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Conociendo el proyecto teatral de La Usina

Gabriel Molina: «El teatro es un encuentro, una experiencia compartida que merece ser vivida»

 

Por Sergio Díaz

 

Hablamos con Gabriel Molina González, el impulsor de La Usina -junto a Angélica Briseño-, un proyecto teatral ya consolidado en nuestra ciudad que ofrece un espacio cálido y acogedor, tanto a espectadores como a creadores, y en donde se pueden disfrutar de espectáculos innovadores que movilizan nuestros pensamientos.

 

Háblanos un poco de ti Gabriel ¿Cómo fueron tus comienzos en el mundo del teatro? ¿Cómo surgió en ti esta pasión?

 Mis comienzos en el mundo del teatro fueron en la Escuela Superior de Arte Dramático en Buenos Aires, creo que de allí parte mi formación, donde tuve excelente maestros, una institución a la que estuve ligado casi 20 años ya que luego de graduarme, concurse por una cátedra y fui profesor de Interpretación en la misma durante casi 15 años. Creo que además de los maestros que conocí allí, tuve los excelentes compañeros con los que pude compartir proyectos y experiencias muy intensas y enriquecedoras, y en Buenos Aires, donde el teatro es algo vital y muy potente.

 

¿Qué es para ti el teatro? ¿Quiénes han sido tus referentes?

Creo en la investigación para crear, creo como diría Grotowski, que el teatro es un encuentro, y que está experiencia compartida merece ser vivida, desde la curiosidad, desde el riesgo y la aventura de crear, abriendo la mirada, haciéndonos preguntas, creo allí nace está pasión.

Creo que además de la formación, mi mayor crecimiento se produjo cuándo me propuse llevar adelante proyectos propios, armando equipos de trabajo, para desarrollar procesos de investigación y de creación. Creo que haber llevar adelante esos proyectos y montajes, más allá de los reconocimientos que tuvimos, abrió algo en mí, como una forma de trabajo que me permite descubrir una mirada nueva ante cada desafío.

 

¿Cómo decides afrontar este proyecto de La Usina?

Esta forma de trabajo que comenzó en Buenos Aires, continuó luego al llegar a Madrid. Después de varios años de proyectos y reconocimientos en Buenos Aires, formé una compañía llamada Los Cafiolos, con ella comenzamos un trabajo de exploración y luego un montaje que nos trajo hasta Madrid en el año 2001, donde después nos instalamos.

En Madrid se produjo el encuentro con la actriz y directora mexicana Angélica Briseño y junto a ella y otros profesionales fundamos La Usina en el año 2006.

Creo que La Usina fue una síntesis de toda esa experiencia anterior, de todos aquellos proyectos realizados, comenzó como un espacio propio en el cual podíamos investigar y crear, un lugar también para desarrollar procesos de formación, y un lugar de encuentro que con el tiempo se transformaría en la sala que es hoy. Desde el 2008 La Usina funciona como sala con programación regular, y al pensar los comienzos, después de más de diez años, siento una cierta emoción por esta aventura tan arriesgada y a la vez maravillosa que es el proyecto de montar y sostener una sala teatral en Madrid, viniendo de Buenos Aires y México, toda una aventura y un desafío que a la vez te llena de energía. Y de allí el nombre de la sala, una usina que genera energía, una energía creadora que es fruto los desafíos y de las personas con las que los llevamos a cabo desde los comienzos.

 

¿Quiénes formáis parte de La Usina? ¿Cuál es el equipo de trabajo habitual que hace posible este proyecto? Para alguien que no lo conozca ¿Cómo definirías La Usina? ¿Qué se puede encontrar allí?

La dirección, gestión y programación de la sala la llevamos en conjunto desde su fundación con Angélica Briseño, y durante estos años hemos estado acompañados de todo un equipo de profesionales, tanto en el trabajo de la gestión, en la jefatura de sala, en redes, profesores en los cursos, etc…

Definiría primero La Usina como un espacio de creación y de encuentro, con dos ejes vinculados entre sí, uno dedicado a desarrollar  proyectos de formación e investigación que devengan en propuestas escénicas y montajes, y el otro como sala, un espacio abierto a nuevas propuestas escénicas, nuevos autores contemporáneos, de compañías emergentes y de nueva creación.

