Otra auténtica joya que va a visitar Espacio Abierto, para tenerlo claro antes de continuar leyendo. Esta vez llega de la mano de Hopeful Monsters, proyecto creado por el grupo de artistas formado por Ella Mackay, Eti Meacock y Bori Mezö -de Escocia, Inglaterra y Hungría, respectivamente-, que también comparte nombre con el espectáculo que presentamos. El trío se conoció mientras ensayaban a caballo entre la Curious School of Puppetry y el Puppet Theatre Barge, en Londres. Allí germinó este monstruo esperanzado que, en sus propias palabras, es “lo que obtienes cuando una mutación genética repentina produce un organismo radicalmente nuevo. Es muy probable que tales individuos sean simplemente monstruosos y estén condenados a la extinción. Pero cada cierto tiempo nace un monstruo esperanzado; un mutante con un futuro evolutivo y el potencial de llevar a su especie en una dirección nueva e inesperada”. Ya nos vamos sumergiendo en su particular universo, seguimos.
Una banda sonora original, teatro visual, títeres y mucha poesía son los ingredientes del montaje con el que lxs peques a partir de 6 años van a poder saber cómo es tener el mundo al alcance de sus manos. Porque estamos ante una historia de evolución, de supervivencia y lucha, de conexión y transformación, contada completamente con las manos. Ante sus ojos cobrarán vida desde organismos simples hasta bestias gigantes, gracias a unas manos que se mueven y se transforman en figuras inusuales, creando criaturas inesperadas, mientras viajamos a través del agua, la tierra y el aire.
Trasladar la belleza de un trabajo de estas características al papel es una tarea inútil, pero les invitamos a hacer esta reflexión: ¿Quién no se ha inventado historietas con sus dedos como protagonistas? Las nuevas generaciones dejan de hacerlo demasiado pronto para pegarlos a un dispositivo, quizá conviene recordarles, y recordarnos, con estas propuestas, que las dosis más altas de imaginación y de creatividad, tan necesarias para cualquier ámbito de la vida, surgen de las cosas más sencillas… y del aburrimiento por no tener con qué jugar.