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El bar que encumbró a Francesco Carril

«Mi obsesión es no poner el piloto automático y hacer de la función cada día algo nuevo»

 

Estamos a escasos días de la celebración de los Premios MAX y una de las candidatas con más nominaciones es El bar que se tragó a todos los españoles, una producción del CDN que ha arrasado desde el mismo momento de su estreno. Escrita y dirigida por Alfredo Sanzol, con el que ya hablamos con motivo del estreno, cuenta con Francesco Carril como protagonista de esta road trip teatral a la que, no podía ser de otra forma, opta para llevarse la manzana a Mejor Actor.

Precisamente con él es con quien hemos querido hablar. Una tarde, antes de la función, nos acercamos al Teatro Valle-Inclán, donde el espectáculo encara su recta final, para encontrarnos con este actor que, trabajo tras trabajo, va conquistando al público con esa manera tan personal que tiene de hacer suyos los personajes a los que habita. Gane o no gane el MAX, lo que sí tenemos claro es que Francesco es uno de los actores con más cosas interesantes que aportar a nuestro panorama teatral.

 

La magia de convertir las palabras de otro en propias

 

 

Por José Antonio Alba

Foto portada Luz Soria

 

El bar que se tragó a todos los españoles es uno de los mayores éxitos de la temporada pasada, que ha regresado y que está volviendo a arrasar, ¿qué sensaciones despierta esto viviéndolo desde dentro?

Desde dentro lo vivimos haciendo la función todos los días, o sea, haciéndola como un día más. Nosotros la comenzamos a hacer cuando todavía no había sido este bombazo, y la función es la misma. Por supuesto te alimenta y te da mucha ilusión que haya tenido una acogida tan grande, pero el día a día, si pudieras oír las conversaciones que tenemos dentro, entre escenas o antes de salir, seguimos teniendo nuestras inseguridades, nuestras dudas, para nada creo que haya habido una confianza excesiva, al contrario, siempre que terminamos es como “Bueno, creo que la estamos cuidando bien”. Sí, esa es la sensación, la de cuidar bien algo que ha ido tan bien y que ha tenido tanto éxito. Recuerdo el día del estreno, que es siempre un poco el día de despedida con el director porque ya han pasado los ensayos, que le dije a Alfredo: “Te prometo que la voy a cuidar” Porque creo que el texto que ha escrito y la dirección lo merecen.

 

¿De qué manera cuidáis del espectáculo?

A través de esta sensación de estar haciéndolo cada día y no dar nada por hecho porque haya ido todo tan bien, al contrario, es una responsabilidad; porque hay mucha gente que viene teniendo unas expectativas muy altas. Pero nosotros estamos en el día a día, en nuestra función.

 

Tengo la sensación de que El bar que se tragó a todos los españoles ha logrado que el público más teatrero se reconcilie con la comedia, un género que siempre ha estado algo denostado, y más una comedia con un sabor tan marcadamente español.

Sí, es cierto, a veces a la parte más dramática se le da más importancia. Es una comedia y dentro de la comedia yo creo que es muy tierna, muy ingenua, y eso de alguna manera hace que la gente empatice mucho cuando la ve. La risa es una forma de empatía, de acercarnos al otro.

A veces tengo prejuicio con los géneros, tengo la sensación de que nada es una cosa u otra. En la mezcla es donde aparece lo bonito. Seguro que hay gente que se emocionó más que se rio y otros que se rieron más que se emocionaron, y está bien porque la función es así, como la vida, está llena de todo, de risa, de tragedia, de absurdo…

 

El bar que encumbró a Francesco Carril en Madrid
Francesco Carril protagoniza ‘El bar que se tragó a todos los españoles’. Foto Luz Soria

 

Ahora sois el espectáculo con más nominaciones a los premios MAX, estamos a escasos días de saber el resultado, ¿cómo estáis viviéndolo? ¿cómo estás viviendo tú estar nominado como Mejor Actor?

En mi caso lo he vivido de una manera muy emocionante, es mi primera nominación, y estoy muy contento que sea por esta obra porque a nivel actoral me ha supuesto muchos retos, me ha puesto delante muchas cuestiones con las que lidiar. Ahora se vive con nervios, pero ya no depende de mí, lo que depende de mí es lo que hago cada día sobre el escenario.

