¿De dónde nace la idea de versionar esta novela de Gabriela Cabezón?
Emilia Dulom: La idea nace de un ciclo de literatura y teatro feminista llamado Enredadera que se realizó en Buenos Aires y que contactaba a autoras contemporáneas argentinas con directoras de teatro para hacer una versión corta sobre sus novelas. En ese ciclo estuvieron autoras como Fernanda Laguna, Fernanda García Lao y también Gabriela Cabezón Cámara. Las organizadoras del ciclo me invitan como directora y es así como se realiza una primera aproximación al material que se estrenó por primera vez en su versión corta en el sótano de una librería en San Telmo.
¿Habéis hablado con ella para que os ceda los derechos?
Amelia Repetto: En 2022 Gabriela Cabezón vino a Madrid para dar una charla sobre literatura y sobre sus libros, en ese momento yo consigo verla y hablar con ella y Gabriela recordaba con mucho cariño la versión teatral que habíamos hecho en 2017. Ahí se inicia un diálogo más profundo con Gabriela en el cual ella nos otorga los derechos para realizar la versión teatral de su novela y poder estrenarla en España.
Para quién no la conozca, ¿nos podéis hablar un poco sobre esta escritora y el tipo de novelas que escribe?
Amelia Repetto: Gabriela Cabezón Cámara es una autora argentina contemporánea que se ha vuelto emblemática para nuestra cultura y para la literatura latinoamericana por su prosa inconfundible, audaz, social y política. En la que todos estos elementos se combinan con el realismo mágico y niveles sociopolíticos crudos. Se caracteriza por un abordaje lírico irreverente, se mete en lugares de riesgo y con unas artimañas del lenguaje que se vuelven magnéticas para quien la lee.
Es difícil hablar de ella y no ser mezquinas con las adjetivaciones o los significantes porque Gabriela hace un tipo de literatura que atraviesa el cuerpo, te deja atónita y como toda gran novelista o poeta genera la posibilidad de manifestar lo innombrable y de darle cuerpo al menos en la imaginación. Es difícil hablar de su obra porque es su obra la que habla por sí misma y se vuelve protagonista.
Gabriela ha escrito novelas como Las aventuras de la china Iron, La virgen cabeza, Beya, Las niñas del naranjel… entre otras, ganando premios internacionales como Montluc Resistencia y Libertad que se otorga en Francia a autores cuyas obras simbolizan resistencia a la opresión o bien constituyen en sí mismas, un acto de resistencia. Creo que eso también puede definir un poco su trabajo.
¿Cómo ha sido la puesta en escena que habéis hecho sobre Romance de la negra rubia?
Emilia Dulom: La puesta en escena propone habitar algunos de los espacios que relata la novela: una casa okupa, una galería de arte en Europa, una cabaña en el Delta del Tigre… a través del relato de la protagonista que monta una performance en el espacio teatral para contarnos en primera persona su historia. Junto al equipo de diseño escenográfico, lumínico y proyecciones (Laura Voskian, Dani Paiva de Miranda y Hamer Framazi) decidimos trabajar la idea de un espacio fragmentado que refleje de alguna manera el relato entrecortado de la narradora y esto se logra a través de la propuesta conjunta de luces, escenografía y proyecciones. Creo que para que se entienda todo bien hay que ver la obra (risas).
Emilia, ¿cómo ha sido el trabajo que has hecho con Amelia para que se meta en la piel de Gabi? ¿Qué directrices le has dado?
Emilia Dulom: Allá por 2018, cuando hicimos la primera puesta de esta obra en versión corta, convoqué a Amelia porque había algo en ella que ya conformaba una conjunción entre la negra y la rubia. Su apariencia física narra un tipo de belleza hegemónica que su personalidad y su energía actorales no acompañan, y esa tensión me parecía que podía encarnar muy bien este personaje tan delirante en un punto, pero tan cercano también. La negra rubia habla de que no todos nos identificamos con aquello que ‘parecemos’ y que son muchos los factores que hacen a la identidad sexual, cultural, de clase social etc.
