Por Álvaro Vicente
Fotos: Manuel G. Vicente
Han pasado 3 años desde que Janet Novás estrenó en Madrid, de la mano del festival Veranos de la Villa, una pieza apabullante que tituló Imaginé cinco cuerpos y ninguno era el mío. Han pasado 3 años pero la sensación del tiempo se dilata y se contrae más que nunca después de la sacudida pandémica. La pregunta que da título a esta nueva pieza que la creadora gallega nos trae ahora, parece la continuación lógica de aquel título de 2019. Si ninguno de aquellos cuerpos era el de Janet, ¿dónde está Janet? No somos pocos los que hemos tenido una recaída casi mística en nuestros cuerpos (para decirlo con Santiago Alba Rico) durante esta crisis global que se salpimenta sin fin. Recaer en nuestros cuerpos es habitar el espacio que ocupamos e implica un esfuerzo de re-conocimiento. Es probable que afloren preguntas incómodas. Janet Novás se ha encontrado con un cuerpo cansado de la exposición que requiere lo escénico.
Bailarina, docente y dueña de una poética escénica muy particular labrada a base de una incansable búsqueda que empezó en 2008 (o quizás antes, o quizás siempre estuvo ahí), su obra se construye desde la observación, la experiencia y el diálogo con su cuerpo como herramienta principal. En 2020 todo se detuvo abruptamente y surgió la necesidad de reformular la práctica que venía desarrollando en sus últimos trabajos, relacionada con el mundo de los afectos y la introspección, jugando con los límites de lo físico y lo emocional. Había mucha exigencia en el ambiente, la pequeña industria de la creación contemporánea siempre está necesitando exprimir la novedad, lo que despunta, lo genuino. Todos caímos (y volvimos a caer) en la multiplicidad, a pesar nuestro. Sobre todo los artistas, para los que cualquier oportunidad es digna de ser aprovechada, aunque sea siembra de frutos futuros, aunque sea pan para hoy y hambre para mañana.
Este ejercicio de revisión ha requerido para la creadora una “entrega extrema”, en sus propias palabras. “Como consecuencia, me exige un cambio en la manera de seguir abordando la creación”. Y el cambio parte de empezar asumiendo que se hace desde una anatomía agotada, desde una corporalidad arrasada, para explorar nuevas vías de convivencia consigo misma, vías más amables, más cuidadosas. “Me propongo invertir la mirada, ponerla afuera y que el cuerpo se convierta en el observador del paisaje”. Desde ahí es posible poner de nuevo la máquina en marcha para seguir investigando en sus temas de siempre: la identidad, lo energético, lo ritual. “Partiendo de este lugar de agotamiento me surge el deseo de crear una obra que gire en torno al tema de la sanación y los cuidados. Invitarme a habitar un universo sin esfuerzos, y dejar que se manifieste el vacío, el silencio y aquello que con tanto ruido hemos dejado de percibir. Una necesidad de acercarme a lo esencial, a lo que nos mantiene vivos a pesar de todo”.
Where is Janet? vivió un pre-estreno en Galicia, en el Festival Plataforma, en 2021 (año en el que fue merecedora del Premio El Ojo Crítico de Danza), pero este año está presentando su versión más definitiva, por ahora. Le acompaña en la creación su inestimable Ricardo Santana para terminar de dar forma a ese collage audiovisual que entra y sale del cuerpo de la performer, un cuerpo instrumento, un cuerpo sentido, un cuerpo lienzo, que se mueve en la interferencia entre la fatiga y la esperanza, movimiento lírico y descarnado, estética que se cuestiona y, porque se cuestiona, se abraza y se quiere. Minimalista y frágil, como la pregunta de la que surge todo: ¿Dónde está Janet? ¿Está en su cuerpo más que en su deseo? ¿Está en el vacío más que en la plenitud? ¿Dónde está Janet?