturgia con las entrevistas que Sergi Bernal nos había cedido. Después pudimos hablar con diferentes personas vinculadas. Nos leímos todos los documentos e hicimos una selección porque si no, el espectáculo duraría horas. Me acuerdo que el primer libreto del espectáculo era como de cien páginas. Era denso, había cartas, artículos, ensayos y al final se quedó con treinta y tres páginas. Alberto tuvo que ir despejando textos para que llegara la historia sin que fuera demasiado fatigosa ni densa. A partir de ahí empezamos a poner el foco en lo que queríamos, que era en el trabajo del maestro en los dos años que estuvo trabajando en la escuela, más allá del desenlace, que lógicamente forma parte de la historia, la tragedia que sucedió con él.

 

¿Qué captó vuestra atención de Antoni Benaiges?

Queríamos poner el foco en el trabajo que hizo desde la República, como ejemplo de tantos otros maestros que llegaron a escuelas lejos de sus casas, que no tenían nada a favor, porque el contexto no les era favorable y tuvieron que empezar desde cero. A través del empeño del maestro y con la idea de poder desarrollar la técnica Freinet, que era realmente revolucionaria para la época y más en ese pueblo. Creó un aula mixta, con niños y niñas de todas las edades. Compró la imprenta y allí los niños podían participar de una manera activa contando sus historias. Introduce la música en la escuela, el trabajo del cuerpo, desplazar el aula a la era. Esa fue una de las sospechas para decir que no estaba haciendo bien su trabajo porque hacía “cosas raras” con los niños. Gracias a ese trabajo de documentación que hizo con todos los cuadernos, el espectáculo se puede llevar a cabo. Todo el trabajo de memoria que se ha llevado a cabo durante estos años, es gracias a que los niños escribieron el cotidiano allí. Es increíble cómo vas viendo la evolución de estos dos años, de lo que ocurre, porque hay muchos cuadernos que nos han servido para generar la dramaturgia del show.

 

¿Desde dónde contáis la historia?

Nosotros empezamos como con un cuento, contando la historia de alguien que llega a un pueblecito y suceden cosas. Muchos cuentos empiezan así, ¿no? La llegada de un personaje a un espacio en el que suceden cosas mágicas, que trabaja con los niños que crecen y son felices. Pero ese cuento llega a ser muy siniestro también, como es la historia de España, con el cura y la sospecha, los guardias civiles preguntando qué es lo que está pasando y el alzamiento militar que lo cambia todo. El trabajo formal era importante para que pudiéramos presentarla desde este lugar de juego, de aprendizaje vital y que desde un principio los objetos fueran testimonio y también protagonistas. Por eso desde el inicio, donde se presenta el personaje, con Sergi Torrecilla interpretando al Maestro, contando el lugar desde donde procede, yo voy manipulando en la maleta los documentos, lo que vas viendo a través de un mapa, a través de un carnet, de unos periódicos, de fotografías, de las postales de su mamá, y vas entendiendo el contexto vital y a la vez vas empezando a entrar en la plástica de ese lugar y de ese momento histórico. Y creo que eso te lleva, como espectador, a otro lugar de empatía.

 

El trabajo de manipulación de objetos es fundamental en vuestra propuesta, ¿qué importancia tienen los cuadernos y demás materiales que utilizáis durante la función?

Lo que teníamos claro era que el papel de los materiales fueron reveladores y fueron imprescindibles. La imprenta lo cambió todo, el vínculo de la imprenta con los niños, con el entorno, con la historia, fue el medio con el cual aprendían y también generaban un aprendizaje horizontal entre ellos, todos colaboraban, intercambiaban cuadernos con otras escuelas en otras ciudades de España, incluso otros países, y el gramófono. Es decir, con muy poco, se podía llegar muy lejos. Realmente es un trabajo en el que el maestro es alumno también y todos están en el mismo campo. Es muy bonito ver cómo aprenden todos juntos. Y eso es lo que cuenta el maestro en sus escritos, que el maestro aprende tanto como los alumnos y eso no debe cambiar.

