Miss CCCP

Escrito y dirigido por Ksenia Guinea.

Espacio sonoro creado por César Barco.

Programación interactiva de José Velasco.

Madrid, El Umbral de Primavera, 27 de octubre de 2019.

 

Por Nieves Cisneros Pascual / @Copitto

Foto superior: Estrella Melero (Vestuario: Pier Paolo Álvaro)

 

El pasado domingo 27 asistí a la lectura dramatizada de Miss CCCP, texto creado por la actriz y bailarina Ksenia Guinea. El encuentro se celebró en el Umbral de Primavera, donde la dramaturga e intérprete nos acogió con unos chocolates y vodkas rusos. Así, de entrada, la mirada de Ksenia Guinea ya estaba puesta en la recepción del público. Y desde luego que una obra entra mejor cuando el ambiente es cálido, por muy divertida o dura que sea la propuesta.

 

La creadora de Miss CCCP hizo una breve introducción del proyecto, donde rogó paciencia al no presentar un espectáculo propiamente dicho. ¡Y no sé por qué se disculpó tanto! No sólo porque como público ya sabíamos a lo que íbamos, sino porque la propia lectura, con sus luces y su música, ya nos estaba dibujando la complejidad de la escena. El texto por sí mismo funcionaba, nos traía los aromas y el frío de la gigantesca Unión Soviética. Si la artista temía ser plomiza, debería quitarse esa idea de la cabeza y no llenar de falsos prejuicios las expectativas de los espectadores. Sólo nos quedamos con las ganas de repetir y ver ese mundo que ya se traza en la lectura.

 

Miss CCCP es una recopilación de testimonios de mujeres migrantes de la URSS, donde las voces ponen de manifiesto las dificultades que atravesaron con la caída del sistema comunista. El texto da comienzo con el primer concurso de belleza femenino que coincidió con los últimos años del bloque, previos a la Perestroika, símbolo para muchos del final de un mundo y el inicio de uno nuevo, aunque no tan nuevo. Cada una de las mujeres que se retratan en el texto, dan una visión muy distinta: donde algunas señalan la llegada del nuevo sistema económico como el causante de su pobreza, otras acusan a los dirigentes soviéticos por no saber afrontar la escasez a la que tuvieron que hacer frente muchas familias.

 

Ksenia Guinea se expuso a la dificultad que le aterrorizaba tanto: hacer del texto un conjunto de voces poderosas que nos invadiesen y nos llevasen a ese lugar del Este. Su expresión facial y su entonación daban cuerpo a cada una de las palabras. Incluso suavizando u otorgando un tono desenfadado a la crudeza de algún testimonio. No por capricho, sino por necesidad de descompresión para el espectador. De esta manera, jugaba con el contraste entre la calidez de su presencia y la frialdad de la música, creada por César Barco. Ésta última, muy bien empleada y trabajada, nos sirvió de transporte entre testimonio y testimonio y regulador de las sensaciones atmosféricas.

 

No podemos decir que Miss CCCP sea una crítica abierta a la última etapa de la URSS, pero sí alberga una reflexión sobre la identidad de las personas migrantes del Este, cómo tras la caída tuvieron que reinventar su identidad y que fuese acorde con el capitalismo, con la vida del usar y tirar, del consumo. Lo que sorprende es la puesta en valor del comienzo de esa nueva vida, como si todo lo anterior vivido fuese parte de un sueño, de algo mítico que no responde a la realidad presente. Los personajes escogidos para esta dramaturgia son todas mujeres y esto nos lleva a esa doble dimensión de género, donde los golpes y caídas se sienten antes o se sufren con mayor intensidad. Lo cierto es que, a pesar de ser mujeres obreras, me hubiera gustado ver cómo al final se relacionan con la mujer objeto del concurso de belleza Miss CCCP.

 

Ksenia Guinea subraya en su proyecto cómo la desigualdad entre los individuos lleva al desastre. Y en ese retrato testimonial, apunta a cómo normalizamos el caos dentro de nuestro propio sistema capitalista. Un sistema que se basa de por sí en la desigualdad de individuos para garantizar el bienestar de las altas esferas.

 

La lectura de Miss CCCP ha sido una cucharadita de miel en los labios. Estaremos pendientes de su estreno como espectáculo, donde veremos si Ksenia Guinea es capaz de mantenernos hipnotizados y con ganas de abrigarnos por traer el invierno ruso a la sala.

 

 

Artículo publicado en el marco de colaboración con la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid (RESAD) para la realización de prácticas de los alumnos de último curso de la especialidad de Dramaturgia

 

Cuando la palabra se hace escena en Madrid