Los atardeceres, el desarraigo de las raíces, la vuelta a ellas. Ranchos. El rancho grande y la banda sonora de tu vida. ¿Nunca ha sentido usted la necesidad de jugar al bridge? ¿Teme usted que sea un juego difícil y demasiado intelectual?
Antonia, Mari y Rigoberta se debaten día a día entre ellas, se critican y se desenvuelven en un medio costumbrista, que no menos surrealista. Comparten una mesa, un atardecer, una bolsa para la fruta muy bonita que dentro no sabemos que lleva, los anuncios de la tele, los vídeos de autoayuda de personas de más de treinta años, la música italiana y rezar en italiano. El asco y las perlas. Las mueve la nostalgia. ¿Qué es la nostalgia?
Una de ellas quiere ser un águila, otra no quería ser madre y la otra, bueno la otra, bastante tiene. No son conscientes de que están buscando su libertad, quizá alguna de ellas la encuentre dentro de este escenario y así los espectadores puedan con ella, volar. Pero eso todavía no lo sabemos. Porque igual no pasa.