 

<i>El Mar</i> llega hasta la Quinta de los Molinos en Madrid
Xavier Bobés en una escena de El mar: Visión de unos niños que no lo han visto nunca. Foto de David Ruano.

 

Incluso, de alguna forma, el público aprende también mucho de todo eso que está viviendo al ver la función. Descubriendo cosas que se dan por sentado, por simples y rudimentarias, y que no lo son tanto.

Exacto. Y está muy vinculado al presente también. En realidad, es muy recíproco, porque no hemos nacido sabios. Los niños nos pueden enseñar muchas cosas que cuando somos adultos hemos olvidado, que dejamos de tener presentes. Generar ese vínculo es imprescindible. Y tal como funciona ahora el sistema educativo, cuando estamos tan carentes de vínculo directo, con todas las distracciones que tenemos y el vínculo con el material, sentir que podemos volver a estar conectados de otro modo que no sea a través del WhatsApp, fomentando las ganas de contar y la imaginación.  El cuaderno del mar es un ejemplo muy claro, las respuestas de los niños son poesía. Alberto ahí tuvo una conexión realmente brutal, porque dijo: “es que esto es un poema, es el lugar desde donde el poeta imagina”.

 

El Mar es, entre otras cosas, un homenaje a la figura del Maestro, tan incomprendida en la actualidad.

Sí, totalmente. Mira, días después de una función, recibí un mensaje en mi página web, de una señora que nos felicitó por el espectáculo y dijo que estaba muy emocionada de poder ver una propuesta así, en relación a esto, a la historia, a los maestros. Durante la gira, mucha gente nos cuenta la historia personal sobre los maestros que le han cambiado la vida. Y cuando hacemos espectáculos para institutos, se generan debates muy bonitos justamente hablando de eso, de cómo los maestros lo tienen complicadísimo hoy en día, y que está pasando lo que un poco nombras, de que es un sector que está muy olvidado, que en realidad están constantemente batallándolo para intentar salir adelante. Y, por otro lado, siempre parece que no tengamos suficiente con el trabajo que están haciendo. En realidad, muchas veces es mucho más difícil de lo que parece. Los maestros se emocionan porque este cotidiano del aula sigue existiendo en el día de hoy. Además, con niños y niñas pequeños, que en realidad lo que necesitan es el vínculo cercano de alguien que les diga “estoy para que tú estés presente, para que aprendas”. Y en ese sentido es muy emocionante.

 

La obra habla sobre la importancia de los sueños y las promesas. ¿Qué lugar ocupan en la sociedad actual?

Es lo que dice también el Maestro Benaiges en la propia historia, que dice: “hasta donde tú puedas imaginarlo podrás llegar. O sea, yo no te voy a poner un límite y tus sueños serán los tuyos, no los que yo te construya”. Y es bonito pensar en eso. Y en realidad lo que hace tiene mucho que ver con el trabajo que yo hago también. Yo creo que, pensando con las manos, pensando con el tocar, pensando con el juego, tú vas a descubrir también tu modo de vincularte al mundo. Y yo creo que es algo que hoy en día en la educación, en tantos otros contextos, lo tenemos muy complicado porque realmente el tiempo no juega a favor, vamos con prisas.

 

Yo sé que tú personalmente le das mucha importancia a tratar la memoria a través de historias cotidianas, pequeñas, sencillas, todo ello a través del juego y la imaginación.

Sí, exacto. Yo lo vinculo mucho con el trabajo que hago, pero el trabajo del imaginario es infinito. Justamente ahora ese debate está muy presente, que el trabajo del juego y de enfrentarse al tiempo tiene que ver con el aburrimiento. El hecho de estar en algo plenamente concentrado, la atención puesta en ello, es algo mucho más importante y laborioso de lo que uno puede llegar a imaginar. Y es algo que se tiene que fomentar y cuidar, porque es algo intrínseco al ser humano cuando eres un niño. Y en cambio lo que estamos haciendo con la realidad virtual y con todos estos procederes de hiperestimular a los niños con tantas tareas extraescolares o también en clase, con tantos trabajos a través de un ordenador, muchas veces lo que hacen es estresar a los niños. Lógicamente tiene que haber una regulación académica de cuáles son las asignaturas y qué objetivos desarrollar, pero tampoco presionar al niño para que tenga un objetivo tan capitalista en relación a lo que significa el aprendizaje. Yo creo que el maestro tampoco es una figura que imponga un modo de ver la vida, creo que lo que tiene que hacer es presentarte la vida, sus posibilidades y escuchar desde un lugar comprometido, pero a la vez abierto, desde donde decir: “Bueno, yo no soy maestro de todo, soy maestro para que puedas tú aprender de ti mismo tu propia maestría”.

