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Sandra, Bruna, Ana y Lucía están celebrando la nochevieja en el piso tutelado donde las tres primeras viven con sus bebés. Deciden jugar al ‘juego de los personajes’ para hacer tiempo hasta llegar a la hora de las uvas. El azar hace que Lucía tenga que adivinar el personaje de Rosa Parks, Ana el de Marilyn Monroe, Sandra el de Jackie Kennedy y Bruna el de Grace Kelly. Mientras están jugando, la gran tormenta que hay fuera provoca un apagón que hace que un extraño llame a su puerta: es Sam, el botones del Waldorf Astoria de Nueva York. Necesita que las chicas hagan un discurso de fin de año. Bueno, que sus personajes lo hagan. Según Sam, estamos en 1956. Los cuatro iconos irán hechizando los cuerpos de cuatro chicas que tendrán que dejar el vodka limón de lado para intentar convertirse en las mujeres que están detrás de la leyenda.
En esta historia todas estas mujeres siempre se han retratado desde la mirada masculina heteropatriarcal, pero en esta ocasión, desde el icono conoceremos a la mujer que habita en él. Sandra, Bruna, Ana y Lucía empezarán a desarrollar una nueva identidad a través de lo que son las demás, del aquí y el ahora, del juego… Al fin y al cabo, somos lo que somos por nosotras mismas, pero también por lo que las demás nos inspiran.
Los personajes de Ana, Bruna, Lucía y Sandra varían en cada función, haciendo que la obra sea una propuesta totalmente diferente cada día.