Esto es algo que Amelia, por su sensibilidad y su historia, comprendió perfectamente, por lo cuál no hubo que trabajar demasiado para encontrar la contradicción y la intensidad de este personaje. Luego, el proceso tuvo más que ver con ir encontrando los matices más sensibles y vulnerables.
Y Amelia, ¿a qué has apelado para dar vida a Gabi? ¿Qué te ha servido de referencia?
Amelia Repetto: Para dar vida a Gabi primero he apelado a mi singularidad de sujeto, ¿qué de las cuestiones que encarna este personaje me interpelan a mi como sujeto? ¿Cuáles son las cuestiones que a mí como sujeto me atraviesan, me conmueven y me emocionan? También me inspiré en líderes políticas argentinas cargadas de mucha fuerza y potencia escénica que me ayudaron a pensar el cuerpo femenino como campo de resistencia pero también de espacio poético y de irreverencia.
Mi personaje encarna a dos mujeres, el de Gabi y el de su amor, Elena, la suiza. Para construir estos personajes he tomado referentes del cine y teatro clásico, como se mueven como actúan, para intentar imprimirle a estos dos personajes tonos que a mí me seducen de estas actuaciones que me parecen magnéticas, he intentado hacer el ejercicio de teñido que es intentar capturar algo de esas singularidades de la actuación pero atravesadas por mi propia singularidad, intentar impedir el ejercicio de mímesis sino más bien hacer una metabolización de esas actrices que me cautivan profundamente, intentando realizar pequeños tributos desde mi humilde lugar en la escena.
Es una obra escrita con una rítmica muy marcada… ¿Habéis respetado la musicalidad del texto o habéis tenido que adaptar mucho para el teatro?
Amelia Repetto: La obra respeta la métrica, la lírica y la sintaxis que ha escrito Gabriela casi a rajatabla. Lo que hemos hecho es habitar y cargar de emoción y humanidad esos textos para que quien vea la obra sienta que no es lo mismo leer el texto que ver la novela. Hay una operación desde la narrativa a la dramaturgia y esa operación es llevada a cabo por el cuerpo en escena, el cuerpo vivo. Si bien Emilia realizó la adaptación de la novela también utilizó procedimientos de la dirección actoral para hacer este pasaje de narrativa la dramaturgia a través de procedimientos escénicos y de la actuación.
El texto tiene una potencia única y arrolladora y por eso entendíamos que es importancia que la actuación se monte sobre la propia actuación para no quedar aplastada por la magnificencia del texto sino que ambos actuación y texto se fusionen para generar una nueva otredad, algo de otro orden, que no le pertenece ni a la literatura ni al teatro sino que le pertenece a la fusión de los mismos y ambos campos se potencian.
Aunque es una novela corta, se adentra en muchos temas interesantes y controvertidos. Para mí, son cuatro ejes fundamentales: La religiosidad popular, la idea del amor romántico, la demagogia política y el consumo de arte… ¿Estoy en lo cierto? ¿Me dejo algo?
Emilia Dulom: Bueno, depende desde el punto de vista del que se mire. Yo diría que religión, política, amor y arte, seguro. Pero dejaría los conceptos así más abiertos, porque siento que la obra puede plantear ideas hasta contradictorias en cada uno de estos temas. Otro tema muy importante que no dejaría afuera es el poder. Las relaciones de poder, qué significa tenerlo, cómo se construye y se destruye y de qué forma nos esclaviza también. En el personaje de la negra rubia el poder surge de la tragedia, de la pulsión de muerte y luego se va transformando y la va llevando por zonas más o menos luminosas pero al final acaba decidiendo alejarse de él. Creo que el poder es su relación más tóxica.
