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“Abuelo, ¿a cuántos hombres mataste durante la guerra?” Era lo único que me interesaba cuando era un niño pequeño sin uso de razón. Ahora le preguntaría que sintió al tener que disparar un arma contra otro ser humano, o cómo era capaz de dominar el miedo de ser capturado, o cómo podía sobrellevar el peso de saber que podía morir a cada instante… Pero ya no puedo hacerlo. Perdí la oportunidad de aprender algo muy valioso gracias a las vivencias del hombre que caminaba cojo (por la guerra) a mi lado. La que sí ha podido recoger ese impagable testimonio es Inma González, nieta de Manuel Díaz, un superviviente del campo de concentración nazi de Mauthausen. Ella, a través del humor, la narración oral, el clown, el cuentacuentos y el monólogo multipersonaje, es la intérprete de este espectáculo unipersonal que cuenta con la dramaturgia y dirección de nuestra compañera Pilar Almansa. Inma nos va contando y representando las vivencias de este exiliado y prisionero español. Así conoceremos su huída a nado de La Línea a Gibraltar, su paso por el ejército republicano, cómo fue apresado por el ejército nazi, su llegada a Mauthausen, el trabajo en las canteras, el campo de exterminio de Gusen, los partidos de fútbol, cómo sacaron los negativos de Francisco Boix del campo, la comida llena de gusanos, los piojos, el frío, el recuento, los andrajos, las muertes por agotamiento, las ejecuciones… Inma relata estas vivencias con la calma y la sencillez del que ha presenciado la atrocidad. Sin dramatismos. Sin concesiones.
Al niño pequeño que seguimos llevando dentro le siguen fascinando esa historias de guerra, armas y muerte. Historias que ensalzan los valores bélicos. Historias épicas que forjaron héroes militares a los que quisimos emular en nuestros primeros juegos de guerra o que aún imitamos en el Call of Duty. Y sí, esa época estuvo llena de héroes, pero no lo fueron por sus aventuras en el campo de batalla. Son héroes como Manuel y como tantos abuelos y abuelas cuyo gran mérito y valor fue alzar la voz por la libertad (y dejarse la vida en ello) y sobrevivir a la barbarie con dignidad y con mucho humor también.
Mauthausen. La voz de mi abuelo es un canto a la vida, a la fortaleza del ser humano, a la solidaridad y al humor como una estrategia, literalmente, de supervivencia.