Y como elenco hemos vivido muy felices todas estas nominaciones. Mejor espectáculo, Alfredo mejor texto y mejor dirección… Alejandro Andújar creo que ha hecho un trabajo maravilloso con la escenografía. Creo que son nominaciones merecidas y que el trabajo está ahí y es el verdadero juez.

 

La historia habla sobre la determinación de tomar las riendas de nuestras vidas y de ahí, casi podríamos decir que sale esta historia, este viaje que convierte a Jorge Arizmendi en nuestro Forrest Gump patrio.

Me parece un titular muy bonito (Risas) Es una cosa muy vitalista. Estamos contando una historia de una persona que quiere cambiar de vida. Al principio, cuando lo leía, pensaba en cómo se diría eso “Quiero cambiar de vida” o “No había elegido yo esta vida, ahora quiere decidirla yo”. Son cosas muy grandes, pero que después son posibles.

 

¿Cómo se trabaja dentro de un mastodonte como este en el que creo que no sales de escena en las casi tres horas de espectáculo?

Son tres horas muy intensas. Cuando comencé con El bar y vi la envergadura de este proyecto, decidí que lo más lógico y lo más inteligente era no coger absolutamente nada de trabajo, decidí hacerlo así y estoy muy contento de haberlo hecho. Sobre mi rutina, uno se prepara desde que se levanta, porque tu cuerpo te dice que a las siete tienes que hacer algo, entonces es una especie de preparación ritual y a mí me ayuda mucho todo lo que sean cosas rutinarias, comprar, cocinar, limpiar, venir al teatro y tener tiempo de saludar al equipo, vestirme con calma, charlar con mis compañeros… son cosas muy rutinarias, pero que a mí me ayudan y me sitúan y me sientan bien.

 

Bueno, al final sois como los atletas, estáis concentrados, no para la competición, pero sí para la función.

Sí, así es. Luchando cada día para que todo lo que pase, pase por primera vez, que creo que es el quiz de este trabajo: Cómo hacer para que cada día sea nuevo. Que es un poco mi obsesión, no poner el piloto automático porque si no me aburriría.

 

¿El Bar es una de las funciones más intensas con las que te has encontrado?

Sí, es una función muy larga y muy exigente, pero como estoy en un momento personal bastante bueno, la hago con alegría y no me cuesta. He hecho funciones mucho menos exigentes que me han costado mucho más porque a lo mejor yo estaba en un sitio distinto y eso, yo por lo menos, lo utilizo. Cómo esté yo hoy seguramente hará que algo pase en la función. Pero sí, el bar es la más exigente a nivel físico y de preparación. Yo soy muy lento memorizando, tardé como dos meses en estudiar la función. He hecho otras funciones que también han sido muy exigentes a otro nivel, El tratamiento o Furiosa Escandinavia. Pero de repente me sorprendo cuando tengo una función tan grande, con tanto texto, y con tanta exigencia y no me cuesta. Eso querrá decir que estoy bien y en nuestro caso el trabajo y la vida van muy de la mano, y si estoy bien, pues ahí se va a ver.

 

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La compañía de ‘El bar que se tragó a todos los españoles’ al completo

 

Te voy a nombrar tres apellidos y me dices qué te sugieren. El primero es Sanzol.

Con Sanzol he trabajado dos veces, con La Valentía y después con El bar. A mí me pasa algo con Alfredo y es que siempre lo veo como un niño. Es un tipo que siempre trabajando tiene esa mirada tan atenta y exigente de los niños, ¿sabes cuando tienes que entretenerlos, que para ganarte su atención necesitas mucho esfuerzo? Pues eso me pasa con él, en los ensayos pienso: “¿cómo se puede satisfacer una atención tan viva?” Pienso en él como en una persona que tiene una capacidad de mirar las cosas con una exigencia y una atención que dices: ¡qué complicado satisfacerla! Y eso me encanta de él.

 

¿Y sobre Messiez?

Cuando pienso en Pablo, que también hemos hecho dos cosas juntos, Bodas de Sangre y Los días felices, que fueron dos procesos completamente distintos, pienso en la capacidad que tiene para cuidar a su equipo, para generar familia y la capacidad que tiene para generar un ambiente de intimidad en el trabajo. Eso es muy difícil y él lo hace muy bien.