Sobre la religiosidad, el personaje principal tiene un gesto exagerado que desencadena todo. ¿Hoy, las cosas siguen funcionando como en la antigüedad, el sacrificado es tomado como símbolo por el pueblo? ¿Seguimos necesitando de mártires?
Amelia Repetto: Es una pregunta que me cuesta responder porque siento que hablar sobre lo que hace o deja de hacer el pueblo sería una posición un poco megalómana. Desde mi cosmovisión creo que el pueblo es heterogéneo y diverso y que cada vez necesitamos más entender la heterogeneidad del pueblo, entender la existencia de las minorías y poder desplazarnos desde nuestros espacios de intelectualidad para abrir la escucha.
Hay una noción de pueblo que es escrita o nombrada generalmente por una posición de poder, normativa y hegemónica. En lo personal prefiero pensar que quizás lo que necesita el pueblo es una cuestión de la escucha más que de la opinión.
No sé si seguimos necesitando de los mártires pero me gustaría que no fuese así. Creo que lo que hace la obra es no intentar dar una mirada totipotencial sobre lo que es el pueblo y que entonces se vuelve singular porque se vuelve la historia de una persona, de un ser que es vulnerable y también fuerte pero es la singularidad de su historia la que en ese contexto es abrazada por las masas y por las minorías. En este personaje conviven la historia de una popularidad desmedida como así también lo singular, lo vulnerable.
¿Llama la herencia del mártir al martirio de los otros? Me hace pensar en los judíos y su historia posterior al holocausto, o en gente que ha crecido en entornos familiares de violencia que luego reproducen esa misma violencia en sus relaciones posteriores…
Amelia Repetto: Creo que cuando una ve una obra artística o lee una novela por la cual se siente identificada, atravesada o conmovida, es porque esa obra toca notas que tienen que parten desde premisas singulares para abordar premisas universales y cuando esto ocurre la obra trasciende de alguna manera. Pienso que esas asociaciones las puede hacer el espectador, pero como artista no me gustaría hacer un cierre de sentido sino apelar a la multiplicidad de sentido para que también esta obra pueda abordar temas tan trascendentes para la humanidad como los que mencionas, así como nuevos temas que nos atraviesan en la sociedad posmoderna y que no dejan de ser impactantes para la gestación del sujeto y del inconsciente colectivo.
Creo que la violencia es un tema que lejos de resolverla la humanidad cada día que pasa la acrecienta más, las guerras, los feminicidios, el genocidio de los pueblos es un tema que nos esta atravesando en el presente y que estamos lejos de resolver. Los mártires existen, mientras hablamos mueren en el mundo muchas personas víctimas de un sistema perverso y despiadado que conviene para que el poder se siga perpetuando en las mismas manos.
¿Es posible construir relato y llegar lejos desde escenarios contraestatales o es algo utópico?
Emilia Dulom: Es posible, pero sucede en muy pocos casos si miramos la imágen completa. Sobre todo lo de llegar lejos. Siempre estamos construyendo relato, pero muy pocas veces ese relato que construimos desde los márgenes del teatro independiente impacta de manera significativa en la escena cultural actual, lamentablemente.
En la novela se parodia del amor romántico. ¿La relación de Gabi con Elena se dibuja como un análogo queer a un cuento de hadas clásico?
Emilia Dulom: Sí, es una relación muy idealizada donde ellas, de alguna manera, se consumen la una a la otra. Hay una fascinación entre ellas que pareciera surgir de ser dos polos opuestos, dos caras de una misma moneda. Sin embargo, eso es una lectura, una interpretación. Lo que me resulta más interesante del abordaje que hace Gabriela de esta trama romántica, es que no hace un juicio de valor sobre lo que ellas tienen, no lo opina. Es un amor potente y profundo que las dos viven intensamente a pesar de los prejuicios externos. Al trabajar esa parte de la historia lo hicimos conscientes de la toxicidad del vínculo en muchos niveles pero intentando transmitir la pureza y la visceralidad con la que la protagonista vive el sentimiento.
