Fotos: Christophe Raynaud de Lage
¿Qué puede decirnos una ficción de hace 3000 años sobre el mundo que habitamos en la primera mitad del siglo XXI? Las historias de Ulises el guerrero, durante los diez años de viajes míticos para volver a casa después de la guerra de Troya; las de Penélope, la esposa, que defendía la patria Ítaca contra los invasores; las del hijo Telémaco, que se proponen encontrar a su padre perdido: ¿cómo se relaciona con los movimientos contemporáneos de personas que cruzan fronteras en busca de una tierra segura, un hogar? ¿O con aquellos, marginados por los poderes fácticos, para defender su hogar contra los invasores?
O agora que demora es el segundo título de un díptico llamado Our Odyssey de la productora de teatro y de cine Christiane Jatahy, que trata estas cuestiones a partir de la épica de Homero. Profundiza en el desarrollo de un lenguaje que ha hecho que Jatahy se ganara un lugar al frente del teatro contemporáneo en todo el mundo: expone las líneas de tensión entre el cine y el teatro y sus conexiones con el pasado y con el presente, socavando las fronteras entre lo que es ficticio y lo que es real y desafiando la posición de los espectadores dentro de estas nuevas conexiones.
O agora que demora lleva la investigación de Jatahy a un nuevo nivel, más allá de explorar de qué manera el cine puede aumentar, dramatúrgicamente y formalmente, nuestra experiencia teatral. Invierte los papeles de estos dos medios. O agora que demora es una película que solo consigue su máxima dimensión en diálogo con el teatro. Una película, rodada en Jenin, en Palestina; en campos de refugiados del Líbano y de Grecia; en la cosmópolis africana del centro de la ciudad de Johannesburgo; en una comunidad indígena que lucha por defender su tierra natal y su integridad en la selva amazónica, y en Río de Janeiro. El contexto de estos rodajes de películas puede ser documental, pero el alcance es definitivamente ficticio: los actores de estas comunidades se arman con los versos de Homero para hablar de sus realidades. Acontecen una sucesión, una multiplicación, una manifestación de Odiseos, de Penélopes y de Telémacos, y dibujan líneas rectas de los antiguos personajes griegos presentes en el teatro. Cada uno de nosotros, espectadores e intérpretes, hijos e hijas, madres y padres, con un presente, con una historia reciente o con un futuro próximo, de viajes y de transformaciones para asegurar el hogar, marcando nuestra genética.
En O agora que demora nos embarcamos en un viaje guiado por una ficción de 3.000 años, pero siempre con el barro del ahora y la realidad que nos atrapa. Una película, una obra de teatro, que posiciona el público dentro de la ficción. Un encuentro que intenta descubrir las grietas de la pared, las puertas traseras que han quedado abiertas, y que plantea la pregunta: “¿cómo podemos romper el ciclo?”.