En 1980 Magüi Mira encarnó Molly Bloom, mítico personaje de la novela de James Joyce, uno de los grandes textos literarios del siglo XX, y enamoró al público y a la crítica.
Molly vive una noche de insomnio. Su pensamiento vuela sin filtros hasta sus más profundos deseos, a veces escandalosos. Molly nos desvela su pasión por la vida, su relación con el sexo, sus principios femeninos. Molly, segura de sí misma, disfruta de la vida que vive y de la vida que imagina.
Hoy, cuarenta años después, las mismas palabras escritas por Joyce, vuelven a ser interpretadas por Magüi Mira que, con sus 77 años, nos acerca a una nueva Molly. Con mucho amor y mucho humor.
Por Magüi Mira
Todas las mujeres somos la misma mujer:
Qué es una mujer, se preguntaba seguramente James Joyce cuando escribió el último capítulo de su Ulises. 24.000 palabras. Sin puntos ni comas. Y como un hombre osado entró en el pensamiento de Molly. Pensamiento que definió arrollador y tembloroso de tanta contradicción. Pensamiento que volaba sin filtros. Y cuando consiguió publicarlo en 1922, hoy hace 100 años, sus lectores se horrorizaron ante tal brutalidad y desvergüenza. Una mujer casada no podía expresarse así… Se dieron de bruces con una Molly inabarcable, inclasificable, una mujer que no podían encapsular, como tampoco a la condición femenina.
Una mujer casada no podía pensar así. Se horrorizaron ante la desvergüenza de una mujer que recorría las calles de su vida a tropezones, vida que ella sabía inexplicablemente injusta. Sus gritos conmovedores, por la urgente necesidad de oxígeno limpio, zarandearon el alma de muchas mujeres y de muchos hombres que entonces leyeron ávidamente la novela esencial del siglo XX: el Ulises de Joyce.
Hoy las palabras de Molly Bloom permanecen intactas, pero el mundo se mueve y se trasforma. Deseo convertir su resignación y sus renuncias en generosa aceptación de la vida de mujer madre y amante que sostiene el mundo. Huelo sus secreciones, la sangre, la leche de sus pechos, fuerza imparable de la madre naturaleza, de la madre tierra, Molly es un espíritu libre y puro, que no se somete al control y al abuso masculino, Molly sigue diciendo sí a la vida. Y por eso hoy su capacidad de provocación es más impactante. Con más amor. Con más humor. Asumiendo riesgos. De ahí nace su apabullante belleza.