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Cervantes en un lugar de las Indias

Daniel Acebes: “Las multiprogramaciones son como la comida rápida”

En un lugar de las Indias, de cuyo nombre no quiere acordarse Daniel Acebes, se estrena en el Teatro Lara de la mano de la compañía Diágoras Producciones y su director con una premisa especial: ¿Qué hubiese pasado si Cervantes llega a ir a América?

La obra es un musical familiar protagonizado por el propio Daniel Acebes, junto a Gabriel Martínez y Gabriel García, desde donde exploran la historia del manco más famoso de la historia con canciones contemporáneas. ¿Cómo unir Cervantes y Shakira en una misma función? El director nos lo cuenta, así como sus opiniones del panorama teatral actual.

¿De dónde surge la idea de explorar lo que hubiera pasado si Cervantes hubiese ido a América?

Fue un encargo. En el Festival Clásicos en Alcalá, Mariano de Paco, que era el director y ahora es consejero delegado de Cultura de la Comunidad de Madrid, me reuní con él y quería para el festival algo que estuviera relacionado con Cervantes y con América. Como nunca estuvo, era muy complicado encontrar algo; peor dando mil vueltas di con un cuento de Pedro Gómez Valderrama, un escritor colombiano que además había sido embajador aquí en España. Es un cuento muy cortito que contaba qué hubiera pasado si Cervantes hubiese conseguido ir a América, ese hecho histórico fue real, Cervantes intento de mil y una maneras viajar a América y nunca le dejaron por temas políticos. Entonces, a partir de este cuento creamos la obra cayendo en ciertos tópicos sudamericanos y españoles, siempre desde el buen rollo, pero basándonos en el original.

 

Has sido fiel al cuento, pero ¿también ha habido un proceso de investigación propio?

Ha habido de todo. De hecho, nos basamos en el cuento, pero a partir de ahí hicimos trabajo de campo sobre Cervantes. Hemos metido el personaje de la mujer, en el pueblo de Esquivias, más parte histórica y al final hay un monólogo de Cervantes que está formado por trozos del Quijote. Cervantes está delirando al final como su propio personaje, Alonso Quijano. Me parecía muy interesante llenar la función de capas. Entonces, quien quiera se queda con las canciones, quien quiera se queda con los personajes disparatados, quien quiera se queda con un poco más de contenido o incluso con fragmentos de la propia dramaturgia de Cervantes.

 

¿Por qué decidiste que la obra tenía que ser un musical?

Teníamos muchas ganas y este año son quince años de empresa – De Diágoras Producciones-. Siempre hemos hecho mucho teatro clásico, mucha comedia y mucho musical. Entonces me pareció muy interesante meter en la coctelera todo eso que hemos hecho y quedó una buena mezcla. Normalmente, de este tipo de historias no se suele hacer un musical. En la parte en la que Cervantes está en España las canciones son españolas, con ritmos españoles, pero cuando llega a América son canciones sudamericanas, pero con el ritmo cambiado. Hay tangos, bachatas, reggaetón, hip-hop, son ritmos tradicionalmente hispanos con canciones muy conocidas: Juan Luis Guerra, Luis Miguel, Shakira… Contamos la historia con la música también.

 

¿Siempre utilizáis música en directo?

En todos los musical

Cervantes en un lugar de las Indias en Madrid
El actor, director y productor Daniel Acebes.

es hemos metido música en directo por respeto precisamente a la música. Esto es trabajo en equipo. Y yo entiendo que muchas veces el teatro es muy precario, y abaratas mucho si la música está enlatada, te permite meter muchos instrumentos, que sea todo un poco más barato, pero es como cuando en las galas de fin de año ves a los cantantes hacer playback. Hay algo raro en ver eso, en los playbacks en la tele o en la música enlatada en teatro. Lo que esté, que sea en vivo. Quiero pensar que es un plus que el público agradece; además, en esta función que es muy gamberra trabajamos para integrar al músico, Gabriel Martínez, para que no estuviera ahí apartado, es parte de la historia, de hecho tiene un personaje fundamental que es un tucán.

 

¿Cuál ha sido el mayor reto a la hora de convertir esa historia en musical, sobre todo al meter canciones contemporáneas?

