El cuerpo confinado, el glorioso, el expectante, el incrédulo, el cuerpo infectado, el cuerpo-lugar, el cuerpo-memoria, todos los cuerpos de un cuerpo, el postcuerpo. ¿De qué son o pueden ser agentes todos y cada uno de ellos? ¿Cual es su capacidad performativa, su capacidad de hacer? ¿Cual es su margen de transgresión? ¿Cual es el estatuto ético y político de la vida corpórea?
Devolver el deseo a los cuerpos ha de ser el mandato estético-político que nos ocupe. Y urge. Nos referimos a ese deseo que es idéntico a la vitalidad que nos atraviesa, y que se vuelve consciente.