Una vez que los derechos de las obras de Valle-Inclán han pasado al dominio público, por fin se ha podido hacer su teatro en gallego, que antes no se permitía. El Centro Dramático Galego, con el equipo de la compañía Chévere, le ha dado una buena vuelta al clásico
Por Álvaro Vicente/@AlvaroMajer
Perdiéndole el respeto a Valle-Inclán
En febrero del pasado año se pudo ver, por vez primera, una obra de Valle-Inclán en gallego. Fue La cabeza del dragón, con dirección de Quico Cadaval. Dos meses antes, la obra del inventor del esperpento pasó a ser de dominio público, una vez superados los 80 años de su muerte. También acababa el veto que sus herederos habían mantenido en esas ocho décadas a la traducción al gallego de sus textos. Cuatro ramas de la familia Valle-Inclán se disputaron aquel tesoro que ya es patrimonio universal. Uno de los nietos del escritor, Joaquín del Valle-Inclán, aseguraba en 2009 que se opondría de por vida a la traducción al gallego. “Se traduce lo que no se entiende”, decía.
La producción del Centro Dramático Galego de Divinas palabras que llega este mes al Teatro Español, no solo ha traducido la obra, sino que le ha dado un buen meneo hasta ser versión libérrima de lo que un día escribió Valle. Dicen los que pudieron verla ya en Santiago de Compostela que, aun arriesgado, mordaz e incómodo, el montaje presenta el argumento esgrimido en el original completo, pese a ser una actualización que seguramente tendrá a los herederos retorciéndose como si un ejército de pulgas los hubiera colonizado.
Reality esperpentic show
Esa adaptación nace quizás de una pregunta: ¿dónde está hoy el mayor de los esperpentos? En Gran Hermano, sin duda. De ahí que, emulando al programa televisivo, se le haya añadido al título lo de ‘Revolution’. Detrás de esta irreverencia están las gentes de la compañía Chévere (Premio Nacional de Teatro en 2014), que bajo el paraguas del Centro Dramático Galego introducen a los actores en una casa prefabricada, sin ventanas, donde se cuenta cómo la hermana y la cuñada de Xoana, tras su muerte, se disputan la custodia del hijo huérfano pensando más en los beneficios que pueden obtener que en el bienestar del niño. Un retablo de avaricia, lujuria y muerte en vivo y en directo, replicando un formato realizado igual en mil televisiones de mil países, la aldea global a la que accedemos por la pantalla.
Xron, el director de la tentativa, comenta que, de alguna forma, querían intervenir en esa imagen de Galicia que transmiten la obras de Valle-Inclán, “la Galicia un tanto empobrecida, atrasada, mágica, de naturaleza virgen y arraigada en tradiciones ancestrales. Divinas Palabras es una obra localizada toda en exteriores, con esa belleza mítica y salvaje que contrasta con la miseria de los personajes. 100 años después, nosotros queríamos posicionarnos claramente frente a esa imagen y por eso nos negamos a mostrar esa Galicia idílica y metemos toda la obra en un interior prefabricado. Aquella Galicia ya no existe, fue abandonada, está en ruinas, el monte que la rodeaba se ha quemado, está arrasada, y aquella cultura ancestral tan apegada a la tierra se ha interrumpido, hay un corte brusco en la transmisión generacional de lo que es nuestra cultura, y eso también tiene que ver con la lengua”.
Aquella herencia ha sido destrozada y 100 años después se cierra el círculo, ya que esta obra se estrenó en 1919 en el Teatro Español con dirección de Cipriano Rivas Cherif y escenografía de Castelao, artista y político muy ligado a Galicia. “100 años después vamos a mostrar esta crisis cultural en gallego, como creadores gallegos, perdiéndole absolutamente el respeto a Valle”. Y, sobre todo, a sus herederos.
Teatro Español
Del 17 al 27 de mayo