Úrsula Moreno Ortega: "Al aceptar la política de privacidad de las páginas web renunciamos a muchas cosas"
Úrsula Moreno Ortega es la autora y directora de Acepto los términos y condiciones, una obra interpretada por Mia Blázquez, Nono Mateos, Marina Sinís y Adrián Valiente, quienes dan vida a unos empleados de una empresa que se dedica a observar a la gente a través de las cámaras de sus dispositivos para enviarles anuncios dirigidos.
Esta comedia contemporánea en la que los personajes están a merced de las nuevas tecnologías y no les queda más remedio que recurrir a la humanidad para escapar puede verse en La Usina.
¿Cómo nace Desconcierto Teatro y quiénes formáis parte de esta compañía?
La compañía nace a raíz de que Adrián Valiente, Marina Sinís y yo, excompañeros de clase en la RESAD, nos juntamos en 2020, tiempo después de finalizar la carrera. En principio, Marina y Adrián tenían en mente escribir un musical infantil a partir de Alicia en el país de las maravillas. Yo me uní para echarles una mano con el proyecto y acabamos formando entre los tres Desconcierto Teatro.
¿Y por qué habéis elegido ese nombre, tiene algún significado concreto?
El nombre tiene dos sentidos para nosotros. Tanto Adrián, como Marina, como yo, venimos del teatro musical, y es de aquí de donde sale el primer sentido del nombre. Algunos de nuestros proyectos son una mezcla entre una obra de teatro y un concierto, sin ser una cosa ni la otra. Nos gusta jugar con las líneas entre lo teatral y lo musical y explorar los límites de los géneros y generar así ‘no-conciertos’, o ‘des-conciertos’.
Por otro lado, siguiendo la acepción común del término, tenemos el desconcierto como sensación. Hablo por todos los miembros de la compañía cuando digo que el desconcierto es un sentimiento que nos ha acompañado durante toda nuestra carrera artística y del que hemos aprendido a sacar cosas muy positivas. Se ha convertido en una herramienta de género, en una seña de identidad y en una forma de relacionarlos con la comedia y los espectadores. Sentirnos desconcertados es una de las formas más bonitas de vulnerabilidad y desde ese lugar nos gusta crear. Además, intentamos llevar al público con nosotros a ese terreno de lo desconcertante, de lo que da miedo, pero con una visión siempre cómica y positiva del término.
¿Qué tipo de teatro queréis llevar a cabo?
Buscamos hacer un teatro contemporáneo y accesible, que conecte con las inquietudes actuales, pero sin perder el humor y la visión del aquí y el ahora. Nos interesa explorar los conflictos éticos y las tensiones que genera la tecnología, las relaciones humanas y la sociedad moderna. Nuestro objetivo es hacer un teatro vivo, cercano, que dialogue con el público y le haga entrar en los universos que creamos. Tenemos dos líneas de trabajo distintas: por un lado, las obras de teatro musical, entre las que tenemos este primer musical dirigido a público infantil que te comentaba llamado La Maravillosa Alicia, con el cual hemos tenido la suerte de estar dos temporadas en cartel en Madrid, y otro proyecto que tenemos aún en la cocina, con el que queremos explorar el folk y el country desde un musical de muy pequeño formato, casi como una especie de concierto dramatizado.
¿Quiénes son vuestros referentes a la hora de crear y de manejaros como compañía?
Pues manejamos referentes muy diversos a la hora de crear. Como modelo compositivo, hacemos bastante uso de la estructura de acción de los musicales del ‘off Brodway’. Los mecanismos que utiliza el teatro musical siempre son una línea de vida a la que nos agarramos cada vez que estamos perdidas en un proceso creativo. En los proyectos más textuales, mantenemos esta esencia, pero a la hora de crear nos fijamos mucho en las compañías que hay en los últimos en el panorama teatral español generando espectáculos desde lugares con los que sentimos afinidad. Para crear la puesta en escena de esta obra concreta hemos bebido mucho de la compañía Animalario. Tienen un sentido de teatralidad, ritmo y comedia que nos resulta especialmente mágico. Además, somos muy afines a la idea de hacer todo lo posible con el menor número de recursos. Por otro lado, sería imposible no mencionar a Pablo Messiez, Alfredo Sanzol y La Tristura. En cuanto a dirección y escenificación, son para nosotras modelos a seguir.
