Foto: Danilo Moroni y Juan Carlos Toledo
Es fascinante el otro rostro del viaje de Ulises: es el de su mujer, su amante, su faro. Es el rostro de Penélope. Ella representa La Odisea al revés, el viaje interior, el magma furioso de la inmovilidad, de la espera. Ella se imagina, en la distancia, las peripecias del viajero, lo sufre en la distancia, lo envidia tal vez; ella vive en aparente quietud, su viaje es el del vuelo desenfrenado de la imaginación.
El mito de Penélope nos permite explorar la condición femenina contemporánea, una mujer atrapada en su isla de soledad, entre los desgarros de la violencia cotidiana y los anhelos de amor. Es, a su vez, la sensibilidad femenina y la escucha de los paisajes interiores del cuerpo.