Obra inspirada en Esperando a Godot, de Samuel Beckett. La obra de Samuel Beckett se suele interpretar como una exposición de la desesperanza, de la angustia, la soledad y la degradación humanas. Sobre esta lectura superficial de Beckett se erigen los lugares comunes del pensamiento y poética posmodernos.
La Phármaco baila el Beckett que anticipa la tragedia contemporánea (del siglo XX pero sobre todo de nuestro siglo), en la que el sentimiento romántico se sustituye por el mito de la nada: el hombre se enfrenta con su insignificancia para rendirle culto; la nueva religión exige sus propios ritos.
Los personajes de Beckett superan el solipsismo y sólo son a través del otro: «el amor es ese intervalo donde se persigue hasta el infinito una especie de indagación sobre el mundo (…) El amor es cuando podemos decir que tenemos el cielo y el cielo no tiene nada» (Alain Badiou en Beckett. El infatigable deseo).
¿Cómo se baila el universo de Beckett? La voz de nunca trata de llevar a escena la ‘danza del absurdo’, en una obra escénica total donde confluyen movimiento, palabra y música interpretada en directo.
La música original toma como punto de partida el Claro de Luna de Beethoven y la Sonata para viola de Shostakovich.