Yo creo que el mayor reto ha sido adaptarlo a todos los públicos. Es verdad que nunca llueve a gusto de todos, y ha habido mucho trabajo de equipo de ver qué censurábamos. Había un guion original, y a partir de los ensayos fuimos limpiándolo. Así es una obra que no es infantil, pero sí es blanca para todos los públicos.  Queríamos resultar muy gamberros para los adultos, pero muy blancos para los niños y encontrar ese equilibrio es quizá lo que más cuesta. Yo creo que lo hemos conseguido. Claro que a partir de nueve años es la edad ideal para verla, porque ya han escuchado a Shakira o saben quien es Cervantes. Un niño más pequeño se quedaría con lo básico.

 

¿Tu canción favorita de la obra?

Me costó mucho, mucho, mucho una versión de ‘Hace calor’, versión reggaetón y es una de las que más disfruto, va con percusión, así que te deja mucha libertad, es la más tonta pero una de las más divertidas. Y luego terminamos con una versión a lo musical de Broadway de ‘América’ de Nino Bravo, que a mí me hace mucha gracia. Al final hacemos muchas referencias a elementos típicos americanos: El musical, los cubos de Rubik en el escenario, el panel de fondo con un toque como de Grease, de película americana de los 60.

 

¿Sientes como Cervantes ese deseo de ir a América?

Ninguno. Yo tuve la suerte de trabajar con una función de la Fundación Siglo de Oro en Los Ángeles, fuimos a Santa Mónica, y fue una experiencia muy guay, pero están todos como cabras. Es verdad que el sentido del espectáculo que tienen es muy guay y deberíamos ir y aprenderlo, para traerlo aquí. Por ejemplo, traer las sesiones matinales para adultos, que aquí no suele haber. Es una propuesta complicada, pero en realidad es un horario que te permite ir al teatro y luego tomarte unas cañas, o comer. Y ellos tampoco conciben un musical con música enlatada. Claro que ellos manejan más dinero y nosotros lo hacemos «a la española», pero muchas veces lo suples con creatividad.

 

Entonces, ¿este horario matinal que tiene En un lugar de las indias es una apuesta novedosa?

Va a ser trabajo de fondo. Creo que hay una apuesta por nuestro lado y por el lado del Teatro Lara, al que estamos agradecidos por la oportunidad porque sí que es una apuesta diferente: es una obra todos los públicos, estamos en sesión vermut… Vamos a alternar además algunos sábados y domingos en fin de semana, no estamos siempre el mismo día. Esperamos que funcione bien. Aquí en España se trabajan mucho las sesiones golfas, pero en una obra familiar, en vez de salir a las diez de a noche, puedes salir a la una de la tarde y puedes disfrutar el resto del día.

 

¿Cuántas veces has leído el Quijote?

Lo leí hace muchos años y para esta obra reconozco que entero no lo he leído. He leído muchos fragmentos para hacer la dramaturgia, y meter esos fragmentos del libro colados de los que yo creo que, si no lo piensas, no te enteras. Fui mucho más a lo que quería contar. Pero la he leído, ¿eh?

 

¿Qué crees que diría Cervantes de la obra si pudiera verla?

Yo creo que le encantaría. Además, yo creo que dignificamos mucho su figura aunque sea de forma gamberra. Hay una parte final en la que lo decimos: «él nunca fue a América pero su obra sí llegó, ha recorrido todo el mundo». Hemos hecho mucho trabajo de la repercusión de la obra de Cervantes en América, y es alucinante porque Borges le hizo homenaje, han montado su obra mil dramaturgos de mil formas distintas, existe el Instituto Cervantes que reivindica el Español por todo el mundo. Al final dices: “No viajó a América, pero ni falta que le hizo”. Todo el mundo lo conoce.

 

Y si tu pudieras conocerlo, ¿qué le dirías a él?

Que menos mal que no fue a América. Porque si llega a cumplirse tal y como nosotros contamos, cómo terminó, no habría escrito nada. Al final se habría dado a la vida hedonista, se habría dedicado a beber, a jugar, a pasarlo bien, y no habría escrito. Así que hizo muy bien en quedarse aquí.

 

Tú mismo has dicho que Cervantes nunca consiguió su sueño de ir a América. ¿Tienes algún sueño profesional o personal que de momento ha sido frustrado?

