Álex Rigola regresa a Teatro de la Abadía con una versión libre de unas de las grandes obras de André Chéjov, La gaviota, a través de una «propuesta escénica que rompe las fronteras del arte y la vida en este espacio ágora que para mí debe ser el teatro», en palabras del dramaturgo.
Para Rigola, el teatro, debe ser ese «lugar en el que el público es interpelado por las personas que hay sobre el escenario para remover aquello que reconocen en sí mismos. Un espacio en el que los que están encima del escenario mezclan su vida con los personajes de una pieza clásica como es La gaviota».
Rigola, uno de los dramaturgos más innovadores del siglo XXI, como ha demostrado al frente del Teatro Lliure, Teatros del Canal o de Bienal de Venecia, se acerca de nuevo a Chéjov después de haberlo hecho ya con la sorprendente Vania (Escenas de la vida).
Un nuevo acercamiento al texto de uno de los autores más destacados de la literatura rusa y exponente del naturalismo moderno, para hablar sobre amor y teatro. Para ello, tres actrices (Mónica López, Irene Escolar y Roser Vilajosana), un actor (Xavi Sáez), un actor-dramaturgo-director (Nao Albet) y un autor-director (Pau Miró), hablan en el escenario sobre sus deseos y sobre su amor por el teatro. Los seis protagonistas aparecerán en escena sin vestuario, con la misma ropa con la que llegan al teatro y sin ninguna voluntad de simular que son rusos del siglo XIX; pero mantienen las tramas y los conflictos principales que propone el texto original.
El espectador encontrará en esta versión libre la estructura de La gaviota, dado que sigue el orden de la pieza original. Pero, en esta ocasión, sus protagonistas, se dedican al arte. Y así, nos hablarán del amor no correspondido y de la frustración de la búsqueda utópica del hecho artístico último. De la insoportable ligereza del ser: es decir, como todas las grandes obras de Chéjov, de remover el corazón y el cerebro entorno al existencialismo.