 

Cuéntanos un poco en qué consiste tu labor como gestor cultural… No sé si tú eres el programador de la sala… ¿Ves mucho teatro fuera de tu sala? ¿Cuántas propuestas te llegan al mes para programar? ¿Apostáis por la multiprogramación por necesidad o convencimiento?

Como programador intento ver la mayor cantidad de propuestas que puedo  fuera de la sala y evaluar los proyectos que nos llegan a partir de los procesos de creación que los avalan, buscamos propuestas de carácter innovador, que sean interesantes y movilizadoras. A esta programación de propuestas que llegan a la sala, se suman los proyectos de creación propia, y los que surgen de compañía residentes, que desarrollan su proceso de creación en la sala, como por ejemplo lo realiza en este momento la compañía de Camille Hanson.

La programación de múltiples horarios intenta dar cabida a estos tres ejes de propuestas ya sean de compañías externas, de producciones propias, o de compañías en residencia, y responde más una concepción del proyecto que a una necesidad.

 

Conociendo el proyecto teatral de La Usina en Madrid
Foto de ‘Ubú Direktor’, obra que puede verse en abril en La Usina

 

Desde vuestra compañía, Teatro de Operaciones, creáis vuestros propios montajes. Tú eres director y creador de obras como Wichita Falls, ¿Qué fue de los corderos?, Abadón, La extraña transformación del Sr. Smith… Siempre apostando por la creación contemporánea y los textos propios, ¿no?

La Compañía Teatro de Operaciones se consolidó como un vehículo para desarrollar nuestros propios proyectos, desde el año 2011 viene estrenando propuestas de creación contemporánea, Marat Sade, Wichita Falls, ¿Qué fue de los Corderos?, Abadón 9.3.5, La Extraña Transformación del Sr Smith…, proyectos que son fruto de procesos de investigación de varios meses, de hacernos preguntas, de explorar distintos lenguajes y poéticas, de construir una dramaturgia desde el actor, y con un grupo que en su mayor parte se formó con nosotros, actores con los que tenemos un recorrido en común que nos permite trabajar con mucha libertad creativa.

 

¿Qué ofrece La Usina a las compañías? ¿Cómo es vuestra relación con otros creadores?

Si tuviera que pensar en lo que ofrece La Usina a las distintas compañías que recibimos, creo que lo más importante es ofrecer un espacio donde puedan trabajar con libertad y con calidez a la vez, un espacio que las compañías puedan sentirlo como propio y personal, y esta es también la relación que intentamos tener con los creadores que recibimos en la sala, de confianza y complicidad para que puedan desarrollar en plenitud sus propuestas.

 

Y al hilo de la pregunta anterior… en todo este tiempo han pasado muchos creadores y creadoras por La Usina, pero muchos de ellos repiten en vuestro espacio. ¿Habéis creado un ‘grupo’ de trabajo en ese sentido? ¿Qué nombres son los habituales en vuestro espacio?

No creo que exista un grupo definido de compañías con las que trabajamos siempre, pero si es cierto que muchas vuelven con sus nuevos proyectos, con el deseo de estrenarlos en nuestra sala, algo que agradecemos y que entendemos que se produce porque se han sentido a gusto en nuestro espacio, y sienten que en él pueden desarrollar bien sus propuestas.

 

¿Qué montajes o compañías por las que hayáis apostado te han sorprendido más en todo este tiempo? ¿O qué obras por las que hayáis apostado desde La Usina ha logrado mayor recorrido y reconocimiento?

Es muy difícil para nosotros a lo largo de más de diez años nombrar algunas compañías sobre otras, han sido muchos los proyectos que nos han sorprendido, y nos han encantado, muchas veces más allá del reconocimiento que hayan recibido, vínculos de trabajo con los que estamos muy agradecidos, muchos de ellos con compañías que vienen de fuera de Madrid y de fuera de España, y con quienes el intercambio ha sido muy enriquecedor.

 

¿Qué vamos a poder ver de aquí al final de temporada en vuestra sala?