Pero, sin duda, la mayor fuente de inspiración son los espectáculos de otras compañías que, igual que nosotras, están intentando abrirse camino entre las salas off de nuestro país. Muchas veces se ven cosas mucho más interesantes, arriesgadas, atractivas, novedosas y de una calidad increíble en las salas con menos aforo y medios técnicos. Gran parte de los recursos y mecanismos que tenemos los hemos aprendido de estas compañías emergentes.
Aunque trabajáis desde la creación colectiva, ¿tú vas a ser siempre quién escriba y dirija las propuestas o estáis abiertos a cambiar de roles?
Estamos completamente abiertas a la experimentación y a cambiar de roles. Si bien en este caso he asumido el rol de escribir y dirigir, estamos convencidos de que el teatro es un proceso colectivo y horizontal. No descartamos que, en futuros proyectos, otros miembros de la compañía tomen la batuta o aporten desde otros lugares creativos. De hecho, en nuestro musical La Maravillosa Alicia, la dramaturgia y la dirección fueron totalmente colectivas, sin haber roles estipulados entre nosotros.
¿Y de dónde nace hacer una obra como Acepto los términos y condiciones?
Esta obra nace a raíz de nuestro trabajo. Los tres miembros fundadores de la compañía, Marina, Adrián y yo, trabajamos juntos desde hace unos años en una empresa de escape rooms. Pasamos muchas horas observando a gente a través de cámaras de vigilancia. Es un contexto completamente distinto, pero fue el germen de la idea. Por otro lado, a mí no hay cosa que me guste más que una teoría conspirativa. Varias de mis obras hablan de ello. Durante un tiempo leí mucho sobre el caso Snowden y, después de ver el documental The Social Dilemma, se me ocurrió la posible idea de intentar contar estas historias con un estilo casi de ‘sitcom’, pero en teatro.
¿Cuáles son los temas principales que atraviesan la obra?
El tema principal de la obra es la búsqueda de la humanidad en los contextos más deshumanizados y la posibilidad de encontrar lo humano donde menos te lo esperas.
Dentro de eso, ¿qué papel juegan los traficantes de armas rusos?
(Risas). Pues porque a veces hay que recurrir a los lugares comunes para que no se pierdan mensajes concretos. Es una imagen tópica y estereotípica que nos hemos comido en cientos de películas de acción americanas. En nuestro imaginario colectivo estos personajes se colocan inmediatamente en la esfera de: ‘los malos’. Y, precisamente, son estos los que demostrarán más humanidad. Como subtemas de la obra también están la vigilancia tecnológica, el control, la soledad y la desconexión entre lo humano y lo digital.
¿Cómo es la puesta en escena que habéis elaborado?
La puesta en escena ha sufrido muchas variaciones, puesto que en el estreno disponíamos de muchos más medios de los que tenemos ahora. Nos hemos adaptado y hemos encontrado por el camino muchas cosas igual de interesantes que las que hemos tenido que dejar atrás. La propuesta original consistía de una escenografía basada en múltiples pantallas. Pantallas de pantallas. Pantallas mostrando las cámaras de los dispositivos de la gente a la que los personajes observan. No hemos podido trasladar esta idea a la nueva puesta en escena, pero sí hemos conservado la otra idea esencial de la escenificación: lo neutral, lo aséptico como un lugar inquietante y peligroso. Las mesas, las sillas, los teclados, las latas de refrescos, incluso el cubo de Rubik del personaje de Charly, todo es completamente blanco. La única nota de color la da el personaje de Clara, quien irrumpe llena de color para ir tiñendo de forma física y metafórica la situación progresivamente.
Queríamos, esencialmente, generar una atmósfera de encierro, de una oficina pequeña, claustrofóbica, hostil, toda blanca, sin ápice de humanidad.
¿Conoces de primera mano cómo funcionan las empresas de publicidad de internet y los algoritmos que nos dirigen? ¿Has tenido que investigar mucho sobre ello para escribir la obra?
Sinceramente, no tenía ninguna idea del verdadero funcionamiento de estas empresas y sus algoritmos y he tenido que investigar muy profundamente sobre el tema. De todos modos, a la hora de escribir, creo que es muy importante informarse, pero a la vez no dejar que la documentación afecte al proceso creativo. Hay ciertas cosas que suceden en la obra que rozan la ciencia-ficción y que no queríamos sacrificar en pos de un tratamiento más realista de los hechos.
¿Somos conscientes de lo que estamos haciendo cuando le damos Sí a aceptar la política de privacidad?
La mayoría no lo somos, y ese es el gran problema. Las políticas de privacidad están redactadas de forma intencionadamente compleja para que nadie las lea. En ese acto aparentemente banal de hacer clic en ‘Aceptar’, estamos renunciando a más de lo que creemos.
