El Teatro de la Zarzuela celebra los 90 años de Don Gil de Alcalá, ópera cómica de Manuel Penella, con la elegante y divertida versión de Emilio Sagi y con la dirección musical de Lucas Macías, que debuta a lo grande en el espacio madrileño. La escenografía está firmada por Daniel Bianco –director del Teatro–, el vestuario por Pepa Ojanguren, la iluminación es de Eduardo Bravo y la coreografía de Nuria Castejón.

 

Emilio Sagi celebra sus 40 años sobre los escenarios

 

Por Redacción

Fotos: Alfonso Suárez. Festival de Teatro Lírico Español de Oviedo. Teatro Campoamor, 2017

 

Esta ópera en tres actos, con música y libreto del compositor Manuel Penella, se convirtió en su estreno en 1937, en el Teatro Novedades de Barcelona, en uno de los grandes éxitos del valenciano, considerada a la altura de su otro gran título, El gato montés. Penella se inspiró para su creación en la pieza teatral El sí de las niñas de Leandro Fernández de Moratín para poner en escena una historia situada a finales del S. XVIII en Veracruz (Nueva España). En ella, una joven huérfana mestiza criada por el gobernador tiene previsto casarse con don Diego, un viejo noble, hasta que conoce a Don Gil de Alcalá, un joven y guapo soldado. Su amor pasará diferentes vicisitudes hasta poder finalmente estar juntos.

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40 años de Sagi

La ópera, que ha estado con diferentes montajes en el Teatro de la Zarzuela a lo largo del tiempo, llega ahora bajo una producción del Festival de Teatro Lírico Español de Oviedo (estrenada en 2017), con Emilio Sagi como director de escena y Lucas Macías en la dirección musical. Sagi vive uno de los momentos más dulces de su carrera. Recién celebrados sus 40 años sobre los escenarios, acaba de recibir la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y su extraordinaria trayectoria ha sido reconocida con el Premio Ópera XXI. Ahora, su ciencia teatral recala por enésima vez en el Teatro de la Zarzuela donde del 5 al 22 de mayo se rendirá homenaje al maestro Manuel Penella con 14 funciones de Don Gil de Alcalá en una versión escénica elegante y enormemente divertida del director asturiano, que servirá para conmemorar los 90 años de la obra.

La de Penella es una obra muy cercana a la luminosidad y la viveza de la ópera italiana, pero con un tratamiento hispano. De ella el director de escena resalta sobre todas las cosas su “extrema belleza”, la ternura y las altas dosis de nostalgia. En esta ocasión, cuenta con los espléndidos trabajos de algunos de sus colaboradores más cercanos como Daniel Bianco en la escenografía, la tan recordada figurinista Pepa Ojanguren en el vestuario, Eduardo Bravo en la iluminación y Nuria Castejón en la coreografía.

Y como también es habitual en el Teatro, serán dos espléndidos y equilibrados repartos los que junto al Coro Titular del Teatro de la Zarzuela, dirigido por el maestro Antonio Fauró, desplieguen sobre las tablas esta trama en la que, en palabras de Emilio Sagi, se mezcla una historia de amor romántico, “cursilona y casi de telenovela”, con el “divertidísimo embrollo humorístico en que acaba convirtiéndose al estilo de las óperas bufas de Rossini”.

 

Una obra distinta

Don Gil de Alcalá es una obra “distinta” de Manuel Penella. Ciertamente hermosa, como el resto de su producción, y en la que el compositor valenciano apuesta una vez más por la lírica española, aunque esta vez desde una perspectiva más acorde con las tendencias europeas. Con este trabajo, Penella no solamente reconoce y homenajea la larga tradición lírica que él y otros creadores habían heredado y llevado al mundo americano, sino que también vuelve a demostrar que sabe crear una obra clásica que resistiría el paso del tiempo, incluso en un país donde nunca acabó de convencer la fórmula de la ópera en lengua española. Cuando Penella quiso acometer valientemente un homenaje a América con una obra tan inusual como clásica, tan preciosista como moderna, escribió Don Gil de Alcalá, que estrenó en el Teatro Novedades de Barcelona, y dos años después en el de La Zarzuela.

Una vez más volvió a salir con su compañía para representarla por el Nuevo Mundo, en la que sería su última gran empresa, aunque antes llegaría a los  escenarios de varios países y la llevaría pronto al cine en una producción mexicana: ‘El capitán aventurero’. Como buena parte de los proyectos que emprendió a lo largo de su vida, sus obras líricas son irrepetibles.

 

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