Fotos: © Elina Giounanli
ION demuestra por qué la danza europea considera a Christos Papadopoulos una estrella emergente. Su universo artístico, minimalista y poético, es un lugar que el espectador puede habitar. He aquí un espectáculo que se centra en la microfísica del movimiento, en el volumen de detalle que puede derivarse de un patrón cinético que permite al ojo viajar a través del campo ilimitado de las relaciones humanas.
En escena vemos un sistema vivo de diez bailarines, que se pulsan y se coordinan, se atraen y se rechazan, trazando órbitas que siguen los impulsos de la naturaleza. Porque todos son iones, cargados eléctricamente. El vuelo de los pájaros, la coordinación de las luciérnagas… una serie de microfenómenos que componen el mundo de la naturaleza se convierten aquí en el punto de partida para la investigación cinética de Christos Papadopoulos.
Sin embargo, el coreógrafo no se limita a representar estas encantadoras coincidencias. Con su ya característico lenguaje minimalista, Papadopoulos busca el algoritmo que se esconde detrás de la función de coordinación. Un sistema vivo de diez bailarines pone a prueba nuestra capacidad de observación con cambios imperceptibles y transiciones silenciosas, para revelar la fragilidad de las relaciones humanas que validan el ritmo de la vida, el orden natural de las cosas. Podría decirse que el espectáculo tiende a funcionar por asociación, destacando los elementos que trascienden la forma, el mecanismo de la coreografía y el rigor del sistema. Lo que le fascina al coreógrafo es explorar cómo se conectan los diferentes elementos creando un cosmos único. El atractivo de la coordinación radica aquí en la brevedad del fenómeno, su fugacidad, la impresión de aleatoriedad y la expectativa de la recurrencia.
ION es un experimento multisensorial, que no se agota en mecánicas fáciles tratando de llamar la atención. La coreografía pretende poner en primer plano lo mínimo, la serenidad extática, como esa grieta por la que entra la luz antes de que el cielo nos revele todo el esplendor. Papadopoulos se centra en lo repetitivo de los motivos cinéticos, en la claridad del espacio escénico definida por la iluminación y la acción. El artista se apoya en los elementos primordiales que constituyen su obra: ritmo, movimiento, lugar y tiempo. La forma en que teje cada acción nos permite descubrir gradualmente la interacción del movimiento con los demás elementos, así como la luz que muestra el vaivén de los cuerpos y el efecto de la música sobre el entorno sonoro, que no solo guía la pieza, sino que también dialoga con la coreografía.