Volvemos a Chéjov… ¿Otra vez La gaviota? ¿No se han hecho suficientes versiones ya? Pues sí, pero aquí nos encontramos, en este escenario, atrapados por el eterno lago, el susurro de los tilos, la vaporosa falda de Nina, el olor a azufre… mientras nos parece escuchar el sonido de un vals melancólico a lo lejos.
¡Por fin esta tarde empezamos el ensayo! El autor de esta versión libre de La gaviota, nos ha dado instrucciones concretas y nos ha contado con entusiasmo que quiere algo diferente, fresco y posdramático. Que nos olvidemos de actuar, que nos dejemos llevar, que busquemos códigos más allá del texto, que nos volvamos locos, que hagamos participe al público, en definitiva, que sea una experiencia única para el espectador de hoy.
Y otra cosa fundamental: que tengamos presentes las palabras de R. Castellucci cuando dijo “El teatro no puede ser un hábito porque cae en lo decorativo”.