 

¿Cuál crees que podría ser el equilibrio?

En realidad, los niños primero tienen que sentirse a gusto, jugar, y a través de ese juego comprender cómo vincularse con el entorno. Hay algo ahí primario de las manos. Y el trabajo que hago tiene que ver con eso, de cómo enfrentarse a la incertidumbre, al vacío, a cómo entender que el lenguaje se construye también a través del cuerpo. Por eso yo creo que la técnica Freinet fue realmente reveladora, porque a la vez que aprendían a escribir, componían lo que escribían y de ese modo también le dedicaban el tiempo a comprender la sintaxis y a elaborar las ideas. Generar un espacio de escucha. Ese espacio muchas veces no se fomenta tanto porque hay demasiado ruido. Incluso encontrar esos espacios para el aburrimiento, que es donde aparece la creatividad en los niños.

 

<i>El Mar</i> llega hasta la Quinta de los Molinos en Madrid
El Mar: Visión de unos niños que no lo han visto nunca. Foto de David Ruano.

 

Hace un par de meses, en el Festival COSA comentabas que los objetos son los que piden ser contados o utilizados en los espectáculos, ¿qué objetos te han pedido a ti entrar en El mar?

Bueno, la imprenta es el objeto que nos ha permitido contar, pero el objeto cuaderno y la letra impresa para mí son como el mundo en el que nosotros hemos podido imaginar cómo pensaban estos niños y niñas. O el gramófono. Esos objetos tan esenciales y tan poco importantes, hojas de papeles escritas con imprenta o a mano, bolígrafos, fueron los objetos que me dieron más. O la silla, por ejemplo, que para nosotros es como un hilo conductor muy simbólico y metafórico del maestro que está presente en esa silla en la que cuenta su historia y a la vez cuando ya no está en el aula, que se queda como boca arriba, como las aulas que ya están esperando para que vuelvan a ser utilizadas en el año siguiente. O al final cuando se tira al suelo y ese golpe. No queríamos tampoco, a nivel estético, dejar nosotros demasiada huella, que estuviera más presente nuestro mundo que el del maestro. Eso en este caso fuimos, creo, muy respetuosos con el material, por eso decidimos que fuera un espectáculo documental.

 

Xavi, ahora llegáis a Espacio Abierto Quinta de los Molinos, un espacio donde la puesta de escena va a ser diferente a lo que se ha estado viendo hasta ahora en escenarios más convencionales. ¿Qué se va a encontrar quien vaya a ver la función?

Nos hizo mucha ilusión cuando Bea (Beatriz de Torres) nos lo propuso. Nos gusta la proximidad, la cercanía, la intimidad que el espacio propone. Es un espacio escénico muy generoso, porque tiene una boca de ocho metros, que es el espacio que nosotros necesitamos. No hay la profundidad y la altura con la que trabajamos normalmente, pero eso se soluciona a través de una disposición del espacio un poco diferente. Nosotros queremos fomentar ese acercamiento con el público. No vamos a necesitar microfonía, podemos contar la historia mirando a la gente a los ojos y disponer los objetos en el espacio para que realmente sí que puedan verlos, nos hace mucha ilusión. Además, el maestro siempre se dirige al público para contar la historia, así que en esta ocasión va a ser literal porque queremos que Sergi pueda contárnosla a todos desde donde estemos. Creemos que puede ser una pieza de cámara bonita. Creo que va a ser muy mágico.

 

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