Daniel Abreu: "A pesar de haberme dedicado a esta profesión de una manera intensa, todavía no hay un lugar que me sostenga"
La Compañía Daniel Abreu, una de las más relevantes de la escena nacional de la danza, desde hace muchos años y por un montón de razones, está cumpliendo dos décadas. Por ello, del 19 al 22 de marzo el Centro Danza Matadero mostrará cuatro de sus obras más recientes: La Desnudez, El Hijo, VAV y Es aquí, estrenada en noviembre en Tenerife.
De todo ello, y de algunas cuantas cosas más, alrededor de la dificultad de sostenerse en la danza, nos habla en esta entrevista.
Con motivo del aniversario de su compañía, el bailarín y coreógrafo Daniel Abreu (La Matanza de Acentejo, Tenerife, 1976) ha pedido a personas que han trabajado con él o han estado cerca de su discurso, pequeños vídeos que reflejaran su paso por la agrupación. Se pueden ver y escuchar en su canal de instagram en abierto y de todos se extrae un profundo aprendizaje, respeto e incluso emoción, hacia su trabajo y persona, como las lágrimas de la bailarina y coreógrafa Janet Novás al intentar explicar lo que ha supuesto trabajar con Abreu. “Con los vídeos que estoy recibiendo me doy cuenta del inmenso amor y la gratitud que se tiene hacia la experiencia”, explica el coreógrafo en vídeo llamada. “En medio de la frustracion que también vivo los últimos años por la situacion de la danza, esto es maravilloso. Una de las cosas más bonitas es que hay mucha gente lejana en el tiempo que cuando se lo pedí aceptó con mucho amor. Andrea Quintana y yo empezamos hace veinte años, y ver que todavía compartimos cosas, como si no hubiera pasado el tiempo, es muy especial. Por supuesto, algunas otras personas se han negado a participar y no pasa nada. Querer mantenerse al margen y quedarse con las dificultades que también se producen en los trabajos está bien también”.
El creador, que en el momento de esta entrevista se encuentra en Bilbao impartiendo clases en el Mutis Espazioa, que dirigen Matxalen Bilbao y Natalia García Muro, explica que en tan solo unos días retomará los ensayos de las cuatro obras que se verán en el Centro Danza Matadero para celebrar estos 20 años de trayectoria al frente de su compañía. Entre el 19 y el 22 de marzo, a obra por día, se verán La Desnudez, El Hijo, VAV y Es aquí, esta última con estreno absoluto en Madrid. “El hecho de bailar varias obras juntas me da una perspectiva amplia de mi trabajo. Yo no suelo mirar hacia atrás y esto me pone en esa tesitura de revisión. Me devuelve la intensidad con la que me he dedicado a la profesión. Lo estoy viviendo con mucho cariño hacia el trabajo, hacia las personas que lo han hecho posible, que son muchos: los intérpretes, los técnicos, a programadores, la prensa… Es darme cuenta de que se trata de un trabajo de veinte años hecho en comunidad, en compañía”.
¿Sobre qué pilares le gusta construir esa relación en la compañía?
El primero es la confianza, sin duda. Los intérpretes deben confiar en mi voz, si no pasa, me es muy difícil. Si eso no está me es muy difícil volver a contar con ellos. Casi todos destacan el aprendizaje y cómo les transformó. Meterte en un proceso donde no se te pide lo que sabes hacer, sino que seas otro intérprete, es complicado. Algunos de ellos incluso me lo piden, quiero volver a entrar en eso.
¿Por qué ha elegido estas cuatro obras?
Porque son las más cercanas en el tiempo. Me hubiera gustado reponer Animal, Perro, Silencio…, tienen otros vértices, pero es muy difícil porque algunas personas ya no están en activo como intérpretes. Elegí estas cuatro por la cercanía, por el peso que tienen y porque todas las que vinieron antes las están sosteniendo.
¿Qué contaría de cada una si tuviera que resumirlas en palabras?
