¿Cómo surge este proyecto de Futura?
Es un proyecto o una etiqueta dentro de la propia compañía exlímite. Y digo etiqueta porque es una manera de diferenciar la parte de la compañía que ha hecho Los Remedios y que ha hecho Cluster. Y lo llamamos futura para expresar que son un grupo de gente que está entre los 20 y los 30 años de edad. Eso no quiere decir, y es importante que quede clara la idea, que no se trata de una compañía joven que crea espectáculos juveniles ni necesariamente orientados a los jóvenes. La idea fundamental es que creamos esta compañía para darle espacio, responsabilidad, compromiso a la gente que muchas veces llamamos emergentes y que están ahí esperando su oportunidad y que lo que necesitan es realizar determinados trabajos, realizar determinados proyectos porque la preparación ya la tienen, pero tienen que poder ponerla al servicio del trabajo. Un artista lo que necesita no es tener más o menos edad, lo que necesita es tener el espacio y el hueco para poder desarrollar determinadas cosas. Este grupo de gente joven ya son profesionales y tienen que ocupar este espacio sin que exista esa connotación de compañía juvenil. El objetivo de esta compañía no es tanto el público al que dirigir los espectáculos, ya digo que no está enfocada en atraer a público joven al teatro, sino en desarrollar la propia sensibilidad de los componentes de la compañía.
Es verdad que en este caso, en este primer trabajo, coincide con que la obra que llevamos a cabo es una versión muy libre de El mal de la juventud, de Ferdinand Bruckner, que además requiere que el equipo que la desarrolle sea joven, pero en próximos proyectos ya veremos qué caminos cogemos.
¿Los componentes de la compañía han tenido que pasar por procesos formativos en exlímite previamente?
El tipo de teatro que yo hago está muy vinculado con el entrenamiento en determinadas técnicas muy específicas. yo trabajo con gente que ya tiene su propia formación y a partir de ahí desarrollamos otras técnicas. Necesitamos ciertas metodologías para hacer un tipo de teatro de creación más por capas, más contemporáneo y para ello yo configuro estos equipos vinculándolos mucho con el entrenamiento. En concreto el equipo de futura viene de un grupo de entrenamiento que surgió hace un par de años. Allí hicimos una pequeña pieza que estrenamos dentro de Imparables y ahí se configuró el grupo, porque yo sentí que ese grupo tenía ganas y estaba dispuesto a someterse a una producción mucho más seria, más de verdad. Como ellos ya venían del laboratorio conmigo todo el trabajo que hemos realizado tiene este telón de fondo que bebe de Suzuki, de Chéjov… con las técnicas actorales con las que trabajo que nos llevan a ciertos mecanismos de creación. Este proceso ha fusionado de una forma muy clara la investigación, la creación y luego la exhibición del montaje, que es la fase final en la que estamos. En realidad hemos escrito un texto a partir de El mal de la juventud. Hemos sometido el texto original a una investigación cañera.
¿Por qué has elegido este texto para comenzar andadura?
Yo este texto lo conocí muy joven en la RESAD y me impactó bastante. Es un texto que se trabaja muchísimo en las escuelas. Yo que soy profe en el Módulo anual de Montaje de Nave 73, en primero se suele trabajar con escenas realistas y esta obra casi siempre cae. Para mí, esta obra tiene algo como de tratado de interpretación, porque todas las escenas son escenas de conflicto, podría ser una obra perfecta para desbrozar todo el sistema Stanilavsky o de análisis, porque es paradigmática. Pero normalmente en las escuelas se trabaja con escenas sueltas, pero ha sido un gran descubrimiento trabajar la obra en su conjunto porque he descubierto muchas cosas que no sabía del texto como su tendencia al expresionismo, su libertad en la propia estructura… es una obra bisagra que surgió en la década de los 20 del sigo pasado, pero parece una obra escrita en los años 60. Es muy curiosa.
Y la he elegido por ese vínculo personal que tenía con el texto, por esa impronta que me dejó en su momento. Y también porque viendo el grupo de trabajo que tenía pensé que podía encajar muy bien este texto con ellas y ellos. Les quería hacer la pregunta sobre cuáles son los males de ahora, quería escuchar lo que tuvieran que decir.
Es curioso lo que comentas, porque esta obra no se representa mucho en el teatro de aquí, actualmente.