Más allá de ver un determinado anuncio, ¿cuáles son los mayores peligros a los que estamos expuestos cuando navegamos por la red?
La red es una biblioteca mundial de contenido sin filtrar al que se puede llegar con una facilidad pasmosa. Sin meterme en la problemática de las redes sociales, ya el simple hecho de tener esta sobreinformación lleva a la total desinformación. Cada vez más, vivimos en la cultura de la sobreestimulación y las redes son una de las principales causas. Especialmente las personas jóvenes son las más afectadas por estos peligros, puesto que están muy expuestas. Desde pequeños a los niños se les da libre uso de la red, la mayoría de veces sin informarles, prevenirles o supervisarles. Internet es una herramienta maravillosa, pero como siempre, un gran poder conlleva una gran responsabilidad y, en el caso de la red, se nos ha dado todo el poder sin tener que asumir ninguna de las responsabilidades. Como consecuencia, han aparecido muchos timos, ciberacoso, adicción a las redes, contenido ilegal o inapropiado a pública disposición, fake news y un largo etcétera.
¿La ficción supera a la realidad o es al revés?
Creo que la mejor forma de responder a esta pregunta es meterse en la sección de noticias de, por ejemplo, el periódico El País, dedicadas a la Inteligencia Artificial. Después de leer unos pocos titulares, no hay duda de que la realidad supera a la ficción siempre. Al final, la ficción no es nada más que la propia realidad.
Aunque las puertas no estén cerradas y se pueda salir, incluso teletrabajando, ¿la mayoría de la gente no son rehenes también de su propio trabajo?
Exactamente. Una de las ideas de la obra es que todos somos, en cierto modo, prisioneros de nuestros trabajos. Incluso en casa, seguimos conectados, respondiendo correos o pendientes del móvil. Esa desconexión física no siempre implica una desconexión mental. El teletrabajo da una sensación de falsa autonomía que desemboca en menos productividad. Desdibujar las líneas físicas de tu lugar de trabajo y tu lugar de descanso es peligroso.
¿Las Redes sociales hacen más mal que bien o sólo hay que hacer un buen uso de ellas?
Las redes sociales son un medio de comunicación, eso es lo que siempre hemos escuchado decir. Pero, sin embargo, no se inventaron con esa función. Por ejemplo, Facebook, donde su utilidad estaba muy alejada de contactar con un amigo que conociste en un campamento en Logroño hace dos años. Su funcionamiento y su dinámica generan comportamientos dañinos como el juicio constante o la valoración de la calidad de nuestras vidas a través de las imágenes que damos de ellas: quién parece que tiene la mejor vida.
En cambio, hay factores de las redes sociales con son extremadamente útiles y son aquellos que tienen que ver con lo más humano: contactar, comunicarnos, saber si la otra persona está bien o cómo ayudarla. Se organizan auténticas maravillas gracias a las redes, muchas causas sociales se movilizan a través de internet y en esos casos, la cadena comienza en las redes, pero se materializa a la vida real. Y eso es lo más importante. Que nosotros usemos las redes, no ellas a nosotros. Y con ellas me refiero a las empresas que ganan dinero gracias a nuestro uso. La inteligencia artificial no es quien va a cobrar vida y nos va a destruir, pero los billonarios detrás de ella, igual sí.
¿Por qué es necesario hacer fotos de todo, grabar todo y exponerse todo el rato?
Nuestra vida actual está conectada, en la mayoría de sus ámbitos con nuestro yo virtual: conseguimos trabajo por internet, compramos por internet, nos comunicamos por internet, etcétera. Eso quiere decir, que, queramos o no, nos vemos en necesidad de estar online gran parte de nuestro tiempo. Nuestra vida virtual se hace cada vez más grande, y empieza, incluso, a rivalizar con nuestra vida real. Hasta tal punto que, tenemos que trasladar la real a la pantalla. Hacemos fotos de nuestra comida, de nuestra casa, nuestro perro, nuestra madre… Llega un momento que te da la sensación de que, si no está en una pantalla, no está ocurriendo de verdad. Y también contribuye al factor tribu. Si no recibimos la aprobación de la tribu, es decir, de las personas que reaccionan a nuestras fotos, tampoco se siente satisfactorio. Hemos dejado de saber hacer las cosas para nosotros mismos.
Hay jóvenes, una minoría de momento, que por rebeldía reniegan de las RRSS. ¿Crees que es posible manejarse por la vida actual sin RRSS?