Sobre La Desnudez: “Creo que es la obra más directa, con el mensaje más claro sobre el mundo de las relaciones. De lo afectivo. La Desnudez cuenta la historia de personas que se malquieren y eso puede estar bien. Cuenta la esencia de las relaciones afectivas. Hay elementos en esta obra que no he vuelto a repetir como la música en directo. Y se da en este trabajo algo que tiene que ver con los tiempos de la creación y es que La Desnudez se puedo desarrollar con mucho tiempo y seguramente por eso tenga ese grado de profundidad. Otros elementos se repiten como los palos de madera, que llevan muchos años en mis creaciones, el cuidado con el desnudo, las luces y sombras, los tejidos, la variedad musical, desde el techno mezclado con Monteverdi sin incoherencia escénica porque la obra te lleva. En el escenario hay tres personas con mucha madurez escénica”.
Sobre El Hijo: “El Hijo es la obra que surgió del cambio. Había vivido una experiencia anterior muy dura en la que perdí la confianza como intérprete y como creador, la confianza en el trabajo, y esta obra me la devolvió. Cada vez que la bailo me devuelve la fortaleza de eso que yo puedo hacer. La obra tiene una mirada hacia al futuro que está más presente en obras posteriores. El color, el uso de la luz incluso el espacio sonoro es de los más potentes que he podido crear. Físicamente soy un intérprete más maduro. Fue la obra en la que durante el proceso creativo pasé más tiempo en silencio y más ruido interno tenía. Era una pelea y de ella nació. Me es muy difícil hablar cuando soy yo quien la interpreta, soy menos objetivo, pero ya con la edad que tengo, no tengo dudas. Me da igual la respuesta que se tenga. Es la que más disfruto bailando”.
Sobre VAV: “Este es de los trabajos más ricos en coreografía. Además representa el hecho de que la compañía siempre ha estado sostenido por mujeres muy potentes. Es una sorpresa en cada representación. Sigo descubriendo cosas fortuitas que me devuelven profundidad. Lo primero que destaca es un elenco de mujeres buenas en lo que hacen; mujeres que hacen que la obra crezca continuamente. Más allá de lo que se ve, que es excepcional, cinco mujeres con un riesgo técnico muy grande, en VAV es la primera vez que comparto lo que pienso y lo que escribo (en la obra se proyectan textos). Es una obra con la que quería resaltar aquello en lo que creo, bastante en contra de algunas corrientes escénicas. Hablar de lo profundo de una manera profunda”.
Sobre Es aquí: “Es un trabajo más personal, más interno y en el que más confieso de manera directa cosas que me preocupan. Un dúo en el que invité a Diego Pazos, un bailarín fabuloso y muy inteligente y le pedí que me acompañara. La obra habla del territorio. Me doy cuenta con casi cincuenta años, de que a pesar de haberme dedicado a esta profesión de una manera intensa, todavía no hay un lugar que me sostenga. Un lugar como una casa, como un espacio para trabajar, un lugar en el que no haya que demostrar continuamente lo que se hace. El año pasado fue muy revulsivo y eso se condensa aquí. Con los años, a pesar de que pienso en la cía como empresa, como algo que se tiene que sostener, he comprendido que las empresas (las compañías) se sostienen por lo que se cree que uno es y no por lo que uno hace. Y acaba dándote igual. La empresa tiene que sostenerse, tiene que haber trabajo. Es fácil escribir un texto en el que la politización del arte te dé un lugar en este momento. Siento el arte muy politizado. Y el título de esta obra responde a varias preguntas: ¿es aquí? ¿es esto? ¿quiero continuar? Visualmente es muy limpia, muy bella y muy fría”.
En alguna ocasión usted ha declarado que no puede no hacer lo que hace, coreografiar y bailar. Repasando estos veinte años de trayectoria, ¿la siente como una bendición o todo lo contrario?
Estoy tan agotado en los últimos años, con la vorágine y las dificultades de esta profesión, que me planteo y pienso que tal vez sí pueda hacer otra cosa. Creo que ahora sí podría desvincularme de la danza. No es lo que quiero, pero estoy agotado. Cuesta todo muchísimo. He vivido situaciones en las que he visto diferencias de trato y me ha hecho darme cuenta de lo injusto de determinadas carreras. Siendo un privilegiado dentro de la danza contemporánea, me di cuenta de que hay privilegios muy grandes y no se dan porque una persona tenga más talento, sino por lo que los otros piensan que es esa persona. Al final no importa lo que haces sino lo que los demás creen que tú haces. Estaría bien ser como deportistas de élite que le dan patadas a un balón y están mejor tratados. Necesito estar en un lugar en el que se me deje hacer.
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