La Verità es un espectáculo de teatro acrobático, escrito y dirigido por Daniele Finzi Pasca, en el que trece artistas se reúnen en torno al telón que Salvador Dalí pintó en 1940 para el montaje de Tristán e Isolda en Nueva York. El telón sirve de hilo a Finzi Pasca para entretejer historias de inmigrantes en el Nueva York de los 40, la de los propios Tristán e Isolda y la de un director que busca revivir el ánimo de su troupe. La Verità empuja al límite las destrezas físicas de la compañía, en un despliegue de imágenes sorprendentes, sombras que juegan a su antojo, rojo sangre, escaleras suspendidas en el vacío, equilibrios imposibles, contorsiones; plumas y lentejuelas… historias que cobran vida en un ‘vaudeville’ decadente en el que el lenguaje de la acrobacia excita nuestro inconsciente, haciéndonos ver paisajes interiores que parecen más verdaderos que lo real.
El lenguaje de la acrobacia, del teatro físico, puede fácilmente conquistar el territorio donde no es ni día ni noche, donde la luz no toca la realidad pero la dibuja, la inventa, la reinventa. Excita nuestro inconsciente haciéndonos ver paisajes interiores que parecen más verdaderos que lo real. ¿Las pinturas de Dalí reflejan exteriores de día o de noche? La respuesta: ni uno ni otro. Las imágenes de Dalí pertenecen a otra dimensión, la de los sueños. Unos sueños que todos tenemos, pero que solo los genios como Dalí son capaces de plasmar en un lienzo y darles un cierto sentido, una forma. Esos genios que son capaces de entender el subconsiente humano y entrar en una nueva dimensión de la vida, allí donde los simples mortales ni por asomo nos vamos nunca a acercar.