Varios grupos de personas, muchos lugares, distintas realidades. Somos nosotros, hoy mismo, ahora. Y seguimos intentando de cualquier manera que pase algo, cualquier cosa, lo que sea con tal de que al final, cuando todo se acabe, cuando pasemos a otro plano, no haya sido en vano y no quede nada que pueda morir.
Que pase algo, cualquier cosa, lo que sea con tal de que al final, cuando todo se acabe, cuando pasemos a otro plano, no haya sido en vano.
Desde la mente de Bukowski, un cuarto oscuro, una bonita fiesta de cumpleaños, la consulta de un psicólogo o el frenético bailoteo de un grupo de adictos a los antidepresivos, intentaran que pase algo, cualquier cosa lo que sea con tal de que al final, cuando todo se acabe, cuando pasemos a otro plano, no haya sido en vano.
Nada que pueda morir parte de diversas piezas que el dramaturgo Mikel Bustamante ha ido desarrollando a lo largo de varios años. No se trata de una historia lineal, sino de un conjunto de historias, situaciones y pensamientos que puestos en común crean esta propuesta artística. Los cinco actores juegan múltiples roles. Habitan el escenario y hacen de él su lugar de transformación ante los ojos de los allí presentes.