Una doncella del Barroco español sufre un accidente que la deja tuerta de un ojo en su primer encuentro amoroso. Desahuciada y llena de rencor, jura vengarse del amor eternamente poseyendo las almas de las niñas que sufran en sus cuerpos las heridas de Cupido. “Si ella no puede amar nadie lo hará”. Su maldición se hace patente en la vida de Lucía, una bailarina del siglo XXI. La Tuerta es un cuento, un esperpento poético con humor y terror, donde el amor y la rabia luchan por hacerse con el trono de la eternidad.
Una sola actriz y dos partes dramatúrgicas. Una más fría, donde se cuenta la historia de la menina barroca convertida en gorgona, y una segunda más cálida y flamenca en la época actual, donde aparecen Lucía y Lucía-niña, alegre y vital. Los espectadores descubrirán, por el enredo y el disparate, que el alma de la joven está poseída por la gorgona desde que perdió su ojo derecho a los 15 años. A esa edad Lucía perdió no solo el ojo sino también la risa, la misericordia y el baile por bulerías.
Quisimos ahondar en aquello que se esconde debajo de las palabras de Anne Sexton y se nos reveló la rabia como entidad. Es ella la que nos obliga a renunciar de los placeres de la vida y nos pone a trabajar para que nadie los goce. La rabia se opone al amor pero también al perdón, a la compasión, a la risa e incluso a la tristeza. El abuso, la feminidad y el poder del perdón y del duelo son temas emergentes que completan esta historia. Si pensamos que la vida nos debe algo porque nos lo ha quitado injustamente, cuando el amor nos haga señas no las veremos. Tengamos un ojo o los dos.