Fotos: Daniel Pérez
En La Plaga, la compañía Caramala sigue cautivándonos con su sentido del humor mostrando un reflejo irónico de nuestra sociedad actual.
Los piojos asolan un colegio concertado, uno de esos centros que se ven al pasar desde cualquier autovía de circunvalación. Una ‘plaga bíblica’ que hace que el profesorado entre en pánico, que las madres discutan nimiedades como si en ello se les fuera la vida y que, el caos invada un colegio mientras que los niños despiertan del letargo y miran con asombro la estupidez de sus mayores.
¿Qué clase de niños estamos educando? ¿Qué pasaría si los niños pudieran hablar como quisieran y no como les marcan sus mayores? ¿Cuál sería su discurso? Probablemente si eso ocurriera, los adultos sólo podríamos agachar la cabeza y escuchar. Pero entonces no habría espectáculo y Caramala quiere que lo haya. Por eso plantea un espejo en el que mirar el mundo que estamos construyendo. Niños y adultos intercambian sus voces para gritar por la libertad en todas las acepciones de la palabra. Libertad de ser, libertad de pensar, libertad de sentir y libertad de hablar. Porque sin ella, la sociedad estará condenada a seguir mintiendo para sobrevivir.
La compañía Caramala, que forman Virginia Muñoz, Carmen Baquero y Noemí Ruiz, nos ofrece una historia disparatada y trepidante: La plaga, la obra que cuenta la historia del AMPA de un instituto que, en un momento en el que los piojos asolan las aulas, montan una persecución a raíz de que una de las madres abandone el grupo de WhatsApp. Las hijas alucinan con la actitud castrante y elitista de sus madres.