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Fotos: [la dalia negra]
A partir del texto de Valle-Inclán, La lámpara maravillosa, Grumelot hibrida la experiencia física y la experiencia virtual: un coche conducido por un actor y ocupado por un grupo reducido de espectadores emprende un viaje de seis horas desde el Teatro de La Abadía hacia la sierra de Madrid. Simultáneamente, un equipo audiovisual transforma ese viaje en una experiencia digital para 90 espectadores que, desde sus casas, experimentan el movimiento desde la quietud. La composición musical original de José Pablo Polo y los textos de Valle-Inclán vertebran el tiempo, mientras el coche atraviesa el espacio y se detiene de tanto en tanto: en un espacio al aire libre intervenido por una instalación sonora, en una ermita en la que nos espera una actriz, en un teatro en el que un actor explora las posibilidades del lenguaje.
Grumelot construye así dos espectáculos en uno: una pieza itinerante a través del patrimonio de la Comunidad de Madrid y una experiencia virtual en directo que hace uso de las plataformas de comunicación digital para establecer un contacto íntimo y personal con cada uno de los espectadores que se conectan desde sus pantallas, a quienes se les ofrece la posibilidad de viajar sin salir de casa.
En cualquier caso, La lámpara maravillosa es un viaje: un road trip espiritual a través del atardecer y hacia la noche en un recorrido por el patrimonio histórico de la zona: una vía mística para -como reza Cage- “dejar espacio y tiempo suficiente para la contemplación”. Grumelot se propone intervenir el paisaje y el silencio para generar una reflexión serena en estos tiempos hiperacelerados a través de los textos de La lámpara maravillosa, de Valle-Inclán.
En palabras de la compañía: “el proyecto nace de nuestra absoluta fascinación por el texto de ValleInclán. Es una de esas obras maestras a las que volvemos una y otra vez, y que cada vez nos devuelve lecturas diferentes, vinculadas, de forma muy directa, a nuestro presente. La lámpara maravillosa es una obra paradigmática, continuadora de las grandes místicas desde el medievo hasta la teosofía de vanguardia, en la que el autor reflexiona sobre la capacidad del lenguaje y, por lo tanto, también sobre su incapacidad, para revelar la realidad. Desde su encrucijada vital y artística, Valle-Inclán nos ofrece un ideario estético que parece hablarnos de un lugar muy remoto, desde otro tiempo y, sin embargo, no puede resultar más pertinente, más necesario. A través de sus palabras, Valle-Inclán nos invita a parar, a callar, a callarnos, a callarnos juntos. O al menos a escuchar la música de las palabras, sus sonidos, a escuchar los sonidos de nuestra realidad, de la naturaleza que nos rodea”.
Y continúa: “La lámpara maravillosa es un libro iluminado, continuador de las ideas de los y las grandes místicas, relevante y pertinente en estos tiempos veloces, en los que el tiempo y las palabras son moneda de cambio. Esta obra es para nosotros una oportunidad para detenerse, una hermosa oportunidad compartida entre intérpretes y espectadores en un momento en el que, quizá más que nunca, anhelamos el contacto, la cercanía, la comunión que el teatro nos puede ofrecer”.
