El caos se ha desatado en una cárcel femenina. Para protegerse de lo que pasa fuera, cinco reclusas se atrincheran en la celda de una de ellas. La ambigüedad de todas hace que se desate un torbellino de decisiones que afectan a cada una de ellas de manera personal. A través de sus secretos y sus crímenes vamos tejiendo un entramado de mentiras y segundas intenciones en busca de las grandes respuestas y, quizás, el ansiado futuro fuera de la cárcel.
La búsqueda de las referencias obligadas en el minimalismo abstracto del primer David Lynch, Lars Von Trier, Thomas Vinterberg o Gaspar Noe han inspirado la factura estética de la obra así como el alma y la atmósfera del texto. Revierte en la forma de moverse, gesticular y hablar. La sonoridad y los ambientes juegan un papel clave en la interpretación y en la visión del espectador, buscando referenciar a los dos Directores Daneses antes citados. Esta propuesta escénica lleva el minimalismo al estado puro, intentando introducir los sonidos que los acompañan en la celda como si fuese ésta un personaje más, además del primero de los espectadores.