Parezco muy seguro, ¿verdad? Nada me preocupa, no dudo, nada me hace dudar, no me quiebro, no lloro, como si la posibilidad de la fractura no existiera en mí. Me has visto bailar y sabes lo fuerte que soy. Certero, fiero incluso, duro, devastadores mis pasos, ¿no te lo parecen? Has visto la belleza. Crees que nada me rompe, ¿no? El tacto, la vista, el olfato, la risa, la vida. Todo me quiebra, me desviste, me mata, me hiere. No sé tocar, no sé amar, me paralizo al pensar en tocarte, me preocupa tocar a un hombre. Aunque haya flores. Crees que sabes cómo huelen, lo hermosas que son, pero aunque haya flores, el hombre llora, ¿no lo oyes? Aunque haya flores, el hombre muere, ¿no me ves? Aunque haya flores, hay sangre. Y sí, soy un hombre. Aunque mi nombre huela a verano en mí no hay una playa, más bien una montaña en diciembre. Sí, soy un hombre, aunque mis ojos parezcan un bosque de castaños, ahora están completamente rojos. Sí, soy un hombre, y este cuerpo de casi dos metros está repleto de cicatrices con tus iniciales. Sí, soy un hombre, aunque no sé qué significa serlo, aunque mi piel diga lo contrario. Sí, soy un hombre, todos esos hombres, aunque no sepa tocar a ninguno de ellos.