La semana pasada salió un estudio que decía que en España solo el 7% o el 8% de los actores viven de su profesión y a mí me parece que, solo haber conseguido vivir de mi profesión, ya es un logro. He tenido la suerte de hacer cine, de hacer tele, de llevar a cabo mis propios proyectos de teatro, las historias que me apetecía contar. Sí es verdad que hay un cierto peaje profesional como empresa que es no vender a ciertos medios, pero estoy muy contento, no tengo ninguna frustración. A partir de aquí, todo lo que venga, a jugar. Actuar en inglés es «to play», es un juego, así es para mí. También es cuestión de trabajar tus expectativas y no creerte nada que no eres. Hay mucha gente en la profesión que se pierde por eso, pero en realidad es un trabajo como otro cualquiera. Al final, en las profesiones culturales da la sensación de que vivimos del Arte, y no, tiene que estar remunerado, y a partir de ahí hazte tu camino.

 

En la obra tú interpretas varios personajes que proporcionan gran parte de la comedia de la obra. ¿Por qué decidiste no interpretar tú a Cervantes?

Salió un poco de trabajo de equipo. Por perfil físico, Gabriel García encajaba más en Cervantes físicamente y a partir de ahí, decidimos que él se centraría en ese personaje, que no era fácil porque encontrar un Cervantes cómico y ridiculizarle sin caer en la parodia, pero que quede divertido es complicado. Y luego el resto de personajes los voy haciendo yo como una cabra, son personajes de los que no existe referencia física, tampoco de la esposa de Cervantes, así que te da mucha amplitud para jugar a lo que quieras.

 

 

Y a nivel actoral, ¿cómo ha sido para ti interpretarlos?

Ya lo había hecho otras veces, así que tenía cierta ventaja. Se trata de, a la hora de ensayar, tener claros los personajes y te salen de manera automática. Me ayuda mucho la caracterización, como todo esta tan desparramado y hay tanta peluca… Te pones una y ya te sale el personaje que tienes en la cabeza. Hemos intentado que todos los personajes se basen en personas reales, actuales: un personaje que da la bienvenida a Cervantes a América está basado en un animador de hotel, la mujer de Cervantes y él tienen una relación a lo culebrón de la tele. La Cubana está basada físicamente en Celia Cruz y, de repente, su acento tiene dejes de Shakira. Hicimos un trabajo de diferentes acentos de personas reales y la verdad que quedan bien.

 

También eres el director del espectáculo, ¿cómo ha sido para ti compaginar ambas facetas?

Ha llegado un punto que es algo más natural. Además, todos los del equipo nos conocemos de otros montajes, con lo cual ya hay mucha confianza y es muy fácil trabajar con ellos dos. Gabriel, el músico, había trabajado conmigo al montar el Fígaro de Goodbye España, y con el Gabriel actor he estado en varios montajes. Para mí el compartimento de actor, director, y en este caso también productor, es algo que ya sale solo cuando trabajas a gusto.

 

Ahora que mencionas Goodbye España, ya has trabajado antes en musicales, ¿qué es lo que te atrae del género?

A mí me gusta contar historias y se pueden contar de mil formas: habladas, bailadas, escritas…  Me apetece siempre probar diferentes lenguajes para contar algo, y la parte cantada del musical me atrae mucho porque es un género que gusta a mucho público. Puedes contar cosas que de otra manera quedarían densas o no interesarían tanto. Pero es importante que los musicales te cuenten algo. Hoy en día, algunas grandes producciones te meten las canciones con calzador. En América o Reino Unido sí consiguen que los actores de musicales no solo canten, pero aquí creo que hay una asignatura pendiente en los grandes formatos con la interpretación, están tan preocupados con cantar bien que olvidan la interpretación, el personaje. A lo mejor yo cantando a La Cubana tengo que hacer una voz nasal que no queda tan bonita, pero es coherente con ese personaje. La prueba está en que en los musicales grandes primero te hacen la prueba de canto, después la de baile y luego, ya si eso, la de interpretación. A mí me parece básico.

 

Cervantes en un lugar de las Indias en Madrid

 

Ha sido en los dos últimos años cuando en España se han empezado a dar los festivales de teatro musical exclusivamente. ¿Qué le auguras al género, que cada vez cobra más importancia?

