Por Irina Kouberskaya
Las creaciones en ruso y en inglés de Vladimir Nabókov son simétricas como las alas de mariposas de su colección. Gran maestro del detalle parece que ha recogido todo aquello abandonado por nosotros como no necesario, todos los pensamientos, sensaciones y fantasías escondidos en los rincones del cerebro y los ha amalgamado en su pluma evidenciando la elementalidad con la cual el hombre suele interpretar este fenómeno llamado vida. Nabókov descubre y resucita. El poeta del no encuentro nos hizo encontrar el mundo mucho más enfocado y enriquecido. Para la creación de este espectáculo fueron imprescindibles las cualidades polifacéticas de Iván Oriola.