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Rómulo el Grande, emperador de Roma tiene muy poco apego el poder. Su pasión es la avicultura, a la que dedica la mayor parte de su tiempo. Sus gallinas con nombres de emperadores romanos son más importantes que su propia familia y mucho más que su país. Mientras, el Imperio que preside se va desmoronando y los bárbaros avanzan inexorablemente hasta invadir y destruir el país más poderoso del mundo en aquellos tiempos.
La situación puede resultar trágica si no fuera por la continua mofa del mandatario sobre los asuntos más importantes que rigen los Estados: la economía, el Ejército, las alianzas, la violencia, los manejos de la élite… Rómulo Augusto no fue así realmente, Friedrich Dürrenmat, autor de esta ficción histórica, se sirve de este personaje y le cambia de edad y de circunstancias para contarnos sus opiniones sobre el ejercicio del poder y sobre los crímenes de estado. ¿Hay que resistir a toda costa? ¿Es la guerra, cualquier guerra, un crimen?, se pregunta.
La violencia, los manejos económicos, las conspiraciones, nada escapa a la visión de este falso Emperador romano, que intenta ejecutar un plan propio ajeno a la clásica defensa del Imperio que preside. Y en medio están para impedírselo una caterva de oportunistas, negociantes, parientes e incluso gente inocente, ciudadanos de buena voluntad y probado patriotismo. A todos ellos, les responde Rómulo descaradamente con un estruendoso cacareo de sus gallinas: “¡¡co co co co co cooo!!”.
