Muriel Romero (Murcia, 1972) es bailarina, coreógrafa y, desde septiembre del año pasado, directora de la Compañía Nacional de Danza. Es también, por cierto, la primera mujer en dirigir este colectivo desde tiempos de Maya Piltseskaya, que estuvo al frente de la compañía entre 1987 y 1990 cuando aun se llamaba Ballet del Teatro Lírico Nacional (a continuación pasó a dirigirla Nacho Duato y le cambió el nombre a Compañía Nacional de Danza, tal y como la conocemos hoy y desde entonces). Pero Muriel Romero es además una gran lectora. Y por grande nos referimos a que sus preferencias pasan por una tonalidad diversa (poesía, novela, ensayo…) y nos referimos, también, a que forma parte de ese grupo de personas que guardan libros en su bolso para tenerlos siempre a mano. En esta ocasión enseña Entre las sombras del mañana. Diagnóstico de la enfermedad cultural de nuestro tiempo, de Johan Huizinga, y la novela Pómulo y lejanía, de la periodista y escritora Stefanía Caro. “Es un libro súper especial, me está encantando”, comenta sobre este último.

 

¿Y lee usted a diario?

Sí. Aunque reconozco que desde que dirijo la Compañía Nacional de Danza mis tiempos de lectura y de otras muchas cosas ha disminuido bastante. Invierto mucho en la gestión y todo lo que conlleva dirigirla. El otro día, Johan Inger (coreógrafo que dirigió la prestigiosa compañía sueca Cullberg Ballet en 2003) me decía que tengo que ponerme horarios para chequear el móvil, contestar notificaciones etc, también desde casa. Si no, el día entero se te consume en eso.

 

Muriel Romero. ©Laura San Segundo

La cita con la creadora y directora se produce a mediados de abril, mes en el que se celebra el Día del Libro (23) y el Día de la Danza (29). La fecha, junto a la querencia por la lectura de Romero y su perfil prosefional, hace que nos parezca pertinente quedar en una librería para realizar esta entrevista.

El encuentro se produce en La Fabulosa, un pequeño establecimiento, exigente y especial librería de autora, situada en el barrio de Malasaña y especializado en literatura hecha por mujeres y novela gráfica y cómic. Muriel Romero echa un vistazo por las estanterías, comenta y pide opinión. “El año pasado descubrí a Annie Ernaux”, cuenta. “Desde entonces voy leyendo todo lo que se publica de ella”. Nos recomienda la obra de María Negroni. “El corazón del daño, me fascinó”. Compra varias novelas, entre ellas, La vegetariana, de la reciente Premio Nobel de Literatura, la escritora coreana Han Kang.

 

¿Escribe usted también?

Mucho, pero sobre mis creaciones. Escribo conceptos, pautas coreográficas, guiones, escenas… Para cada obra empiezo una libreta. Creo que las tengo todas, aunque siempre he sido muy nómada, algo habitual en quienes nos dedicamos a la danza, y no podría asegurarlo.

 

¿Y alguna vez se ha planteado publicar algo de lo que escribe?

¡No! (ríe).

 

Los próximos días 17 y 18 de mayo, la Compañía Nacional de Danza se subirá por primera vez a un escenario desde que Muriel Romero la dirige, para mostrar una nueva obra diseñada y programada bajo su mandato que además lleva su firma en la creación: #Incubatio – Circumambulatio. Desde que Romero se puso al frente del colectivo público en septiembre del año pasado, la CND ha mostrado producciones como Don Quijote, con fechas herededas de la anterior dirección de Joaquín de Luz. “Me he encontrado con una compañía con un vacío de programación. No sé muy bien por qué”, cuenta. “Y aunque mi idea de crear una obra para la CND era la de hacerlo mucho más tarde, no me ha quedado más remedio porque las coreógrafas y coreógrafos a quienes he contactado para encargarles producciones tienen agendas cerradas y no podían hacerlo con tanta premura. Pero bueno, ya hemos cerrado con ellos para 2026”. Abrir la compañía a perfiles diversos de la creación española es una de las líneas que Romero se ha trazado para esta nueva etapa de la CND.

La literatura, en este caso de la Grecia clásica, también forma parte de #Incubatio – Circumambulatio. Una obra que encuentra su raiz en la que estrenó al frente de su anterior compañía, Instituto Stocos, el pasado mes de diciembre en el Museo Universidad de Navarra (MUN). “Le hemos dado otra vida. La pieza nació en la cabeza de Pablo Palacio (compositor de la creación) y mía por un viaje a Creta y todo lo que habíamos leído antes sobre la mitología del poema de Parménides, especialmente a través de la obra del mitólogo Joseph Campbell y del filósofo Peter Kingsley”. La incubatio es una práctica arcaica de conocimiento y sanación, originaria de Asia Occidental y extendida por Grecia y Roma que Parménides practicaba a través de su canto poético para alcanzar estados de consciencia y  torrente inconsciente. “Inspirada en esta práctica, Incubatio es una creación escénica que recrea estas visiones o sueños arquetípicos con el apoyo de una tecnología innovadora especialmente creada para este proyecto. Llevábamos mucho tiempo investigando y decidimos recuperar el concepto y traerlo a la sociedad de ahora”.

 

¿De qué manera?

Será una especie de instalación dancística de realidad virtual. Se trata de plasmar esta práctica en la que una persona se deja llevar hacia un sueño profundo para conectar con imágenes del inconsciente. Pablo es un gran lector de Carl Jung, además estudió psicología también. Se van a ver imágenes que son arquetípicas del universo de Jung como el agua magnética, el mercurio, las gotas de luz… En este sentido, Daniel Bisig ha vuelto a trabajar con nosotros.

 

Se refiere Romero al artista especializado en simulación visual interactiva y visualización digital, una máxima del discurso de esta creadora que junto a Pablo Palacio viene desarrollando desde hace años en una intersección entre danza y tecnología a través del movimiento, las matemáticas, la Inteligencia Artificial y la psicología experimental. “Es un viaje en el que se quiere que los espectadores entren poco a poco hasta un final que prefiero no contar. Durante la hora que dura la obra, intentaremos entrar en la experiencia de la Incubatio. Una práctica que creo necesaria para alejarnos de tanta conexión hacia fuera como desarrollamos con las redes sociales”.

Para esta revisión que se estrenará en el 40 Festival Internacional Madrid en Danza, Romero ha incorporado un coro griego de bailarines y que aumenta el elenco de Incubatio hasta un total de doce intérpretes. “No ha sido posible hacer la obra con toda la compañía (son 26 bailarines en total) porque muchos de ellos están trabajando en la obra White Darkness (espectáculo de Nacho Duato que se repone).

 

 

¿Y cómo está siendo trabajar con ellos en este nuevo lenguaje?

Todavía estamos conociéndonos. Llevamos solo unos meses trabajando juntos. Creo que se trata de equilibrar de la manera más armónica posible lo que yo les pido y lo que ellos necesitan artísticamente. Por eso intento trabajar mucho la comunicación con ellos. Nos reunimos e intento estar ahí para cualquier cosa.

 

¿Tiene algún otro programa cerrado?

Sí. El que se verá en diciembre en el Teatro de la Zarzuela y en el que se verán obras de Balanchine, Jacopo Godani y William Forsythe.

 

Junto a La vegetariana, de Han Kang, Muriel Romero compra La mala costumbre, de Alana S. Portero y Las madres, no, de Katixa Agirre.

 

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