Se ha conseguido mucho, y Madrid es la segunda o tercera capital del mundo en musicales, que es muy importante. Creo que hay que cuidar más el contenido y no vale todo. Se invierte mucho en que haya efectos, una escenografía muy pintona que también tiene que ver con los derechos de autor del original. Ya hay un espectáculo visual y también profesionales super bien preparados en canto y baile. Falta esa interpretación y también tenemos mucho que aprender en el formato musical off. En un lugar de las Indias pertenece a ese formato off, pequeño. Tú vas a Londres y allí es diferente, se valora más el trabajo que hay detrás. Allí un programa de mano vale cinco libras y todo el mundo lo compra, aquí nadie pagaría por ello. También es cuestión de educar al espectador más allá de los grandes efectos visuales, buscar una buena historia y construir ahí alrededor.

 

¿Podrías darme un ejemplo que ahora esté en cartelera de un buen musical y un musical que tenga carencias? Venga, Mójate.

Un buen musical, En un lugar de las Indias, claro. Y estamos escribiendo un musical nuevo que nos apetece mucho para final de año y no tiene nada que ver. Nos apetecía contar la historia de un divorcio igualitario. Creo que la igualdad no llegó con el matrimonio gay, sino que la realidad llega cuando esos matrimonios que se pueden casar, se divorcian. Un divorcio musical con composiciones originales. Y con carencias, no te digo ninguno en particular, pero todos los de gran formato tienen carencias de calidad. No de calidad técnica, que es perfecta, y los actores son buenísimos, pero las condiciones en las que trabajan no tanto. Están exprimidos, con la voz muy al límite, con un contrato que no les deja descansar. El showbussiness va por encima de la calidad. Por eso me gustaría que llegáramos a un punto en el que el off aquí se cuidaran más. Que el público lo valorara, ver un musical más de cerca. Se apuesta también por los teatros, no todos permiten escenografías tan elaboradas y se tiene que desmontar el mismo día. En Madrid, la multiprogramación nos ha hecho un flaco favor para cuidar los productos de teatro. Espero que lo hagamos más, y que no haya «fast food». Las multiprogramaciones de teatro al final son como comida rápida, de consumo rápido. Las compañías tienen que montar en tres cuartos de hora, hacer la función, desmontar en diez minutos porque viene la siguiente; si no funcionan en las tres primeras funciones se van a casa, tampoco hay una apuesta por la prensa. Al final el precio de la entrada no se corresponde con lo rápido que, por desgracia, se tiene que montar el espectáculo.

 

Has trabajado todos los género, pero sobre todo la comedia. ¿Crees que el humor es algo inherente en ti?

Yo creo que el humor es inherente en el carácter español. En este país nos reímos de todo y es algo bueno, Ahora parece que vamos todos ofendidos por el mundo y si haces comedia no puedes acceder a un premio. Malena Alterio, por ejemplo, es una actriz de comedia buenísima y parece que para ganarse el título tenga que montarse un megadramón en una película. Y el humor es algo muy difícil. Sobre todo salir del humor que tradicionalmente se hacía aquí, que es algo muy obsoleto. Por suerte ese humor de «Pajares y Esteso» ya ha pasado y hay un humor muy elaborado.

 

En una compañía como Diágoras, que ya tiene cierto recorrido, ¿cómo vives tú la situación del teatro actual?

Pues igual que hace veinte años. Yo en ese tiempo no he tenido una subvención, ha sido todo privado. Entonces, yo tengo claro que cada vez que inicio una producción tiene que ser rentable, hay ese riesgo. Eso no ha cambiado para mí en veinte años. Es pagar ese peaje de no venderte y consigues libertad. A veces algo no es rentable a corto plazo y luego años después lo vuelves a sacar y despunta. Es tener paciencia y a veces los empresarios no la tienen. Pero la situación de la Cultura siempre ha sido la misma: es la gran olvidada para los gobiernos, no se invierte y en Madrid hay tanto oferta que el publico no valora pagar una entrada a menos que sea El Rey León. Es algo que ha pasado, pasa y seguirá pasando. En el teatro público además hay un círculo muy cerrado al que acceden también amistades y conocidos. Yo me dedico a lo mío.

 

Aparte del musical que me adelantabas, ¿tienes algún otro proyecto en marcha?

Tenemos también Teodoro y Diana. Es una comedia romántica basada en El perro del Hortelano, recuperar esa cosa de los clásicos. Yo ya había hecho esa obra pero esto no tiene nada que ver, es una comedia romántica basada en la historia, pero centrada en el triángulo amoroso de Diana, Teodoro y Marcela. No es un musical, y no es en verso. Estamos en ello y la idea es estrenarla para julio y para final de año el musical.

 

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