La historia también se construye con los relatos de personajes anónimos. Los horrores de la guerra no finalizaron con ella. España quedó hundida en la miseria, y sobre los vencidos, además, se ejerció una despiadada represión que duraría casi cuarenta años. Las madres presas muestra una historia doblemente callada, ya que al secretismo oficial de la posguerra se suma la invisibilidad de la mujer en aquella época.
Esta historia comienza en Jaén, una de las zonas más deprimidas de la España de la posguerra. Josefa es una de las dos protagonistas de este relato. Militante del Partido Comunista de España y madre de 7 hijos, fue encarcelada por ayudar a los maquis. También su marido fue condenado por no denunciarla. La otra protagonista, Aurora, viuda y madre de 8 hijos, sufrió la misma pena por ser la esposa de un guerrillero. Ambas fueron destinadas a la misma celda, y allí forjaron una sólida amistad que duraría toda la vida.
Quince hijos se quedaron totalmente abandonados a su suerte. Las madres decidieron unir a sus hijos en una única familia para luchar juntos contra la miseria. Ellas, desde la cárcel, dirigieron con determinación su educación y su convivencia.
Una vez liberadas, la nueva gran familia emigró a Valencia en busca de una oportunidad que les permitiera alimentar a sus hijos y normalizar sus vidas, aun a pesar de la represión franquista que siguieron padeciendo hasta el final de la dictadura.
Manuela Ortega, penúltima hija de Josefa, ha buceado en sus recuerdos de niñez para traernos al presente esta historia conmovedora y honrar así el coraje de sus dos madres.