Se desarrolla en Madrid por estas fechas y desde 2008, un pequeño festival de danza en el que compañías y creadoras que trabajan el pequeño formato y la experimentación, fuera de los circuitos más populares, hayan un lugar de encuentro y soporte. Se trata del Festival Miradas al Cuerpo celebrado en el Teatro Lagrada, que en esta edición número quince tendrá lugar del 3 al 26 de junio. Tanto su director, Miguel Torres, como las cuatro compañías participantes, nos hablan de los trabajos que se verán y de eso que llamamos danza emergente.
Una oportunidad para empezar a crecer
Por Mercedes L. Caballero (unblogdedanza)
Foto destacada: Imagen de Un huevo, cuatro sardinas.
A Miguel Torres, director del Teatro Lagrada, una pequeña sala ubicada en la calle Ercilla de Madrid, nacida en el año 2000, se le ilumina la voz al hablar de la muestra Miradas al Cuerpo, un modesto festival de danza que se celebra en este espacio desde 2008. “Soy una persona de teatro, no tanto de danza, y cuando veo las propuestas que recibimos para participar, entiendo la riqueza y el interés que se da en trabajos alrededor del movimiento. Diferentes, abiertos, libres…”. Explica el director de la sala y del festival, “aunque nació bajo iniciativa de Maite Larrañeta, verdadera ideóloga de Miradas”, puntualiza, que no existe una convocatoria como tal para la recepción de propuestas, “el conocimiento que se tiene de la muestra hace que durante todo el año vayamos recibiendo trabajos que van pasando por una selección con asesoramiento externo, por parte del colaborador Emilio Tenorio”. Quince piezas en total alrededor de la danza han llegado para participar en esta edición; de todas ellas, se verán propuestas de la creadora Sol Bribiesca, la compañía francesa Le Mouvemencier, la Cía. Malditas lagartijas y la Cía. La Piel.
Entre las cuatro agrupaciones suman más de treinta años de trayectoria, sin embargo, por diversas razones, casi todas comprendidas en una falta de amparo escénico, se ven a menudo con la palabra emergente “instalada como coletilla en nuestros apellidos”, explica Beatriz del Monte, directora de la Cía. Malditas lagartijas. “Sentimos que es muy difícil solidificar una carrera artística en las condiciones en las que trabajamos, por lo que lleva muchos años de constancia generar un reconocimiento. Las carencias son evidentes, por un lado el arte y el sistema económico de nuestro país están reñidos”.
Luis Agorreta, bailarín y coreógrafo, codirector de la Cía. La Piel junto a José Reches, que presentará un programa triple, pone además el acento en la gran diferencia existente entre creación y producción de danza y las posibilidades reales de su exhibición. “Las compañías se enfrentan a un panorama de programadores y gestores culturales poco predispuestos a programar danza fuera de lo que son las grandes ciudades, que dificulta las giras y la estabilidad. En general, se arrastra un clima de precariedad típico de la danza ya desde hace décadas”.
Es por todo ello y más, que parece resultar del todo imprescindible que festivales como Miradas al Cuerpo, pequeño, sí, pero también revelador, ocupen la escena alternativa para cubrir huecos y paliar carencias. “La oferta que podemos abarcar tiende a ser para compañías jóvenes, nacionales e internacionales, para gente que, de alguna manera, está iniciando su carrera o no es muy conocida, pero necesita un espacio para empezar a crecer”, apunta Miguel Torres. “Esta labor tan importante es una de las principales que llevamos a cabo las salas alternativas”. El Teatro Lagrada pertenece a la Red de Teatros Alternativos, formada en la actualidad por 54 espacios de todo el Estado.
Bicéfalo. Dirección y coreografía: Sol Bribiesca. Del 3 al 5 de junio.
Los miedos, a una misma, al otro, a lo que somos y no sabemos, a lo que podemos llegar a convertirnos, atraviesa esta pieza para seis intérpretes que supone el primer trabajo colectivo de la creadora mexicana afincada en Madrid desde hace quince años, Sol Bribiesca. “Una parte muy interesante de la pieza es que el rol entre víctima y victimario va cambiando. Como sociedad parecemos ensimismadas con el individualismo como piedra angular del capitalismo. Hay un momento en que jugamos con el espejo en una reflexión sobre cómo lo que percibimos del otro puede ser el exceso de uno mismo”.