Entre las muchas propuestas que tenemos programadas esta temporada, podemos destacar los siguientes estrenos: Noche (de un Sueño de Verano), una versión libre de Sueño de una Noche de Verano de Shakespeare, producto un proyecto de investigación realizado en los meses de julio y agosto pasados, a estrenarse en el mes de Mayo; Vania, un proyecto de creación e investigación a partir del texto de Chejov y de la versión homónima de David Mamet, con un equipo de profesionales que viene trabajando desde Diciembre y a entrenar en el mes de Octubre; Marathon, un montaje muy potente y físico, con trece actores en escena a partir del texto de Ricardo Monti; o por ejemplo Cosmos, una propuesta de la Compañía de Camille Hanson que en este momento trabaja en residencia nuestra sala, y que se estrenará en Mayo en nuestra sala.

 

También apostáis muy fuerte por la formación, ofreciendo cursos de formación muy interesantes… ¿Cuál es la filosofía de la escuela? ¿Cómo es vuestra metodología de enseñanza? ¿Cuáles son los pilares fundamentales?

La formación del actor para nosotros está directamente relacionada a procesos de creación. Entendemos que la mayor autonomía del actor se produce cuando las herramientas técnicas que él adquiere, las desarrolla en un proceso creativo, que además le posibilite luego el aprendizaje en la experiencia escénica.

 

¿Cómo es vuestra metodología de enseñanza? ¿Cuáles son los pilares fundamentales?

Creemos que las distintas líneas pedagógicas en la formación del actor se complementan, ya sea el método de las acciones físicas o el trabajo de la memoria sensorial, que dichas técnicas deben ser trabajadas con profundidad y en forma complementaria, y que el actor tiene que tener un alto nivel de entrenamiento.

El objetivo es formar un actor capaz de generar, desarrollar y disfrutar proyectos teatrales propios, de desenvolverse en cualquier medio actoral, ofreciéndole un entrenamiento potente, y una práctica escénica constante, dotándole de múltiples herramientas para la investigación y la creación.

 

Conociendo el proyecto teatral de La Usina en Madrid
Foto de ‘La Habitación’, obra que puede verse en abril en La Usina

 

Una vez que salen de la escuela, los alumnos ya vuelan solos, pero ¿hacéis un seguimiento de los que quieren dedicarse profesionalmente? ¿Tienen oportunidad de trabajar en vuestra sala?

Generalmente los alumnos que salen de nuestra escuela tienen autonomía para desarrollar proyectos escénicos propios, y muchas veces lo hacen creando nuevas compañías. En otros continúan trabajando en proyectos que se generan en la sala, o desarrollan proyectos de investigación de posgrado ya sea en el taller de Dirección y Puesta en Escena que dictamos, en alguno de los seminarios monográficos.

 

En una zona donde hay varios espacios teatrales muy cercanos unos de otros ¿Cómo es vuestra relación con la gente del barrio? ¿Habéis logrado crear un público cercano y afín?

Estamos muy a gusto con toda la actividad teatral que se está generando en el barrio y los distintos espacios que se han ido sumando y creo que la gente del barrio lo agradece y le entusiasma. Vemos que cada vez se acercan más a las salas y van descubriendo otras formas de hacer teatro, diferente a la que estaban acostumbrados a ver. Creemos que la sala tiene cada vez mayor visibilidad y que se está generando un público a fin, cercano, muy asociado a las propuestas y compañías programadas.

 

¿Cómo ves la escena teatral en la actualidad?

Cuando pienso la escena teatral en la actualidad, vienen a mí varias imágenes, la escena teatral en Madrid, donde vivo y desarrollo mi actividad, la escena teatral en Buenos Aires donde todos los años viajamos y vemos muchos proyectos, las producciones del teatro comercial… Y entre todas esas imágenes y contrastes, la idea más clara, es la idea de que es un momento de ‘búsqueda’, y puede que sea muy optimista, pero creo que en el arte la búsqueda es siempre una buena idea, aunque lleve tiempo.

 

¿Cómo quieres que la gente identifique a La Usina?

Unido a esto último, me gustaría que La Usina se identifique como un teatro y un espacio que busca distintas formas de expresar, de comunicar, de conectar, sin repetirse, de preguntarse cosas, y en última instancia de jugar, un lugar donde poder desarrollar la propia mirada… Frente a mi escritorio en un enorme mapa del mundo hay dos notas pegadas. Una dice: «No me lo perdería por nada del mundo».

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