¿Cuáles creéis que son las mayores perversidades de esos conceptos del amor romántico que tenemos metidos en la cabeza?
Emilia Dulom: Bueno, sobre todo la idea de la posesión, del otre como algo que me pertenece. Creo que es la idea que aparece de forma más contundente en esta historia de amor. Pero insisto, lo interesante es que la expone con claridad y llevándola a un extremo delirante y a la vez sin juzgarla.
¿Qué significado tiene lo del trasplante de rostro?
Emilia Dulom: Por un lado es una manera de representar la simbiosis y fusión amorosa, y por otro es una forma que tiene la autora de poner en jaque el concepto de identidad. Es una metáfora que funciona en varias capas, pero creo que explicarla demasiado puede cerrar sentidos para el espectador.
En la obra también se alude al mundo del arte performático y el tipo de consumo que se realiza de estas obras. ¿En qué sentido se aborda eso?
Amelia Repetto: Creo que la obra se hace cargo de estos dos universos y los evoca, por momentos se ríe y los parodia porque se da cuenta hasta dónde llega el absurdo del absurdo, pero si bien lo parodia también registra que eso es ella y que ella (Gabi) forma parte de ese mundo.
Esta obra toma la performance como procedimiento, dialoga con ella, la abraza pero también se ríe de ella misma. Es por eso que intenta apoyarse en el elemento fundamental que es lo teatral para adentrar el teatro dentro del teatro y la performance dentro del teatro. Como amante del teatro lo abrazo y lo defiendo como si ese fuese mi último estertor de vida, pero también entiendo que ambas disciplinas pueden nutrirse, que en el fondo son significantes que se aplican de una o otra manera para cargar de sentido algo que tiene que ver con esta expresión artística tan humana y milenaria.
¿Cuánto vale el show en esta sociedad del espectáculo?
Amelia Repetto: No sé cuánto vale el show, lo que sí sé es que hay una normativa hegemónica que impera a la hora de decirnos dentro del sistema capitalista cómo debemos mostrarnos. Estamos arrasados por las redes sociales y utilizo el significante arrasados porque le doy un tinte peyorativo a las mismas. Es el sistema del consumo quien decide cómo debemos mostrarnos para entrar en una lógica absurda de un permanente deseo insatisfecho que apela al consumo para llenar el hueco irrellenable.
Entonces encuentro en el teatro independiente una forma de militancia a este sistema, porque es la fuerza de nuestro deseo genuino lo que hace que este evento casi mágico ocurra. No hay dinero, no ganaremos dinero, no ganaremos nada en términos de exitismo capitalista, pero lo que sí ganamos es la comunión de un grupo de artistas de diferentes partes del mundo que se pusieron de acuerdo para hacer un acto poético saliendo de las lógicas de especulación sin importar lo que el sistema espera de nosotras, sino porque es la forma que encontramos de dialogar, de pensar y de transitar la existencia.
¿Qué vale tu vida si no te están mirando?
Amelia Repetto: Mi vida, mi existencia, vale en tanto y en cuanto pueda producir lenguajes que se vuelvan irreverentes en relación a los claustros de la realidad y del sistema. No es que sea una antisistema, sino que hago teatro, actuó, dirijo, pero no para ser avalada por la mirada del otro, sino porque encuentro en el acto de creación de lenguaje una forma de habitar el mundo. Hago esto porque sino mi vida no tendría sentido, hago esto porque me libera, me deja imaginar, me deja desear sin importar hacia donde voy. Obviamente que el teatro se nutre de la mirada del otro como acto en sí mismo, así como las novelas necesitan de lectores, el teatro necesita de espectadores, pero eso no define las reglas de mi vida, lo que define mi vida es la posibilidad de subvertir esa mirada del otro. La imaginación es un superpoder, si la vida se tratara de ser una superheroína, porque imaginando podemos existir de una manera más apacible, más allá de lo que opine o diga la mirada del otro. Jacques Lacan decía algo así como que en el “estadio del espejo nos constituimos a partir de la mirada del otro”, pero lo que el teatro hace es entender que esa mirada puede ser múltiple y diversa y que lo impera es la potencia poética del campo imaginario.