Interesada en el teatro físico, el postdramático, la danza contemporánea, la performance y la composición a tiempo real, “por potenciar el presente y lo efímero del acto escénico”, Bribiesca se enfrenta a este primer montaje grupal, con todas las ganas de quien empieza, pero también el conocimiento de la experiencia. “Estoy muy contenta con el grupo que se ha formado y me encantaría poder consolidarlo. Habrá que ver, porque soy consciente de la dificultad de formar compañía”.
Sólo quería que fuésemos a ver el mar / Je voulais juste qu’on aille voir la mer. Cía. Le Mouvemencier. Del 10 al 12 de junio.
“Este espectáculo, para dos bailarines, cuenta la historia de dos individuos que son radicalmente opuestos. Sin embargo, se encontrarán unidos alrededor de un mismo objetivo: el de ver el mar”. Con estas palabras habla Princy Borgne, autora, directora, coreógrafa e intérprete junto a Antonin Vanlangendonck, de la pieza que pondrá el acento internacional a Miradas al Cuerpo. Afincados en París, “aunque pasé dos años en Madrid donde aprendí mucho de directores como Luis Buñuel, Carlos Saura o incluso Pedro Almodóvar, cuyo tratamiento de la imagen y la construcción de los personajes que manejan me influyeron”, explica Borgne, llevan trabajando alrededor de la danza, la voz, el vídeo, la música “o incluso la luz, herramientas de narración completas”, desde 2011. “Queremos invitar al espectador a sumergirse en un relato poético, durante el cual deberá cuestionar los fundamentos de su propia existencia, así como nuestra capacidad como individuos, para no dejar que nuestros instintos y creencias nos hagan sordos al otro”.
Evlilik / NINDA, las cinco fases del duelo / DUX. Cía. La Piel. Del 17 al 19 de junio.
Fundada en el año 2002 por el experimentado bailarín, coreógrafo y pedagogo José Reches, y codirigida junto al también bailarín y coreógrafo Luis Agorreta desde 2020, la compañía La Piel es la que más trayectoria acumula de todas las que componen esta edición de Miradas al Cuerpo. Su participación cristaliza en un programa triple que incluye las piezas cortas Evlilik (un dúo con coreografía y dirección de Agorreta, interpretado por María Moguer y Adrián Díaz); NINDA, las cinco fases del duelo (un solo con dirección, coreografía e interpretación de Luis Agorreta) y DUX (un dúo interpretado por Agorreta y José Reches con dirección y coreografía de este último). En conjunto, un programa de 60 minutos de duración por el que planea el amor, el conflicto y el duelo en cualquier pareja. “Nuestra compañía aporta cualidades de movimiento, fluidez, técnica depurada, lenguaje personal, trabajo de contacto y suelo, además de creaciones arriesgadas e imágenes atrevidas. Entendemos el cuerpo como protagonista absoluto, sometido a transformaciones y deformaciones, se compromete en el momento escénico y cuestiona la naturaleza humana”, declara Luis Agorreta.
Un huevo, cuatro sardinas. Cía. Malditas lagartijas. Del 24 al 26 de junio.
Obra multidisciplinar itinerante entre la instalación, la danza-teatro y la escucha histórica, Un huevo, cuatro sardinas está basada en la historia Kika, bisabuela de Beatriz del Monte, directora de la compañía. “En 2018 sentí la necesidad de crear una obra que recogiese la guerra y la posguerra desde la cotidianidad de los hogares. Hay un imaginario colectivo de esos años creado desde un lugar explícitamente bélico, sin embargo la historia contada desde las mujeres, desde el silencio que vivieron, desde el dolor y la revolución que era levantarte y hacer un puchero con lo que hubiese… de eso se ha hablado menos”, declara la autora. “Es una autoficción familiar en tres actos que pretende actuar de puente con les espectadores para ofrecer un espacio donde el silencio se rompa y la herida cicatrice”. El trabajo, un solo dirigido e interpretado por del Monte, se enmarca en los intereses artísticos de esta creadora que pasan por el pensamiento crítico, el transfeminismo, la memoria histórica, las costumbres y su revisión, y las artes concebidas como medio de transformación social. “Propongo el cuerpo como un contenedor múltiple, disponible y permeable a lo que la escena requiera. Desde ese lugar se genera un lenguaje híbrido que alberga danza, teatro-físico y performance”, concluye.