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La música suena. No muy alta. Perfectamente audible, pero sin que interfiera en el proceso. Las notas te van llenando y te vas adentrando en un universo onírico gracias a la perfecta cadencia de la melodía. Te sientes transportado. Viajas hacia un universo mágico donde conectas con tu yo más profundo. Y sientes como una parte de ti, por pequeña que sea, va creciendo. Evoluciona.
Y no entiendes la letra. Es un idioma desconocido. Sonidos que no quieren transmitirte una historia concreta. Su objetivo es situarte en un escenario diferente al que te encuentras, que a través de la melodía seas tú quién ponga letra a sus canciones. La música de Sigur Rós te eleva.
Dicen que un poeta se distingue de un narrador por su delicadeza al escoger palabras precisas para llegar al alma, no al intelecto. Esta obra consigue exactamente eso.
Estimulando sentidos
Estimular diferentes áreas del córtex cerebral. Cada manifestación artística despierta distintas sensaciones y recuerdos en cada espectador. Por eso disfrutar del arte es una de las características que nos define como humanos.
Esta compañía teatral (Itziar Cabello, Marta Matute, Nora Gehrig, Daniel Jumillas, Jos Ronda, Gon Ramos) construye en cada representación una historia única, indivisible y personal. Una experiencia teatral y sensorial que, a nosotros como espectadores, nos cambia la percepción de nuestra propia vida en función de lo que hayamos vivido y sentido en el tiempo que dura el viaje que nos proponen. Un proyecto que consigue la sublimación de los anhelos teatrales y poéticos de unos jóvenes inquietos. Un viaje que también les ha transformado a ellos como creadores. ¿Acaso no es esa una de las funciones principales del Teatro? Sergio Díaz