Los seres humanos somos extremadamente adaptativos. Hay que tener en cuenta que, una gran parte de los dispositivos que ahora nos parecen imprescindibles, antes eran irrelevantes, porque había otra alternativa, también funcional. Entonces, hay un alto porcentaje que es pura costumbre. Son herramientas que se han ido introduciendo en nuestra vida poco a poco y las hemos ido adquiriendo e integrando a nuestro día a día. Y, a su vez, el mundo se ha amoldado a ellas. ¿Es posible volver a atrás? Si. ¿Es necesario? Podría llegarse a un equilibrio más sano y más funcional para todos.
¿Qué pasará cuando nuestra vida esté de verdad en manos de una IA?
Si llega ese momento, por mucho que nosotros como individuos vayamos en contra de ello, será algo que la sociedad se ha ganado a pulso. Si como sociedad hemos perdido tanto la humanidad que ha llegado el extremo en el que una IA puede decidir sobre nuestra vida, tendremos que dejar que decida, porque quizá lo haga mejor que esos nosotros en los que nos habremos convertido en ese punto.
Al final… ¿En la humanidad está la solución?
Aunque me guste mucho la performance de que la IA nos va a dominar a todos, creo fielmente que la humanidad está por encima de cualquier cosa. Lo más importante que tenemos es eso y, aunque cada vez sea más difícil ponerlo en valor, considero que no hay ninguna tecnología que pueda sustituir, ya no solamente lo humano, si no nada de lo natural. La solución está en la humanidad y, sobre todo, en la Naturaleza.
¿Cómo ves la escena teatral independiente madrileña?
Como te comentaba antes, creo que gran parte de las obras que me han interesado en los últimos años las he visto dentro del circuito independiente de la capital. Hay muchas compañías creando espectáculos interesantísimos de una calidad extraordinaria. Aunque también creo que hay una dificultad muy grande de conseguir público para estas obras. No hay un espectador de teatro independiente que no pertenezca a la propia profesión teatral. Es muy complicado traer a gente que no sea del mundo del teatro a ver espectáculos en salas alternativas. Y eso genera que hagamos teatro para que lo vean las personas de nuestro círculo. Como experiencia artística es muy enriquecedora, pero como experiencia profesional existen muchos aspectos en los que hay que hacer cambios significativos.
¿Cómo es querer dedicarse a las Artes Escénicas? ¿Hay que tener siempre un plan B por si acaso?
Querer dedicarse a las Artes Escénicas es como una relación tóxica. Te estás enamorando de alguien que sabes que te va a romper el corazón, pero aun así no puedes evitar intentarlo. Es una mezcla constante de pasión, incertidumbre y sacrificio. Para mí, este mundo implica aceptar que es una carrera de fondo, donde el reconocimiento y la estabilidad pueden tardar mucho en llegar, si es que llegan.
Pero, por otro lado, sabes que nunca vas a querer nada tanto como a esto y nada te va a hacer tan feliz. Aunque te dediques a cualquier otra cosa, el teatro va a estar ahí como un paquete de galletas que te has comprado antes de decidir empezar a comer saludable, tentándote, recordándote que, aunque puede que te sienten mal después, vas a disfrutar comiéndotelas más que con cualquier ensalada. La Artes Escénicas ofrecen la posibilidad de crear y comunicar, de conectar con otras personas a través de un lenguaje que va más allá de las palabras, son una forma de generar comunidad, una oportunidad de cambio y una forma de rebeldía, a mi parecer.
En cuanto al plan B… creo que dependerá de cada persona. Hay quienes pueden vivir plenamente sin un plan alternativo, porque ese riesgo les motiva, porque no quieren dedicarse a nada distinto y canalizan todas sus fuerzas en ello. En mi caso, yo sí que soy de las del plan B, quizá porque tengo la suerte de tener otras pasiones igual de grandes que el teatro, como la docencia. Pero yo valoro la estabilidad y la tranquilidad porque sé que, si no las tuviera, acabaría culpando a mi carrera y ese amor se daría la vuelta y se convertiría en algo negativo. Al final, lo más difícil no es solo dedicarse a las Artes Escénicas, sino aprender a convivir con la incertidumbre y la precariedad que muchas veces las acompañan.
La clave está en encontrar pequeños triunfos en el camino: un buen ensayo, una conexión con el público, o incluso una colaboración creativa que te inspire. Eso es lo que te mantiene en marcha.
Revista GODOT es una revista independiente especializada en información sobre artes escénicas de Madrid, gratuita y que se distribuye en espacios escénicos, además de otros puntos de interés turístico y de ocio de la capital.