Sí, es cierto, no se representa mucho. El año pasado en el Estudio de Juan Codina hicieron una versión de escuela, pero como montaje profesional en sí, creo que lo último que se hizo fue la versión de Andrés Lima en 2010 en La Abadía, y era un montaje historicista ambientado en los años 20, una maravilla. Y la razón por la que no se lleva tanto al teatro es porque igual que te digo que tiene cosas muy modernas, también tiene cosas muy extremas que igual no han envejecido bien, no saltan los tiempos, y hay que intervenir el texto. Y nosotros lo que hemos hecho es un trabajo a partir del original, hemos cogido el material embrionario pero en realidad, el texto es completamente nuevo y hemos mantenido como un diálogo con la obra original a través de los personajes y ciertas cosas que suceden en la trama, pero la hemos modernizado y adaptado a nuestros días. Hay obras que necesitan cierta reescritura para no quedarse como meras piezas de museo y esta es una de ellas, yo creo.
¿Cuál ha sido la investigación que habéis llevado a cabo sobre el original para trasladarlo después a la realidad de nuestros jóvenes?
Primero fue un trabajo profundo sobre la obra original, tratando de entender qué es lo que la obra nos quería decir, cuáles eran los temas principales que se ponían encima de la mesa, que resultan ser muy contemporáneos, porque se nos habla de la falta de oportunidades, de la ambición de los personajes, del tema de las drogas, el alcoholismo, la prostitución, el suicidio, el lesbianismo, algo muy complicado de ver en una obra de esa época… y creo que son temas que siguen estando encima de la mesa ahora mismo. Y luego también trabajamos para entender cómo eran los personajes, porque realmente la segunda fase de la investigación fue cómo poder trasponer a esos personajes a la luz de hoy. Y entonces nos hicimos la pregunta de cuáles son los males que acechan a la juventud de hoy. Y en ese debate salieron un montón de cosas vinculadas con los estados de ansiedad, depresión, la necesidad de estar continuamente haciendo cosas, de una relación con el tiempo muy particular en la que si te paras te deprimes y por eso no pueden parar, todo muy vinculado con el F.O.M.O. (el llamado ‘temor a perderse algo’).
Y luego también cierto desencanto en relación a los viejos ideales de participación colectiva. Hay como un individualismo latente que pesa mucho, eso de que uno mismo tiene que buscarse su propia vida, de que te tienes que construir a ti mismo, que es un discurso que está muy apuntado en la función que proponemos y que nosotros hemos llevado al extremo, eso de que sólo tú te puedes salvar. Y eso afecta mucho al tipo de relación que establecemos con los demás, ya sea de pareja o de amistad. Y todo eso lleva a conductas excesivas en todos los sentidos, al uso de los demás sin miramientos y cómo el trastorno mental es como un telón de fondo, una especie de malestar existencial constante, como un nuevo existencialismo en el que hay un sujeto que no está a gusto del todo con la vida. Y si no eres lo suficientemente fuerte puedes llegar a caer, y por eso vemos tantos casos de suicidio, que es una cifra verdaderamente alarmante, de gente que es incapaz de agarrarse a nada ni a nadie y no encuentra otra salida que la de quitarse la vida.
A estas alturas de la vida y de la evolución, uno pensaría que habríamos alcanzado un mundo más colaborativo, pero nos hemos convertido en sujetos más depredadores de nosotros mismos y de los demás.
Así es, de hecho nosotros en el texto tenemos una metáfora sobre las gacelas y leopardo. Pero es curioso porque uno puede ser también gacela y leopardo al mismo tiempo. La juventud de hoy es muy ambivalente. Y las redes sociales tienen mucho que ver en esa ambivalencia, son redes que me conectan, pero también son redes que desconectan de mí mismo y de los demás, porque lo que generan es mucho malestar porque siempre voy a ver modelos de conducta que estén por encima de mí, que consiga más cosas o simplemente que consiga aquellos objetivos que yo me he marcado en la vida pero a los que no estoy llegando. Siempre va a haber alguien que sea más guapo, que tenga mejor cuerpo, mejor trabajo, más dinero, más éxito, más seguidores… y eso es algo que genera mucha angustia, pero que no se queda únicamente en las redes sociales, ya que también afecta a las relaciones que tenemos física y emocionalmente con los demás, porque nos proponemos conseguir unas determinadas cosas independientemente de las consecuencias que tenga eso, con nosotros mismo y con el impacto que generamos en los demás.
