Gwendolen está enamorada de Ernesto. Y Cecily también está enamorada de Ernesto. El problema es que Ernesto no existe. Jack está enamorado de Gwendolen, y Algernon está enamorado de Cecily. Ellas dos sólo podrían amarles… si fuesen Ernesto. Y los dos están dispuestos a ser Ernesto, por amor, aunque en realidad ninguno de los dos es Ernesto. Lo cierto es que ninguna señorita educada podría amar a un hombre que no fuese un honesto Ernesto.
La importancia de llamarse Ernesto, es la comedia más brillante, gamberra, sexy y divertida de Oscar Wilde; una crítica mordaz sobre las falsas apariencias y la hipocresía, que se desarrolla a lo largo de un laberíntico enredo romántico. En esta ocasión se presenta en el Teatro Lara en un montaje moderno y atrevido de Ramón Paso, que no olvida la esencia de Wilde. La seducción del verano. Que no te lo cuenten.