¿Cómo surge la idea de hacer un montaje como Aporoi: Entre la flor y la espina?
La idea surge a raíz de mi trabajo fin de estudios en la escuela de Arte Dramático de Murcia. Yo soy de Alicante, y al estudiar la carrera en Murcia pensé en la cantidad ingente de mendigos que había en Murcia, más que en Alicante, y en un principio solo quería saber el por qué. Y esto acabó convirtiéndose en una investigación súper interesante, sensible, cercana y triste, sobre todo triste.
¿Nos puedes destacar un poco en qué ha consistido esa investigación?
La investigación de campo consistió en una recolecta de entrevistas a mendigos por distintos medios: periodísticos, radio, vídeos, documentales, pero especialmente lanzarse a las calles a hablar con ellos y preguntarles. También consistió en un análisis de estadísticas del INE y del EAPN. Todos estos datos sirvieron como base para la dramaturgia.
¿Cuáles son los datos o las historias que más os han llamado la atención?
Son todas historias muy complicadas pero una de ellas me puso los pelos de punta. Me la contó una compañera de profesión, porque también me dediqué a preguntar a amigos y conocidos que me contaran su relación con la mendicidad. Mi amiga me contó que una noche se encontró a un tío alto y grande gritándole a una chica que iba semidesnuda con la ropa rota en el suelo. Mi amiga le gritó al tío y este se fue, la chica le comentó su situación a mi amiga, y mi amiga le regaló su chaqueta (era pleno invierno) y le dijo que se llamaba María. A los meses, María fue a pedirle a mi amiga dinero con la chaqueta de mi amiga puesta. Mi amiga le dijo que no tenía suelto en ese momento y María reaccionó de mala manera ante la negativa, a lo que mi amiga le dijo: “María, relájate. Siento no poder darte hoy”. María se quedó petrificada y mi amiga le preguntó: “¿Qué te pasa?”, a lo que María contestó: “Es que nadie me llama por mi nombre”.
¿Cómo han llegado esas personas a vivir en la calle? ¿Son historias trágicas y llenas de múltiples desgracias o cualquiera de nosotros a poco que te salga algo mal podemos vernos en una situación así?
Hay de todo, personas con una serie de catastróficas desdichas y otras que con un simple error, una mala decisión o incluso un simple despido que les llevó a estar en las calles. Lo que saqué en claro es que las personas con una economía media baja y baja tienen un riesgo tremendo a acabar viviendo en las calles. Al fin y al cabo el sistema no protege al pobre, el sistema beneficia a los ricos.
¿Cuáles son las emociones que más se repiten en estas personas? ¿Es la culpa, la vergüenza, la soledad?
Sin ninguna duda es la soledad. Es el sentimiento más perenne que tienen. Transitan la culpa y durante el primer año transitan la vergüenza, pero una vez están en el bucle de vivir en la calle, lo que más se repite es la soledad.
¿En el caso de las mujeres que viven en la calle, este miedo o inseguridad es mucho mayor?
Muchísimo mayor. De hecho, otra de las historias que me he reservado pero que me parece de las más importantes es sobre una mujer llamada Carmen. Esta mujer tiene 54 años, ha sido recién reinsertada a trabajar y le ha sido concedida una vivienda. Contaba en un entrevista en Radio, sino recuerdo mal en La SER, que durante los 12 años que estuvo en la calle… mejor cito textualmente: “Me eché un novio porque al menos me protegía y tenía alguien que me diese placer. Además de que así, sólo él me pegaba las palizas”.
¿Cómo habéis elaborado la dramaturgia? ¿Qué es lo que se muestra sobre el escenario?
En la obra tenemos dos personajes, El Churcos, nuestro protagonista, que lo interpreto yo, y el Mudo, interpretado por mi compañero y amigo Oriol Pamies. La obra es un soliloquio de El Churcos contándole a su madre todo lo que le ha ocurrido en la calle durante los últimos 8 años de su vida. En el escenario mostramos a dos personajes que, con distintas formas de expresión, la palabra (El Churcos) y el gesto (El Mudo), intentan acercar al público la oscuridad de su vivencia.
¿De dónde habéis trabajado la interpretación de los personajes para llevarla a cabo?
El personaje protagónico ha sido trabajado totalmente desde el realismo. Por otro lado, el personaje del Mudo sigue una línea más cercana al teatro del absurdo.
¿Qué papel juega la música en la obra? ¿Habéis escrito canciones originales para el montaje?
La música tiene un papel muy importante para la obra y para los personajes. Gracias a ella se conocen ambos, es la mejor manera que tienen de comunicarse. Y sí, la obra tiene una canción original compuesta para el espectáculo y una versión de una canción portuguesa. Aunque toda la música que aparece durante el espectáculo como acompañamiento es música original de Oriol Pamies.
¿Cuál es el significado de la frase que ponéis en vuestra descripción de la obra: ‘La calle es un basurero que a veces me mira con ojos de plata’?
Esta frase nace en relación al mundo de las drogas en la calle. Normalmente sufren el ‘basurero’ que es vivir en la calle e incluso tener que buscar comida en la basura… Sin embargo, cuando se drogan con heroína sus perspectivas sobre la realidad cambian y, a veces, ‘la calle’ tiene una mirada poderosa y brillante, como ‘la plata’.
¿Qué siente alguien que vive en la calle cuando el resto de personas pasamos a su lado sin mirar?
Se sienten invisibles, lo demuestra la historia que he contado antes de María, y desde luego, la gente prefiere no sentir compasión a sentir cualquier cosa por las personas que viven en la calle. Por eso los evitan con la mirada y los mendigos muchas veces tienen la sensación de inexistencia.
Muchas veces, cuando vemos a alguien en la calle no paramos ni miramos, por vergüenza, por miedo, por indiferencia… a veces damos algo de dinero. ¿Serviría de algo pararse y escucharles?
Tras la investigación me di cuenta que es mucho más importante pararse a charlar con ellos 5/10 min, que darles cualquier limosna. Están deseando hablar con alguien, deseando contar su historia y, sobre todo, sentirse acompañados.
¿La obra que podremos ver en Bululú es un trabajo para visibilizar estas realidades que preferimos que sucedan lejos de nuestras casas?
Sí y no. La obra es para visibilizar realidades pero no porque queramos tenerlas lejos de casa, sino porque no queremos que en ninguna casa lo tengan que sufrir.
¿Qué habéis aprendido vosotrxs al haber realizado esta obra?
Lo primero, a ser mucho más empáticos, conocer las realidades y perspectivas de la calle y vislumbrar las líneas entre ficción y realidad. Pero, sobre todo, a darle honestidad al trabajo artístico respetando la realidad más oscura y más iluminada de las personas que viven en la calle.