 

Y por último, me gustaría que me hablaras de Remón.

Con Remón creo que es con el director con el que más he trabajado. Si tuviera que resaltar algo especial de Pablo, creo que es uno de los directores que ha sacado lo mejor de mí, en el sentido de que me ha llevado a trabajar con una sencillez absoluta, despojado de todo lo que sobra y que me ha regalado personajes extraordinarios y con el que trabajaría toda la vida. Pablo sin lugar a dudas es uno de mis directores favoritos. Ha pasado una cosa muy especial con Pablo, hicimos juntos El Tratamiento que era una historia bastante autobiográfica, hemos hecho Doña Rosita, anotada, que es una historia absolutamente autobiográfica, hemos hecho La incertidumbre que también lo era y Pablo y yo nos hemos hecho amigos a través de sus obras, nos hemos conocido él viéndome trabajar y yo a través de sus obras y eso es precioso.

 

Una característica de tu forma de trabajar es la forma que tienes de mimetizarte con los personajes, de hacerlos tuyos, ¿desde dónde los abordas? ¿Cuál es tu método?

Has dado con un tema muy importante. Si un pilar básico es hacer esto nuevo cada día, el segundo es el cómo hacer para que lo que dices sea tuyo y no sea de otro. Eso lo tengo clarísimo, cuando yo tengo un texto, el trabajo que tengo que hacer es que sea mío. Eso es un trabajo arduo y apasionante, seguramente sea una de las cosas por las que yo me sigo dedicando a esto y me gusta tanto: como hacer mías las palabras de otro. Es uno de mis convencimientos y todos mis talleres van sobre eso, cómo hacer que lo que digo sea realmente mío.

 

¿Cuál consideras que es la clave para el trabajo de un actor?

Creo que la clave es no perder la curiosidad. Ahora estoy mucho en esto. Es lo que te mantiene atento a todo lo que está fuera. En realidad, nosotros trabajamos con lo que está fuera, porque al final lo que importa es cómo me relaciono y cómo me afecta. Creo que mantener activa la curiosidad es uno de los caminos para hacer una función nueva cada día. Es un ejercicio muy complejo: “Seguro que hay algo de la escenografía o del personaje que no he visto todavía ¿qué es?” Y sorprenderte.

 

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Francesco Carril junto a Alfredo Sanzol

 

¿Cómo percibes tú la situación actual del panorama teatral?

Creo que, sinceramente, estamos en un buen momento. Veo amigos que están trabajando, gente que está levantado sus propios proyectos, veo que se están haciendo cosas interesantes. Creo que estamos viviendo un momento como de relevo en los nombres que resuenan más. Es bonito ver cómo van apareciendo nuevas personas, me gusta que haya ese cambio en la escena. Creo que la oferta es muy interesante, que las programaciones que se están haciendo, pueden gustarte más o menos, pero se está apostando por una línea en la que gente cree.

 

Dime algún nombre de alguien a quien no deberíamos perder la pista dentro de ese relevo generacional al que haces alusión.

Si tuviera que decirte alguien, te hablaría de la gente de exlímite, a esa gente hay que seguirle la pista, están haciendo un proyecto muy bonito. Esa es gente que merece un buen lugar en el panorama teatral actual. Entre ellos está Fernando Delgado-Hierro que es un tipo maravilloso. En febrero vamos a hacer una cosa juntos en el Español. Vamos a dirigir un texto de Santiago Loza juntos y lo vamos a actuar. Va a ser una cosa nueva, tenía ganas de hacer algo distinto y tengo mucha ilusión por trabajar con él.

 

Esto que me cuentas me viene muy bien para rematar la entrevista. El bar que se tragó a todos los españoles comienza su recta final, ¿dónde vamos a poder encontrarte a partir de ahora?

Ahora llega este proyecto que te cuento que se llama El mal de la montaña, en febrero. Estamos gozando mucho todo el proceso de prepararlo, de vernos, empezamos a ensayar en diciembre, pero estamos ya pensándolo juntos. Están también Luis Sorolla y Ángela Boix. Y después, en abril, regreso al CDN con Los farsantes de Pablo Remón, que nadie sabe qué es porque lo está escribiendo. Él siempre tiene primero a los actores y luego ya escribe.

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