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Este montaje promete ser una experiencia diferente que invita al público a sumergirse en una historia que gira alrededor del concepto de ‘padre’ desde diferentes puntos de vista, mezclando ciertas dosis de realidad/ficción y con el cuerpo como eje de la herencia paterna: sus miradas y gestos que a pesar de todo perviven en sus hijos.
Dirigida, escrita y co-protagonizada por Pelayo Muñiz, narra el encuentro de tres hermanos tras la muerte reciente del padre, lo que hará que tengan que enfrentarse no sólo a su pérdida, sino a un pasado en común que ha dejado de serlo. Con un elenco que incluye a Kiko Gutiérrez y Ana Petite, la obra se propone no solo entretener, sino también provocar la reflexión sobre los cuidados, la importancia de los lazos emocionales, la imaginación como tabla de salvación y la capacidad de perdonar.
Señor Mayor con Perro Oscuro Negro Mate, es la segunda obra de Pelayo Muñiz tras FIN, por la que fue candidato a Mejor Autor Revelación a los Premios Max de 2024.
Tres hermanos (Kike, Maribel y Juanjo) acuden a la llamada del pequeño, este último, que es quien cuida a su padre enfermo en la misma casa familiar de la que se fueron hace años. Ahora regresan a ella para despedirse del padre. Si acaso, reconciliarse con él y con su pasado. Si eso es posible.
Ante la inminencia de su muerte revivirán recuerdos y momentos vividos. Saldrán a la luz secretos y tensiones. Y también alguna mentira, como el destino final que tuvo el perro familiar, desaparecido cuando el hermano pequeño era aún un niño y al que adoraba. Un chucho feo y negro. Negro mate.
A través de ellos también seremos testigos de algunos momentos importantes en la historia familiar, puesto que sus padres, e incluso sus abuelos, se harán carne en su cuerpo.
Porque eso también es importante en Señor Mayor con Perro Oscuro Negro Mate. La idea de la herencia familiar como algo de lo que no te puedes desprender. Esa frase que se te grabó a fuego desde la infancia, esa pena y ese dolor que te precedieron y que llega a ti desde varias generaciones atrás.
O también esa sorpresa que te deja sin aire como un puñetazo en el pecho, cuando un día, inesperadamente, empiezas a ver a tu padre que te mira desde el espejo del baño. O reconoces su silueta característica, con una mano metida en el bolso, en tu sombra cualquier día de verano…
