Fotos: Vanessa Rabade
Dos de los directores más vanguardistas de la escena española actual, Carlota Ferrer y Darío Facal, unen fuerzas para versionar Así que pasen cinco años, que Federico García Lorca escribió en 1931 y aún hoy sigue siendo, también, pura vanguardia. La leyenda del tiempo es, a la vez, el subtítulo de la obra original y el título elegido para esta versión contemporánea que producen el Corral de Comedias de Alcalá de Henares y El Pavón Teatro Kamikaze.
Se subraya así el misterio del tiempo como temática fundamental de este montaje que protagonizan Diego Cabarcos, Carmen Climent, Conchi Espejo, Joaquín Fernández, Tony Galán, Selam Ortega y Alicia Pérez. La pieza aborda cómo el hombre vive atrapado en el tiempo, obsesionado con la muerte, los recuerdos, lo exasperante de la espera, el refugio de la nostalgia, el miedo a envejecer y el amor frustrado. “No hay que esperar. Hay que vivir”, se dice en esta obra enigmática, organizada en retazos e influida por el surrealismo, con aspecto de fábula y un clima ilógico y confuso, con carga simbólica y poética, y enmarcada, junto con otras piezas como El público, en el llamado Teatro Imposible del autor granadino.
Subtitulada Leyenda del tiempo en tres actos, la obra nos introduce en un mundo en el que el presente se convierte en una dimensión inaccesible, en una mera transición entre pasado y futuro imposible de ser vivida en plenitud. El protagonista, el Joven, ha esperado durante cinco años a su prometida, a la que apenas recuerda, pero que simboliza todas sus ilusiones futuras. El conflicto sobreviene en el reencuentro cuando la Novia rechaza al Joven para fugarse con el Jugador de Rugby, un personaje que representa el prototipo de la ‘virilidad descerebrada’ que Lorca consideraba lo más opuesto a sí mismo. Pero la Novia lo prefiere a él. Aparece así una de las obsesiones lorquianas: la idea de no ser ‘suficientemente hombre’, que va aparejada a la homosexualidad.
Tras el rechazo de la Novia, el Joven queda desorientado y es entonces cuando el maniquí del vestido de boda se humaniza y orienta al Joven para que vuelva sus ojos hacia otra muchacha: la mecanógrafa. Se trata de una mujer que trabajaba para él y que, durante los cinco años que él esperó a la Novia, le amó en silencio. El Joven corre a buscarla, pero el tiempo vuelve a traicionarlo y la mecanógrafa lo rechaza. Aunque finalmente, la mecanógrafa le promete irse con él… así que pasen cinco años.
La transición del Niño Muerto y la Gata no es la única que aparece en la obra; en el Acto Tercero se presentan el Arlequín y el Payaso torturando a una Muchacha ‘asustada de la realidad’. A partir de entonces, Lorca crea un cierto distanciamiento, porque estos dos personajes van a darle a la obra un cierto viso de espectáculo circense grotesco.
Cinco años después de concluir la escritura de la obra, Federico García Lorca fue fusilado en Granada. Se dice que sus asesinos fueron tres hombres, falangistas. La casualidad resulta, cuanto menos, siniestra.