Tres amigas, dos días y un propósito. Éste también podría ser el título alternativo o complementario de esta estupenda función. Peter Quilter nos brinda un texto rebosante de humor y de amor, de miedos e ilusiones, de sentimientos encontrados, de verdades reveladas. Un exquisito cóctel formidablemente mezclado que se convierte en un alegato a la amistad y a las relaciones personales. Un fin de semana, una excursión en plena naturaleza, un camino cuesta arriba que deberán andar juntas para reencontrarse y reinventarse pero sobre todo para rendir un póstumo homenaje. Un brindis dedicado a una cuarta amiga recientemente fallecida. Ella, Rebeca, estará siempre presente en esta ‘road movie’ teatral que se desarrolla por los senderos de un monte. Un monte que podría ser tan cercano al espectador como lo es la historia y las protagonistas que nos la cuentan.
Usted, espectador, será testigo invitado o casi mejor dicho, testigo infiltrado, de las vivencias de estas tres extraordinarias mujeres, como extraordinarias lo son también muchas de las mujeres que nos rodean en nuestro día a día. Esas mujeres que todos y todas tenemos y que forman parte indispensable de nuestro entorno y son el pilar básico de nuestras vidas.
Nuestras tres amigas, Sofia, Paula y Mónica tienen una misión; llevar una ofrenda en forma de piedra manuscrita para depositarla, como si de un monumento se tratara, en la cima del pico al que solía subir su querida y añorada Rebeca para escapar de la rutina y darse un respiro. Ellas querrán hacer lo mismo, pero primero tendrán que llegar hasta allí, y el camino será tan desafiante, imprevisible e hilarante como la vida misma.
A veces, cuando vas andando por el campo, al cruzarte con alguien, subsiste la buena costumbre de saludar al caminante con un buenos días o con un hola para acto seguido, continuar cada uno por su camino. Esta vez les propongo algo diferente; desde la butaca en donde están sentados, viajen al monte que les vamos a mostrar y al cruzarse con estas tres mujeres, después de saludarlas, obviamente, síganlas y acompáñenlas en su recorrido hasta la cima. No se arrepentirán.