Ni con tres vidas que tuviera es la historia de un ex terrorista (de cualquier parte del mundo y sea cual sea la causa que le llevó ahí) que, arrepentido y tras muchos años privado de libertad, ahora tiene que enfrentarse a la realidad. El ex terrorista es entrevistado por un periodista que intenta entender la historia de un hombre. Entender para saber. Ni para justificar ni para perdonar. Entender y saber.
Una mujer, familiar de las víctimas de uno de sus atentados, lee el artículo a la mañana siguiente y emite un comunicado en el que contesta a las palabras del ex terrorista y traza las líneas de un puente frágil que, finalmente, desemboca en el encuentro de ambos.
Un ex terrorista arrepentido, una víctima y un periodista. Tres vértices para acotar la misma historia, para ponerla sobre la mesa. Para intentar que no se vuelva a repetir, ni con tres vidas que tuviéramos.
Una historia que habla de entender y de entenderse, de perdón y de perdonarse; una historia que ocurre en algún lugar sin identificar de la Tierra, porque no hay nada más universal que esas dos emociones: el amor y el dolor.