Sin embargo, hay muchos grupos de enseñanza como vosotros, Grumelot, [los números imaginarios]… que abogan por lo colaborativo.
Sí, es cierto, es que creo que no hay otra. Para mí, que fui de vivir intensamente el 15M, del que ya han pasado 10 años, es fuerte enfrentarte a todo esto, porque de verdad pensábamos que estando todos juntos podíamos conseguir más cosas. Yo siempre he creído en el teatro de compañía y lo que más me conmueve de este trabajo es trata de infectar a esta gente de que si nos juntamos y vamos hasta el final podemos lograr muchas cosas y muy buenas. En los años 70 y 80 del siglo pasado había ese compromiso del teatro de compañías teatrales que cambiaban las cosas trabajando en común. Ahora se extiende más la idea del actor/actriz como mercenario que se busca la vida solo… hay que aceptar que el signo de los tiempos cambia. Es difícil encontrar ese compromiso, ese querer estar en un sitio donde yo estoy trabajando para un colectivo y el colectivo también está trabajando para mí. Por eso, si algo tiene esta obra es la potencia de ver a siete intérpretes desplegando su individualidad y su talento y al mismo tiempo trabajando juntos por un bien mayor. La propia obra reflexiona mucho sobre eso, sobre el individuo y el grupo de amigos.
Yo he hablado con gente de #Futura por otros trabajos y sí que tienen en la cabeza la idea de crear compañía, de trabajar juntos entre ellos y con otras compañías en su situación porque creen que así será más fácil, por eso es curioso en esa ambivalencia que comentas, trabajan con dos ideas contrapuestas en la cabeza.
Es que tienen que estar en los dos sitios a la vez dada la situación del sector. Lo más normal es que estés en el proyecto que has creado con tu gente, pero como también es tan complicado sacar la cabeza por ahí, si les surge la oportunidad de hacer camino de forma individual lo van a hacer para lograr sus objetivos. Lo tienen complicado y por eso yo creo que es importante un proyecto como #Futura.
En la obra habláis también del cuerpo como un territorio inexplorado.
Para mí el cuerpo en el teatro, desde el punto de vista de la ficción, pero también desde el punto de vista de la representación es el epicentro, todo pasa por el cuerpo. Y en esta obra, a pesar de ser una obra con mucho texto, lo importante es la acción interna y cómo los personajes están afectados físicamente de estados que están al límite de ser estados alterados, y está siendo un camino muy interesante de buscar un tipo de actuación que bordea lo histriónico y que bordea estilo diferentes y de repente es comedia, pero se vuelve farsa y luego deviene en un drama intimista… y en esas estamos llevando los cuerpos un poco al límite. La obra es como una gingkana y eso hace que la fisicalización de las escenas de la acción generen un cuerpo muy plástico, al borde del colapso, lo que viene a representar esas ideas de las que hemos venido hablando que es el malestar crónico que sufren, de que si paran todo se viene abajo. No queríamos caer en un realismo situacional que es el peligro de la función, porque se puede volver muy discursivo y muy televisivo, porque en realidad la trama de la obra es muy simple, lo que es importante es cómo están los personajes, cómo transitan por esos diferentes estados. Hay muchas luces y muchas sombras en los siete personajes y para eso, el tipo de acción y de fisicidad que se traslada desde el trabajo de interpretación tiene que ser muy fuerte.
Todo esto parte un poco de la idea que tenéis de exlímite como proyecto.
Sí, seguimos trabajando en esa dirección que nos propusimos cuando empezamos. En este caso, los laboratorios de exlímite han servido de plataforma y de espacio de gestación para este nuevo proyecto y luego, la compañía ha absorbido esa energía para hacer esta producción llamada De la juventud bajo la etiqueta de #Futura. exlímite como espacio de creación, desarrollo e investigación favorece el llevar a cabo este tipo de espectáculos que luego la propia compañía absorbe.
Yo estoy muy contento con esta nueva compañía, con el trabajo que están haciendo Mercedes Borges, Inés Collado, Daniel Guerro, María Martínez Rivas, Micaela Portillo, Daniel Jumillas, Paula Varela… todxs ellxs son geniales. Yo estoy tratando de romper los techos de cristal y les intento trasladar que juntos y juntas podemos ir más allá, tengamos fe…