Fotos: Luca del Pía
Poético, físico y visceral. Así es el teatro de Angélica Liddell, una de las creadoras más irreverentes e inclasificables del panorama actual y con más proyección internacional. Ahora vuelve al Festival de Otoño para presentar su nuevo montaje: un réquiem a su madre, fallecida en 2018. Una oración teatral, una explosión de culpa y expiación donde Liddell expresa su amor y, al mismo tiempo, todo su dolor, convirtiendo lo sublime en sufrimiento. Y, todo ello, acompañado por el músico Niño de Elche. Un espectáculo que no dejará a nadie indiferente.
En palabras de Angélica Liddell: “Estos funerales por mi madre contienen todos los ‘ayes’ y en su expresión más desgarrada constituyen una epopeya en busca del país de mis antepasados: Extremadura, el seno, la tierra como vientre, la madre que debe ser devuelta a una entraña, recién nacida gracias a la enfermedad y la locura. Un recorrido profundo y doloroso donde la muerte transforma el odio en amor y la piedad se desborda. Un rito, el de los ‘Empalaos’ de Valverde de la Vera, que busca la raíz telúrica y trágica del duelo, un camino hacia la expiación en mitad de un corazón arrasado. Una madre muerta que todas las noches me llama, en forma de niña, para que me vaya con ella. Tan solo he intentado hacer la obra que a ella le hubiera gustado ver, y unas manos pobres han cosido el sudario con el que la veré en el cielo”.