Hago esto porque no se habitar el mundo de otra manera, lo intenté pero no pude y aunque el teatro es a veces un sinsentido y es minúsculo se vuelve la fuente de fortaleza para mi existencia.
¿Al final todo da igual, nada tiene sentido? Como se dice en la novela…
Amelia Repetto: Todo no da igual y tiene mucho sentido porque el teatro que hacemos intenta romper con los claustros imperativos de una realidad arrolladora y en tanto y en cuanto podamos salir aunque sea por un segundo de ese sinsentido que es la vida podemos encontrar un sentido más elemental. Puede sonar burgués, de persona blanca lo que digo, pero en lo personal he atravesado mi vida llevando el teatro como docente a espacios como una cárcel de máxima seguridad, hospitales públicos de salud mental de la periferia de Buenos Aires y es ahí donde observé la potencia arrolladora de este acto absurdo del actuar. Este acto de sanación y de emancipación del sujeto es lo que puede tener el teatro porque se revela contra la realidad.
Si miramos bien, la realidad es un sinsentido y es ahí cuando no veo manera de poner velo a esta agonía de la existencia humana y entonces es donde aparece el teatro como un punto minúsculo e insignificante pero que al menos genera la posibilidad de una nueva otredad.
¿Cómo os hace sentir el formar parte de este Ciclo de Teatro Argentino?
Amelia Repetto: El teatro argentino es algo que en lo personal nos enorgullece y es parte de nuestra identidad el espacio en el cual hemos crecido. En lo personal, muchas veces tengo mucha melancolía de no estar vivenciando el teatro argentino es por eso que veo a este ciclo como una bocanada de aire fresco, un impulso de vitalidad para todas las argentinas que amamos el teatro y que encontramos en este un espacio de pertenencia y de identidad. Es por eso que nos hace sentir una alegría inmensa poder traer un fragmento de nuestras narrativas a Madrid, a España. También es una manera de generar una sensación de hogar y por eso estamos muy emocionadas y agradecidas a Viviana e Israel de El Umbral de Primavera que hacen que la llamita del hogar se encienda.
El Umbral de Primavera hace un trabajo épico, se ha convertido en un lugar de referencia para todas las teatreras argentinas y destacamos la labor que hacen con tanto amor y esfuerzo para que este espacio se mantenga y sea un lugar de referencia para nuestro cono Sur. El Umbral abre el diálogo y hace que sea posible algo que aun la tecnología no ha logrado, que es generar una interconexión teatral entre ambos continentes, los cuerpos están aquí y allí cuando entran a ese espacio intersticial que no por nada se llama ‘umbral’, es ahí en ese espacio simbólico y real que una se siente en ambos países y eso genera una sensación de mucha alegría.
¿Qué diferencias encontráis entre la escena teatral de Buenos Aires y la de Madrid?
Amelia Repetto: En lo personal vivo hace dos años en Madrid y aun no me siento apta para hablar del teatro madrileño. He podido acceder a producciones y artistas de otras partes de Europa que por estar aquí son más fáciles de ver. La gran diferencia que veo con Buenos Aires es en el teatro independiente, allí el teatro independiente es infinito, aunque veremos qué pasa ahora con las nuevas políticas ultraliberales que atentan contra la cultura. Aquí en Madrid el nivel de producciones independientes creo que es menor.
En el circuito comercial de Madrid son muy prolíficos los musicales y en Buenos Aires es menor este tipo de producciones, pienso que esto se atribuye a una cuestión cultural y económica.
Toda la cartelera de obras de teatro de Madrid aquí